Emily León tiene 23 años de los cuales 22, vivió en el kilómetro 4 de la Carretera Panamericana, en el sector conocido como La Ensenada.
Toda su familia también vivía en la zona. Su abuelo Lorenzo, lo hacía desde hace 33 años. Pero todo cambió el 24 de julio de 2015.
Ese día, hace ya un año, llegaron 1500 efectivos de la Guardia Nacional a las 4:00 am con la orden expresa de desalojar a las 110 familias de la zona. Para ello solo les dieron dos horas.
Esa misma noche protestaron pero fueron reprimidos al tiempo que detenían a tres personas. El resto de la fotografía: escombros, gritos y lágrimas que se confundían con la lluvia mientras amanecía.
Al compás del “Patria, Patria querida”, aquellos cuyo “honor es su divisa” vigilaban los camiones que iban derrumbando las casas, muchas con algunos enseres adentro. “Pasamos la noche en la calle con los niños. No nos dieron chance de nada”, recuerda Emily.
En camiones de la Misión Barrio Nuevo, Barrio Tricolor montaron los pocos enseres que se pudieron rescatar de algunas casas. Les dijeron que las llevarían a un galpón en La Yaguara pero nunca llegaron.
El día en que todo cambió
Complejo Deportivo El Poliedrito, en Caracas. Hasta este sitio fueron trasladados Emily, su familia y varias personas más luego del desalojo con la promesa de ubicarles un albergue. No todo era tan sencillo. Les exigían varios documentos porque haber sido desalojados arbitrariamente, no era suficiente.
Emily decidió así regresar a La Ensenada con la esperanza de conseguir los documentos que no pudo sacar. Lo que Emily no sabía es que el viaje desde El Poliedrito hasta la Carretera Panamericana le daría un vuelco a su vida. No solo no encontraría “los fulanos” documentos, Emily también perdería algo valioso: su libertad.
Cuando ella y el grupo de personas llegaron al kilómetro 4, todavía hacían acto de presencia funcionarios de la Guardia Nacional. Cargaban cestas con hortalizas de los huertos de quienes, hasta escasas horas, habitaban el sector. “Me preguntaron si yo era dueña de una de las casas y sin mediar, me montaron en un convoy, me verificaron antecedentes y chequearon que no fuera colombiana. Les dije que no tenía problema, que verificaran. Luego de unos minutos montada en el convoy, me quitaron cédula, teléfono, me dejaron incomunicada y me acusaron de ser la dueña de unas matas de marihuana”, relata la joven aún visiblemente indignada.
Ese 26 de julio de 2015 era domingo. Pero fue el lunes 27 cuando la comunidad se enteró de que Emily estaba en el Comando Regional número 5 (CORE 5) ubicado en Fuerte Tiuna. Ese mismo día fue presentada en tribunales.
Le imputaron los delitos de plantación ilegal y microtráfico de drogas, tipificados en los artículos 149 y 151 de la Ley Orgánica de Drogas. “No eran mías”, se defiende. En su expediente, plagado de irregularidades, no había testigos, ni fotos de lo incautado. Se exponía que el hallazgo había sido en la casa número 3. Emily vivía en la casa número 5. Además, las supuestas tres plantas se encontraron según la Guardia, dos días después de haber derrumbado las casas. Es decir, no había elementos convincentes para detenerla, sin embargo, Emily sí tenía algo en su contra. Fue detenida en el marco de una “Operación de Liberación del Pueblo”.
La juez decidió privarla de libertad por 45 días mientras la Fiscalía investigaba.
De la justicia y el largo viaje para encontrarla
Ese lunes 27 también estará en la memoria de Emily. Luego de dictarle privativa de libertad, fue trasladada nuevamente al CORE 5. Allí estuvo una semana detenida siendo la única mujer.
Sin explicación, fue trasladada al Comando de la Guardia ubicado en la parroquia El Recreo, en Caracas, en donde estuvo poco más de un mes “compartiendo” con once mujeres en colchonetas ya que no había espacio para más.
-¿Te agredieron?
“Trate de no ser ni muy alzada ni muy sumisa para no tener problemas. Yo no estaba acostumbrada a esa vida. A ver todo lo que vi, escuché, lo que hacían. No estaba acostumbrada a eso y trate de no involucrarme con nada.
Con golpes no, con palabras sí. Los guardias se burlaban. Hay una frase que no se me olvida. Me decían: preso es preso y su apellido es candado. Si está aquí, es porque es una delincuente. Y las presas, bueno, algunas que querían que hiciera lo que ellas querían. Drogarse, malandreaban a los guardias.
Yo tenía mi objetivo bien claro: mis dos hijos, mi familia. No tenía que ver a los lados. Si no lo hice antes, no iba a venir a hacerlo ahora”.
Pero el calvario de Emily continuaba. Un mes después llegó el traslado hacia el Instituto nacional de orientación femenina INOF, en Los Teques.
Ingresó alrededor del mediodía. Su “bienvenida” fue ponerla a hacer “orden cerrado”, en medio del cual se desmayó ya que no había comido. En el INOF, estuvo, literalmente, encerrada con siete mujeres en un cuarto por dos semanas. Este es un paso previo antes de incorporarlas a la población reclusa.
Este cuarto, en el que estuvo por tres días, era como un sótano pequeño. Emily dormía con otra chica en una colchoneta. Era oscuro con un bombillo únicamente en el baño. Sin ventanas. La luz solo llegaba a través de la rendijita de la puerta. Y llegaba con un poco más de intensidad cuando la abrían para pasar la comida.
Al tercer día, Emily resucitó. Como a las 3:00 pm llegó su boleta excarcelación. Salió un día jueves.
-¿Qué pensabas durante esos días detenida?
“En el Recreo, siempre veía la misma escalera. Trataba de no abrir los ojos, de pensar que era un sueño o una pesadilla lo que me estaba pasando. Cuando me trasladaron al INOF, pensé que no iba a salir. Como una ha escuchado tantos casos. Pensé que al pisarlo, no saldría de ese lugar”.
-Cuando te trasladaban al INOF, ¿qué pasaba por tu mente?
Llora. “No se cómo explicarte lo que sentí. Fue una sensación horrible, no tengo palabras para describirla”.
-¿Tuviste miedo?
“Demasiado. Todavía tengo miedo de que por estar denunciando, me perjudiquen otra vez por algo que no hice”.
El 25 de noviembre salió el sobreseimiento de la causa.
No son cifras, son historias
Emily, de contextura delgada, baja de estatura parece, a simple vista, una joven como muchas. Su historia quizás, también es como la de muchas. Quedó embarazada a temprana edad por lo que decidió dejar los estudios. Llegó hasta bachillerato. Trabajaba en la cadena de tiendas Church´s Chicken como entrenadora y la iban a ascender a gerente pero tuvo que renunciar porque “me quedaba muy lejos”.
“Yo me dedique a ellos. Dejé mis estudios porque no lo vi como una metida de pata sino como una bendición y siempre estaba con ellos. Nunca me había separado hasta el momento que me los arrancaron porque yo siento que me los arrancaron, me los quitaron. Fue la sensación más horrible. Más siendo tan pequeños”. Se refiere nuevamente a sus dos hijos tienen 6 y 8 años.
Durante los 47 días que estuvo detenida, sus pequeños, de 5 y 7 años para ese momento, estaban un día con un primo y otro con su madre, la abuela de ellos. La familia tenía que turnarse para llevarle comida a ella y cuidarlos a ellos.
-¿Qué sentiste cuando los abrazaste?
“Los abrace en la calle”. Llora nuevamente. “Pensé que estaba soñando nuevamente porque como dije, creía que no saldría. Los abracé con tanta fuerza que me di cuenta que no era sueño sino una realidad”. Tras un silencio mientras se secaba las lágrimas y tragaba profundo, continuaba. “Sentí que no puedo desperdiciar ningún momento con ellos porque hoy estoy y mañana, no sé”.
-¿Te dijeron algo?
“Me reprocharon muchas cosas. La niña me preguntó dónde estaba yo cuando ella tenía fiebre. Yo los pude ver un día por cinco minutos en El Recreo. Allí me dijeron que sabían que yo estaba estudiando para ser guardia y por eso estaba ahí. Cuando salí, me dijeron que no querían que siguiera estudiando eso porque me dejaban de ver por mucho tiempo y les dije que tranquilos, que yo me iba a retirar”.
-Reiteras que no sabías si era sueño. ¿Cuándo te das cuenta que nada lo es?
“Todos los días trataba que no fuera la realidad. Mi inconsciente lo rechazaba. Hasta el día de hoy, no lo acepto. No acepto haber pasado por eso injustamente”.
Emily todavía recuerda cómo el trabajo de muchos años, se fue al piso. Las casas que habitaban y que fueron derrumbadas, en su momento, fueron construidas con apoyo del propio gobierno que luego, las mandó a derrumbar. A muchas familias les aprobaron créditos a través del plan de transformación y sustitución de rancho por viviendas.
Además, las familias sembraban verduras que vendían al mercado de Coche y a AgroVenezuela. Tenían granjas con conejos, sembradíos de tomates, café, aguacate, yuca, caraotas, cebollín, limón, naranjas para consumo del sector.
Las 110 de familias se constituyeron en un Comité de Víctimas de las OLP. Acudieron al Ministerio Público, se les asignó un fiscal y también se reunieron con el Defensor, Tarek William Saab, quien se comprometió a ayudarlos haciéndoles un enlace con el Ministerio de Hábitat y Vivienda.
A pesar de que se crearon mesas de trabajo en las que participa la diputada por el PSUV, Nora Delgado, no han obtenido respuestas ni mucho menos, un techo. La diputada Delgado aseguró en la Asamblea que “pronto se les asignaría terrenos a un grupo”. También tachó a algunos denunciantes de “politiqueros”.
Hilda Cabezas, viceministra de Redes Populares en Vivienda del Ministerio del Poder Popular para Hábitat y Vivienda, también ha participado en las reuniones en las que se les ha dicho que en Caracas “no hay chance, si acaso, en el interior”.
Por cierto, Hilda Cabezas es prima hermana del presidente del Complejo Maneiro, Hugo Cabezas y se desempeñó como secretaria de gobierno cuando Cabezas era gobernador del estado Trujillo.
Emily y su primo Carlos González, quien siempre la acompaña, denuncian que los interlocutores gubernamentales no los aceptan como víctimas sino como un caso social.
Aseguran que en una reunión, les dijeron que no podían decir que eran víctimas de las OLP “porque las OLP se supone, se crearon para proteger al pueblo y no aceptan que sean una máquina de violaciones de derechos humano y vejaciones”, sostiene González quien agrega: “Ni siquiera hemos obtenido, de forma oficial, un pronunciamiento donde se nos reconozca como víctimas y que el comité existe”.
A un año…
– Estuviste presa durante 47 días, separada de tus hijos, sin casa y como dices, se cometió una injusticia que todavía no te crees. ¿Cómo te sientes a un año?
“Mal porque no veo que haya respuesta. No hay culpables por el daño que nos hicieron y que nos siguen haciendo porque pasan los días y los chamos no tienen techo y pasan hambre. Me sentiré mal hasta que no paguen los culpables y uno sienta un alivio, porque tampoco es que uno se va a sentir bien. Porque hagan lo que hagan, pase lo que pase, no van a devolvernos todo lo que nos quitaron. No es solo el hecho de la casa o bienes. Es el daño psicológico y moral”.
Y es que a un año, la familia de Emily sigue sin casa. Pasan unos días en una casa en Casalta junto a 20 personas o en los Teques, siempre con sus chamos. Los cuales, por cierto, no han dejado de estudiar y son excelentes.
-Dices que hoy sientes miedo, ¿por qué estás aquí denunciando entonces?
“Porque son 110 familias que quedaron en la calle. Hoy soy yo y mañana puede ser cualquier otro. Por mi familia, por mis hijos porque no merecen pasar el trabajo que están pasando”.
-En algún momento te preguntaste ¿Por qué yo?
“Sí y no tengo respuesta aún”.
-¿Qué le dirías a los responsables de tu detención?
“No quisiera tenerlos nunca enfrente pero, si fuese así, les diría: con la vara que midas serás medido y que si me señalaste a mi injustificadamente, ahora yo te señalo a ti con la diferencia de que tú eres el responsable de todo lo que me paso”.
Del otro lado de la acera, una muy alta, la del poder, el ministro de Interior, Justicia y Paz, Gustavo González López, ofreció un balance de la Operación de Liberación del Pueblo después de un año de acciones en todo el país.
“En septiembre de 2015, 83% de los venezolanos aprobaron las incursiones de las OLP. Este mes, continúan de acuerdo con las acciones 82% de los ciudadanos. Ha sido un año positivo”.
De acuerdo al ministro, en un año las OLP desarticularon 157 bandas criminales, detuvieron a 2.399 sujetos por la comisión de diferentes delitos, incautaron 1.492 armas de fuego y más de 42.200 municiones de distintos calibres.
Por su parte, la diputada y presidenta de la Comisión de Política Interior, Delsa Solórzano ofrece otras cifras de las OLP:
– 20 ejecuciones extrajudiciales.
– Incremento del 7% de muertes violentas en el primer trimestre del 2016, según cifras del Ministerio Público.
– 14 mil detenciones arbitrarias.