¿Cuál es la realidad? La realidad es que la inflación podría cerrar este año en torno al 700% y que el año que viene el FMI estima que se ubicará en un 2.200%. Esa inflación le está robando la ya menguada capacidad adquisitiva de la población y está lanzando a un porcentaje impresionante de venezolanos por debajo de la línea de la pobreza e incluso pobreza extrema.
La escasez es otra realidad aplastante. A lo largo de 18 años el gobierno expropió entre 4 y 5 millones de hectáreas del sector agrícola, que antes eran productivas y ya no lo son. Expropió infinidad de agroindustrias que ya no producen. Hoy dependemos más de alimentos importados. El problema es que ya no contamos con los dólares para hacerlo.
Un gasto público desenfrenado está provocando un déficit fiscal inmanejable, por encima del 20% del PIB. Ese es el verdadero causante de la inflación, ya que el gobierno lo financia a través del BCV mediante emisiones de dinero sin respaldo provocando brutales incrementos de la liquidez.
En buena medida ese excedente de liquidez, al no conseguir bienes que comprar en el país, se desvía hacia la compra de dólares provocando una alocada apreciación del mismo en el mercado paralelo. Para que el dólar pueda alcanzar esos niveles tienen que existir los bolívares para comprarlo. No es ninguna página web, ni mucho menos una guerra económica lo que se está llevando por el sumidero el valor del bolívar. Es el BCV.
La realidad es que el aparato productivo venezolano está destrozado después de más de 3 lustros de locura, expropiaciones, populismo, controles de precio, control de cambio, dogmatismo, corrupción e ignorancia en el manejo de la cosa pública. La realidad es que el PIB caerá en más del 10%.
La realidad es que el 97% de los dólares que le ingresan a Venezuela provienen del sector petrolero. En los últimos 18 años el rentismo petrolero se ha exacerbado como nunca.
La realidad es que destruyeron a PDVSA. La endeudaron a más no poder. Le despidieron a su personal más calificado. La politizaron. Le cambiaron su misión. La colocaron al borde del default. Le hicieron perder sus mercados más importantes. Degradaron sus instalaciones al no darle mantenimiento. La hicieron trizas. Al llegar el chavismo al poder, Venezuela producía 3.700.000 barriles diarios de petróleo; hoy apenas 2.000.000. Lo que había sido una asombrosa historia de éxitos lo transformaron en una lúgubre tragedia «roja rojita».
La realidad es que con un presupuesto inconstitucional e infinanciable, el régimen se enfrenta a un abismo.
El fracaso del «real socialism».
La realidad es que al igual que todos los demás intentos de «real socialism» (socialismo realista) en el mundo, la versión que se aplica en Venezuela ha producido un empobrecimiento sin precedentes.
Pero a la catastrófica situación económica descrita hay que agregar otra peor: la situación política. Más del 80% de la población, según las encuestas, rechaza al gobierno.
En lo que va del año ha recibido golpes políticos devastadores. Perdieron el apoyo de Argentina y Brasil porque esos países -tal como antes lo habían hecho Paraguay y Honduras- abandonaron el camino populista que venían transitando.
Fueron excluidos del Mercosur, donde Venezuela perdió no sólo la presidencia pro tempore, sino también su condición de miembro pleno y el derecho a voto.
Perdieron su inspiración suprema con la muerte de Fidel Castro y tendrán ahora que manejar las consecuencias de una Cuba que, enfrentada al triunfo de Trump, tendrá que buscar nuevas fórmulas de acercamiento a EEUU. ¿Cómo quedará Venezuela en esa ecuación?
Perdieron el apoyo unánime con el cual contaban en Unasur. Con el cambio de vientos políticos en la región la Organización, concebida por Chavez y Lula, ya no responde a los mismos intereses. Sólo Bolivia y Ecuador lo apoyan incondicionalmente y sus presidentes van de salida. Ya pronto Samper abandonará la Secretaría General y con ello el chavismo perderá a uno de los pocos aliados que le queda.
La OEA ya no es la misma cuyos votos Chávez podía manipular con subsidios petroleros. Hoy el liderazgo de la Organización está en manos de un hombre íntegro como Almagro y no de un oportunista como Insulza. También en el Caribe las cosas han cambiado.
Creyeron que podían manipular al Papa, pero el Vaticano insiste en poner los puntos sobre las íes.
La realidad es que el caso de los «narcosobrinos» pica y se extiende y sus consecuencias serán profundas.
La dura realidad es que cuando se llega a estos extremos, cualquier régimen tiene los días contados. ¿Quién dijo desaliento?
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@josetorohardy