Venezuela

Fieles claman "libertad" y acallan a oficialistas que sabotearon misa del Nazareno

Durante la homilía seguidores del gobierno gritaron consignas que pretendían acallar el mensaje religioso. Urosa Savino pidió que cesara la represión violenta contra la oposición

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 Justo después de que el cardenal Jorge Urosa Savino abandonara la Basílica de Santa Teresa, ubicada en el centro de Caracas, luego de oficiar una misa en honor al Nazareno de San Pablo este Miércoles Santo, seguidores del oficialismo se cayeron a puños dentro del templo contra algunos fieles afines a la oposición.
Fue difícil detallar a los protagonistas, pues la aglomeración de creyentes dentro de la iglesia impedía la movilización de quienes estaban frente al altar. Funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana arrearon a los involucrados fuera de la iglesia, mientras algunos Guardias Nacionales miraban entre atónitos, sorprendidos y perezosos frente a lo que ocurría. Era una masa amorfa que intentaba correrse de un lado a otro de la nave central, impulsada por consignas contrarias.
Unos segundos antes, el cardenal había concluido la celebración eucarística diciendo que “Nuestra salvación está en el Señor Jesucristo”. Frase que tuvo que repetir dos veces seguidas y con ímpetu para acallar un coro de voces que desde el lado izquierdo del templo, accediendo por la entrada principal, pretendían opacar su mensaje de fe y esperanza.
Fue como ver un contrapunteo llanero dentro del templo. Mientras Urosa decía: “Pidamos a nuestro señor Jesucristo que podamos resolver nuestras diferencias de manera pacífica y democrática”; el grupo respondía desde los banquillos: “¡Fuera de aquí!”, “¡Viva Maduro!”, e incluso llegó a cantar: “¡No, no, no basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz!”, la famosa letra de una de las canciones de Alí Primera.
En la cara de los fieles se conjugaba asombro, temor y estupefacción. Una señora dijo: “Perdónalos, señor, ellos no saben lo que hacen”, imitando el discurso de Cristo. Mientras que otra chica joven le decía a su novio: “Tengo miedo”; segundos antes de que comenzara el forcejeo. En una especie de refriega que se calmó luego de que algunos policías separaran a los fieles enfrentados y los sacaran del templo.
Antes de esto, el discurso de Urosa se concentró en clamar por la paz en Venezuela, rechazar las agresiones registradas en días recientes contra la oposición y deplorar la violencia en todas sus formas.
“No es posible decir creo en Dios pero hago lo que me dé la gana. Eso es una contradicción. Creer en Jesucristo significa cumplir su palabra y sus mandamientos. Así no existirá el desorden, los problemas y la maldad. Cómo es posible que en días pasados unos criminales mataron a un hombre religioso que trabajaba en el servicio de los ancianos, lo mataron como a un cochino. Eso nunca antes se había visto. Tampoco el tema de la corrupción, que nos afecta a todos”, dijo.
En tercer lugar pidió por el fortalecimiento de las familias cristianas y animó a los concubinos y a las parejas de unión libre para que formalicen sus relaciones a través del matrimonio eclesiástico.
Insistió en la necesidad de amar el prójimo y respetar la vida: “Un cristiano no puede matar. Rechazamos la pena de muerte pero también el aborto”; en una exhortación que se ha hecho frecuente por lo menos en las misas del Nazareno de los últimos cinco años, pero que solo este Miércoles Santo desbordó en aplausos en toda la Basílica de Santa Teresa, cuando dijo a las 12:46 de la tarde que era importante que cesara la represión a las manifestaciones: “La represión no puede ser violenta como ha sido en estos días. Tenemos que buscar la convivencia y tener como centro los mandamientos de Dios y la Constitución Nacional”.
 
Los aplausos enmudecieron al propio prelado que tuvo que alzar la voz para recomendar a los creyentes “seguir un combate espiritual”, el cual incluiría oraciones, sacramentos, prácticas religiosas, ir a misa todos los domingos y santificar las fiestas.
En una de sus últimas exhortaciones, Urosa Savino dijo a los asistentes que pidieran a la Santísima Virgen para que ella les permita escuchar la palabra de Dios y cumplir su voluntad; y así vencer la delincuencia y la violencia política y social; ante lo cual la “barra oficialista” insistió en el “¡Viva Maduro!”. Fue allí cuando Urosa, exhibiendo mucha templanza, pidió respeto por el acto religioso.
Pero el silencio duró solo unos minutos mientras mostraba el cuerpo de Cristo, la hostia consagrada, y algunos fieles comulgaron. Luego de esto el verso de Alí Primera hizo recordar por instantes un Aló Presidente transmitido desde VTV; pero la mayoría, la gran mayoría de los asistentes, aplaudieron y gritaron a viva voz: “¡Libertad!, ¡Libertad!, ¡Libertad!”. Un clamor que fue más fuerte que la alharaca pretenciosa que osó envalentonarse dentro del templo. Los revoltosos fueron sacados de Santa Teresa y a los minutos entraron más fieles a escuchar la siguiente misa que a cada hora se repetirá durante toda la jornada.
La talla color papelón del Nazareno siguió allí: flanqueada de orquídeas, con su traje púrpura, sus borlas doradas y su corona de espinas. Magnánimo, inmutable y hermoso, aún y en medio de los gritos.
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