Venezuela lo vio. Hans Wuerich se plantó, como muchos, frente a las tanquetas de las fuerzas de seguridad del país. Con un mohín plañidero, de sufrimiento, le dio la cara a su verdugo: la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). En medio de ese campo de batalla, en el que se convirtió la autopista Francisco Fajardo el jueves 20 de abril, día que la oposición llamó a protestar en contra del gobierno de Maduro, miles que atendieron el llamado distinguieron una gran diferencia —más bien desventaja— entre Wuerich y los esbirros vestidos de verde. Hans se mostró sin atavíos. No es nudista, tampoco un modelo del fotógrafo Spencer Tunik, no. Es un manifestante más. Como dios lo trajo al mundo, sin pudores, sin bochornos, solo con una biblia en la mano, mediaba con la represión. Su desnudez impactó a todos: a la oposición, al Gobierno, a medios internacionales. Unas pocas horas bastaron para cambiarle la vida a este personaje, que ya tiene incluso quien le maneje los encuentros con la prensa. A sus 27 años toma su cuarto de hora. La fama que no imaginó; la que lo anima a dar su testimonio.