Venezuela

La Unidad está montada en la trampa chavista

Esta crisis la provocó el chavismo. Hace un mes, la calle dormía. Enredados en sus conflictos internos, los partidos de la Unidad lanzaban candidatos presidenciales y asumían los requisitos del Consejo Nacional Electoral para su renovación. Todos parecían conformarse con los comicios regionales. Ya 2018 no parecía tan lejano. Y en eso llegó la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia.

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En realidad, las marchas de estos días han tenido tres convocantes: los magistrados del TSJ, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, y la fiscal general, Luisa Ortega Díaz. Los primeros encendieron la chispa, el segundo avivó el fuego y la tercera lo puso rojo rojito.
Luego, entró en escena el presidente Nicolás Maduro para apagar el incendio con un bidón de gasolina. Represión, inhabilitaciones y ahora, Constituyente. La revolución bloquea la salida electoral, renuncia a la OEA, embiste a sus adversarios y traslada el conflicto a su terreno preferido: el de la violencia.
La oposición se lanza a la calle. O la lanzaron. Quien tiene el poder impone las condiciones. En 2016 el juego se llamó diálogo. Ahora lleva por nombre dictadura. Maduro redobla la apuesta y liquida la política. Todo o nada. Ante la ofensiva del régimen, la Unidad llama a tomar la autopista. Allí se puede avanzar por el canal rápido o terminar varado en el hombrillo. La protesta es necesaria, pero no suficiente. Aquellos que solo contemplan la posibilidad de que las manifestaciones desgasten al Gobierno y provoquen fracturas definitivas en el bloque chavista, evitan pronunciar la expresión “o viceversa”.
Sin una agenda clara de acción, la oposición luce entrampada. Por eso, surge la pregunta: ¿cómo sobrevivir a esta celada e impulsar la transición? La Unidad ya ha definido qué no hará. Se abstendrá de convalidar el fraude de la Constituyente corporativa. Ahora debe definir qué sí hará, además de convocar a diario marchas que jamás llegan a su destino. La hoja de ruta política tiene que mostrar un rumbo claro. Y esa meta sí debe alcanzarse.
Maduro parece estar dispuesto a imponerse a sangre y fuego. Un tipo que habla de “inflación inducida” y que promete congelar los precios, debe tener problemas para calcular el “costo de la represión”. Con una consulta electoral a su medida, el Jefe de Estado pretende fulminar la Carta Magna de 1999 para dar sustento legal a la dictadura y perpetuar al régimen en el poder. En su discurso orwelliano, el chavismo propone una “salida” –la Constituyente- que es la puerta de entrada a una etapa de mayor conflictividad y violencia. La respuesta de la Unidad debe ser del tamaño de la amenaza que se cierne sobre la vida de la República. Resistir, movilizar y, sobre todo, hacer política.]]>

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