La muerte de Miguel Castillo cambió las consignas por letanías
Las Mercedes pasó de sitio de fiesta a epicentro del dolor. Una caminata partió desde el Colegio San Ignacio hasta el Centro Venezolano Americano para honrar a Miguel Castillo Bracho, asesinado el 10 de mayo cuando protestaba contra el gobierno de Nicolás Maduro. Es el segundo joven que pierde la vida en el lugar, tras el músico Armando Cañizales.Cinco minutos antes de que Miguel Castillo Bracho fuera asesinado con un proyectil que le impactó en el tórax, se adentró en la línea de fuego para salvar a Simón García de un enfrentamiento con la Guardia Nacional Bolivariana, que reprimía la protesta opositora que pretendía llegar al Tribunal Supremo de Justicia.
“Él me ayudó a salir. Él me rescató. Le di las gracias y le dije ‘cuídate’. Seguí de largo y a los cinco minutos tuve que devolverme porque me dijeron que lo habían matado. Uno no se espera que estas cosas pasen”, dijo Simón a El Estímulo.
Miguel, de 27 años de edad, cayó el 10 de mayo en Las Mercedes, en Caracas. Era comunicador social. Se graduó en enero pasado en la Universidad Santa María y había dejado su trabajo en Canal i para emprender un proyecto personal que le permitiera abandonar el país en los próximos meses.
Simón, su amigo de la infancia y compañero de carrera, contó que el muchacho se planteaba irse a Argentina o a Chile. “Siempre fue súper guerrero, estuvo presente en todas las marchas, nunca abandonó una lucha. Él representaba a Colinas de Bello Monte y yo estoy en el grupo de Prados del Este. Luchó hasta el final”. Las Mercedes pasó de ser la zona de moda para salir de fiesta a convertirse en el epicentro del dolor. Miguel es el segundo joven asesinado en el lugar, tras un mes y medio de protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro. El 3 de mayo, casi en el mismo sitio -y las autoridades presumen que con el mismo tipo de proyectil- mataron al músico Armando Cañizales, de 18 años de edad.
Un día después del asesinato, la familia Castillo Bracho encabezó una caminata desde el Colegio San Ignacio de Loyola hasta el punto en el que murió Miguel. A las 10:15 am comenzó la procesión. Los padres del muchacho hicieron el trayecto en carro. Llevaban las ventanas abajo, desde donde se les veía llorar y hacia donde cada tanto se les acercaban personas, incluso transeúntes para darles palabras de consuelo.
Su hermana Luisa, en cambio, caminó entre la multitud. Iba tomada de manos con su novio, que no la soltó en ningún momento. Delante, los amigos más cercanos de Miguel llevaban desplegadas las banderas del colegio y de Venezuela, y se turnaban cuando el llanto los sobrepasaba.
Ignacianos de todas las edades se acercaron a abrazarla. Luisa tenía guindada en la espalda una camiseta con el número 36. Era el uniforme que su hermano utilizaba para jugar sóftbol con el equipo Cabañeros, que había conformado con exalumnos del San Ignacio. Estudió en ese colegio hasta cuarto año, y terminó el bachillerato en el Promesas Patrias.
El shock inicial no le permitía a nadie hablar de sus recuerdos con Miguel. Apenas al nombrarlo, las lágrimas brotaban en los ojos de sus más allegados.
«Lo único que te puedo decir es que Miguel era un ángel. Queremos justicia”, dijo Luisa mientras caminaba. Lo hacía arropada por una muchedumbre que vestía de negro o con franjas rojiblancas, los colores del San Ignacio y del Caracas Fútbol Club, del que él era fanático.
Daba igual si quienes estaban ahí lo habían conocido directamente o si solo se habían solidarizado porque eran parte de alguna de las comunidades a las que el muchacho había pertenecido. Todos se secaban las lágrimas y guardaban silencio, quizás con un poco de rabia.
Mientras la procesión atravesaba el municipio Chacao, la gente solo hablaba, y en voz muy baja, para responder los rezos del rosario. El padrenuestro y el avemaría se repitieron incansable e inconsolablemente.
Al alcanzar la avenida Francisco de Miranda, la multitud se había triplicado. Desde el camión que lideraba la caminata pidieron que se hiciera un minuto de silencio en honor a Miguel. Realmente no hacía falta: el golpe de esta nueva muerte, que se sumó a 38 ya lloradas, mantuvo casi todo el tiempo a la gente callada.
Luisa caminó firme todo el trayecto. Sin embargo, nada más pisar la avenida principal de Las Mercedes y divisar a lo lejos el punto en el que murió su hermano, se quebró. Los abrazos no faltaron para confortarla, pero ninguno era el de su hermano.
Se hizo un alto en el lugar en el que los paramédicos recogieron a Miguel, lo montaron en una moto y lo trasladaron a la Policlínica Las Mercedes, a donde llegó sin vida.
El homenaje frente al Centro Venezolano Americano no se limitó solo al asesinato más reciente. Con las manos levantadas hacia el cielo, los asistentes pidieron por cada caído durante el último mes y medio. “Esta lucha es de todos. Y tenemos que seguir en ella hasta lograr la libertad de Venezuela”, dijo el padre, antes de pedir que se entonaran las notas del himno de San Ignacio.
El toque de corneta sentenció la parada. Los manifestantes siguieron hacia la plaza Alfredo Sadel, donde se ofició una misa que contó con la presencia del alcalde de Baruta, Gerardo Blyde; Carmen Elena Bracho, madre de Miguel y directora de Recursos Humanos de la alcaldía; el padre, la abuela y la hermana del muchacho.
“Lo conocí desde chiquito. Jugamos en el mismo equipo de softbol. Era tremenda persona y muy alegre. Vinimos vestidos con el uniforme, haciéndole honor al deporte que era lo que a él le gustaba, y en representación de su hermano Juan”, dijo Carlos Adriansi. Juan Castillo, hermano mayor de Miguel, está volando a Venezuela desde Chile para encontrarse con su familia.
Cuatro horas después de haber salido del colegio, los ignacianos, los alumnos de la USM y los familiares de Castillo Bracho se fueron a darle el último adiós en la capilla 1 del Cementerio del Este donde será enterrado. La muerte de Miguel cambió, al menos por un día, las consignas por letanías.
"Hay un pronostico de condena contra este sargento que vulneró los derechos humanos de David Vallenilla", dijo Tarek William Saab este jueves cuando informó que la Fiscalía presentó un conjunto de pruebas contra el militar que disparó contra el joven en La Carlota. El caso forma parte del expediente de Venezuela en la Corte Penal Internacional
"El Ministerio Público, en uso de sus atribuciones constitucionales, apelará en las próximas horas la decisión del Tribunal 15 de Juicio del Área Metropolitana que absolvió al sargento Arli Cleivi Méndez Terán, responsable del homicidio de David Vallenilla", indicó el funcionario en su cuenta de Twitter
Enzo Franchini Oliveros fue acusado de homicidio de Orlando Figuera, un joven de 22 años de edad quemado vivo durante las protestas contra el régimen de Nicolás Maduro. Franchini fue arrestado el lunes en Getafe, Madrid y el régimen chavista solicitó a España extraditar al acusado.