FOTOS | Sigue la represión en Altamira tras 66 días de protestas

Desde muy temprano, los efectivos de la Guardia Nacional y la Policía Nacional hicieron acto de presencia en las inmediaciones de la Plaza Altamira, en donde arrestaron a un grupo de personas que dormitaba en ese lugar. Incluso, funcionarios armados bajaron hasta la entrada del Metro de Caracas, donde esperaban ciudadanos a que abrieran las puertas del subterráneo.
A pesar de que fue convocado un «plantón», que en otras oportunidades habían dejado que se desarrollado con normalidad, fue la primera vez que los efectivos de los distintos cuerpos de seguridad reprimen desde muy temprano.
Además de las denuncias sobre varios robos, entre ellos el que sufriera el equipo  reporteril de  TV Venezuela, por parte de funcionarios de seguridad, los integrantes de la denominada «Resistencia» se mantuvieron en franca batalla con los efectivos policiales  y castrenses, que esta vez atacaron con más rudeza a quienes se defienden con escudos de madera, palos, piedras y bombas molotov.
Los manifestantes tomaron otro camión, esta vez de verduras, en la parte sur de Altamira para hacer frente a los efectivos de seguridad. Unos sentados con actitud desafiante y otros con sus escudos y siempre con los rostros cubiertos, se embarcaban en una nueva arremetida contra los funcionarios.

Mientras, otro de los manifestantes, con mirada amenazante y ataviado con una bata blanca y guantes, observa con mirada de odio mientras es capturado por la lente fotográfica.

La batalla, siempre desigual, no deja de ser sentida por aquellos que participan en ella. Un joven con una bomba molotov encendida es el protagonista, mientras que sus compañeros observan la acción de sus contrincantes.



La reacción de los cuerpos de seguridad no se hace esperar. Como si fuera la caballería en las películas de los indios contra los vaqueros, se hacen presente y arremeten contra los manifestantes, empuñando las armas antimotines y cubriéndose con el humo de las bombas lacrimógenas, se acercan vertiginosamente a los que los adversan para hacer las detenciones respectivas.


Entretanto, los voluntarios de la «Cruz Verde» atienden en lugares improsivados -como si de una guerra se tratara- a los afectados por la represión, bajo la incertidumbre de si serán atacados por los cuerpos de seguridad, creyendo que están haciendo alguna acción en contra del orden público.


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