Venezuela

Causas que explican el inesperado resultado electoral

La estruendosa disonancia entre el clamor nacional y los resultados publicados por el CNE es lo que alimenta las sospechas de fraude en las recientes elecciones de gobernadores.

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FOTO: ARCHIVO EFE | Cristian Hernández

¿Cómo explicar unos resultados abiertamente a contrapelo de todo lo que pronosticaron las encuestas? ¿Cómo justificar una votación que no guarda ninguna sintonía con el creciente malestar y descontento que se percibe a lo largo y ancho del territorio nacional? ¿Cómo racionalizar unos resultados tan favorables a un gobierno al que se le responsabiliza de la debacle de la economía y del empobrecimiento generalizado de la población?
El fraude hay que demostrarlo y no suponerlo

Estaba claro que la MUD correría en desventaja frente a los candidatos del oficialismo que contaban con un electorado cautivo, alimentado por la base clientelar del gobierno, así como la subordinación del CNE, TSJ y ANC, el abuso de los recursos públicos, la coacción burocrática y el amedrentamiento a los beneficiarios de las dádivas y prebendas del gobierno.
Como suele ocurrir en cada elección que pierde la oposición, la primera reacción es la de cantar fraude para explicar unos resultados electorales que contradicen lo vaticinado por las encuestas. Cantar un fraude que luego no se demuestra siempre ha sido la explicación más fácil y cómoda del perdedor.
El fraude como alteración de los votos realmente emitidos solo es demostrable si se comprueban delitos electorales y recurrentes inconsistencias entre las actas de mesas y centro de votación, en una escala suficiente para cambiar los resultados. Por lo tanto, sí se va a cantar fraude, las denuncias deben venir con la sustanciación correspondiente de la irregularidad detectada.
En caso de que exista fraude, este se puede demostrar al comparar las actas de cada mesa con los resultados oficiales. Pero -salvo en el caso del estado Bolívar-, no hay indicios de fraude en el sentido tradicional del concepto, es decir, como robo o alteración de los votos. Los expertos de la MUD que participaron en el proceso de verificación y control reconocen que es imposible que un sistema electoral auditado 14 veces permita modificar los votos. Ellos mismos descartan la posibilidad de fraude en el proceso de votación, conteo de votos y transmisión de los datos al centro de totalización.
En consecuencia, la posibilidad de fraude la reduce a las actas manuales y es allí donde el trabajo de auditoría se debe concentrar.

Las auditorías avaladas por los técnicos de la MUD lo que confirman es que los votos del GPP-PSUV que se transmiten por la vía de las actas automatizadas son reales. Otra cosa es la reciente duda que ha surgido en el estado Bolívar con las actas manuales que presuntamente fueron alteradas para favorecer al candidato oficialista que finalmente fue proclamado como vencedor. Además de la fortaleza tecnológica en el acto de votación y transmisión de datos, resulta muy riesgoso y poco probable que se pueda cometer fraude en mesas con testigos que vigilan, cuidan y firman lo que finalmente se asienta en el acta.
Por eso, comprobar el fraude es una tarea fácil si se dispone de todas las actas para constatar los resultados oficialmente anunciados. De modo que, en 22 de los 23 estados, los resultados anunciados reflejan los votos realmente emitidos por los electores. ¿Cuánto más podrá sostener la MUD las denuncias de fraude si las actas recibidas y suscritas son consistentes con los resultados anunciados oficialmente?
No hubo fraude pero si ventajismo y abuso de poder

En lugar de denunciar un fraude generalizado que le resultará difícil de demostrar, el reto de la ciudadanía opositora en denunciar el ventajismo y abuso de poder que incidieron en el resultado electoral. Está a la vista el ventajismo oficialista y el abuso de poder. Desde el retraso en la convocatoria hasta el cambio de la fecha anunciada, pasando por la inhabilitación de candidatos, la negativa a actualizar el tarjetón y los cambios de última hora en los centros electorales, son parte de las maniobras de las que el oficialismo se valió para crear confusión y desanimar al electorado opositor.
El fin último del gobierno es aferrarse al poder a cualquier precio. Para sacar ventaja abusa de los recursos públicos y manipula las instituciones y reglas. Y lo hace sin el menor escrúpulo.
Entre las maniobras desplegadas por el gobierno para sacar ventaja en la contienda electoral se pueden mencionar las siguientes:

1. Retraso de un año en la convocatoria y realización de las elecciones de gobernadores.
2. Uso de recursos del Estado para promover sus candidatos y movilizar votos en favor del oficialismo.
3. Obstrucción en la sustitución de candidatos retirados para actualizar el tarjetón, lo que confundió a electores desinformados y generó votos nulos que perdieron los candidatos de la Oposición.
4. Cambios en la dirección 48 horas antes de la elección de centros históricamente favorables a la Oposición, cuestión que obligó a la intempestiva migración de millares de electores, muchos de los cuales no se enteraron del cambio.
5. Mesas que no abrieron oportunamente por interrupciones del servicio eléctrico, máquinas dañadas y otros retrasos injustificados.
6. No uso de la tinta indeleble que facilitó el delito electoral del voto múltiple por parte de un solo elector.
7. Amenazas y coacción a empleados públicos y beneficiaros de las misiones sociales que fueron movilizados por funcionarios del gobierno y obligados a votar bajo la mirada de dirigentes del PSUV.
8. Intimidación por parte de grupos violentos que acecharon centros electorales y provocaron que electores atemorizados regresaran a sus casas antes de votar.
9. Prórrogas irregulares para facilitar a última hora la movilización por parte del oficialismo de sus electores rezagados.
10. Obstaculización de la verificación ciudadana para garantizar la consistencia entre los votos emitidos y el resultado transmitido.
11. La ausencia de observación electoral nacional e internacional, imparcial y confiable.
A la combinación de estos factores se atribuye en gran medida la escandalosa disonancia entre las proyecciones de las encuestas y modelos, así como con los resultados históricos de centros y mesas electorales.
La MUD cavó su propia fosa

La MUD estaba consciente que corría en desventaja. Y lo hizo dividida y debilitada, plagada de intrigas, desarticulada por innumerables desencuentros tácticos y estratégicos.
Fue a las elecciones inscribiendo innumerables candidatos que luego no pudo retirar y por esto confundieron al elector. A diferencia de las Parlamentarias del 2015, la MUD no contó esta vez con un centro de dirección estratégica y se lanzó a competir con un feroz y rudo rival que la devoró.
La abstención: para muestra un botón

En este resultado electoral hay que tener muy en cuenta el impacto que tuvo la abstención de cerca de 2 millones de opositores. La sumatoria del ventajismo y la abstención hizo la diferencia y explica en gran medida los inesperados resultados.
Los líderes de la oposición que llamaron a no votar contribuyeron a la reducción del caudal de votos que logró la MUD en las Parlamentarias de 2015, en las que sumó 7.776.066 votos, en comparación con los 4.852.353 votos que obtuvo en las elecciones de gobernadores de 2017.
En dos años, la MUD perdió 2.873.713 votos. Los abstencionistas lograron esta cosecha en la frustración de los votantes que apostaron a la vía insurreccional y creyeron que, con las movilizaciones de calle, Maduro y su gobierno se irían este mismo año.
Más de un centenar de muertos –la mayoría jóvenes menores de 20 años-, centenares de heridos y miles de presos y perseguidos dejaron una profunda decepción en los seguidores de la MUD que se sintieron defraudados y traicionados por una dirigencia que los llevó -como carne de cañón- cuando dijo que la salida era por la vía insurreccional y luego dio un inesperado bandazo al atender la convocatoria a elecciones que hizo el gobierno a través del CNE y de la ANC.
Si la dirigencia de la MUD hubiese sido capaz de controlar a los extremistas y evitar la fallida línea insurreccional que desembocó en el llamado a la abstención, y desde un primer momento se hubiese concentrado en seguir la ruta democrática que retomó cuando decidió participar en las Parlamentarias de 2015, acumulando fuerzas a través de las elecciones, los resultados en las elecciones regionales le hubiesen sido muy favorables.

Si bien el promedio nacional de la participación electoral fue alta, la abstención focalizada en bastiones de la oposición como Miranda, Lara y Carabobo facilitó el triunfo de los candidatos oficialistas. En estos estados, la diferencia fue relativamente estrecha y dejó claro el daño de los llamados a la abstención. Para muestra un botón, veamos cómo se comportó la abstención electoral en los municipios más poblados del estado Miranda que son una tradicional fortaleza de la oposición: Chacao: 56,89%; Sucre, 46,72%,; Baruta, 52,21 %; El Hatillo, 49,74%
Todas estas maniobras por parte del CNE, aunado al ventajismo del gobierno que puso al servicio de sus candidatos los recursos públicos, también contribuyen a explicar la derrota que sufrió la MUD. Pero son las divisiones de la Oposición, el llamado a la abstención y los errores de la dirigencia de la MUD los que realmente explican su precario resultado electoral.
El país opositor a la deriva

En un estado de desmoralización de sus seguidores, división de su liderazgo y debilidad organizativa, la MUD decidió competir contra el ventajismo oficialista creyendo en lo que decían las encuestas. Estaba convencida de que aun así ganaría 2/3 de las 23 gobernaciones. A sabiendas de que el gobierno apelaría a cualquier clase de maniobras para correr con ventaja en la contienda electoral, aun así la MUD decidió participar. Esta decisión es la que Luis Almagro no ha dejado de cuestionar, al valorarla como útil y funcional para lavarle la cara a un gobierno acusado de autoritarismo y dictadura
La dirigencia de la MUD vive dando bandazos. Unas veces toma la vía democrática y pacífica, se concentra en participar en las elecciones –tal como lo hizo en las Parlamentarias de 2015-, para avanzar en un proceso gradual de acumulación de fuerzas; pero otras veces se deja llevar por los factores extremistas que se empeñan en apresurar la caída del gobierno a través de movilizaciones de calle que terminan en una espiral de violencia y solo dejan un saldo trágico de muertos, heridos presos, perseguidos y exiliados, sin contar los descomunales daños materiales.
El costo político de semejante incoherencia ha sido muy alto para la MUD. Representa una de las principales causas que le impidieron reeditar en las elecciones de gobernadores de 2017 el contundente triunfo electoral que logró en las parlamentarias de 2015. Pareciera que la euforia desatada en cada triunfo electoral la desvía por el atajo insurreccional, pero la frustración que queda al no tomar el poder, desmoraliza e inmoviliza a sus seguidores que prefieren abstenerse en la próxima elección.
La derrota sufrida por la MUD en las elecciones de gobernadores se engendró en cuatro meses de voluntarismo extremista que dividió a su dirigencia, desilusionó a sus seguidores y desmovilizó a sus bases de apoyo electoral. La creciente frustración y desesperanza desemboca en la parálisis que termina siendo viento a favor del oficialismo, quien ahora se dispone a arrasar en las elecciones de alcaldes que seguramente convocarán para finales de este año.
El oficialismo exprimirá la euforia triunfalista que ahora disfruta y para ello aprovechará a una oposición que nada entre dos aguas. Por un lado, los que a pesar de lo que diga Luis Almagro seguirán participando en desventaja en cualquier elección que se convoque. Por el otro, los que llamarán a la abstención y convocarán a una nueva ola de protestas en la calle.
Los primeros entienden la lucha política como un proceso gradual de acumulación de fuerzas por la vía pacífica a través de la participación en cada elección; mientras que en los segundos están convencidos de que los actuales gobernantes nunca entregarán el poder, y por eso son dominados por una visión inmediatista y voluntarista que los induce a plantea la conquista del gobierno a través de la vía insurreccional.]]>

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