En la Venezuela de hoy, los estudiantes vuelven a tomar un rol protagónico como representantes de la fuerza que se rebela contra el régimen, en este con texto, oficialista liderado por Nicolás Maduro. Nuevamente los cuerpos jóvenes se atrincheraron en las avenidas y calles del país cuando las protestas estallaron a nivel nacional y fueron precisamente ellos quienes representaron el mayor número de víctimas de abusos y maltratos por parte de fuerzas de seguridad del estado.
Dentro de los recintos universitarios, la trinchera se transforma. Los estudiantes ya no se enfrentan a bombas lacrimógenas y militares pisando sus botas; sino a comedores sin abasto, instalaciones sin mantenimiento y aulas que cada vez se quedan más vacías. Ya no son tantos quienes reciben las clases ni tampoco quienes las dictan. Sin embargo, algunos aún se quedan y aspiran a algo mejor.
Hoy, en conmemoración al Día del Estudiante Universitario, en El Estímulo hablamos con dirigentes estudiantiles sobre los retos actuales a los que se enfrenta la academia.
Para Samuel Díaz, presidente de la Federación de Centros de Estudiantes de la Universidad Metropolitana (Unimet), el mayor reto al que se le tiene que hacer frente “es tener un pensum que esté actualizado y pueda adaptarse a la realidad tan cambiante que vive el país día a día”, aunque no deja de lado que también debe brindar “soluciones a corto plazo y cimientos para que las generaciones futuras no pasen por los problemas que pasamos hoy en día”.
En la Universidad Simón Bolívar (USB) se suspendieron dos servicios al estudiante por falta de recursos necesarios que debiera enviar el Ministerio de Educación para su mantenimiento: el comedor y los transportes. Para el presidente de la Federación de Centros de Estudiantes del recinto, Daniel Ascanio, los retos no solo son para quienes encabezan la institución académica sino también, y sobre todo, para los estudiantes.
“El hecho de ser estudiante implica un subsistir diario con transportes que no funcionan, por ejemplo. Hoy en día, hay una gran migración de parte de los estudiantes por razones diversas como no encontrarse con una universidad dotada adecuadamente para su formación o también estudiantes que se retiran de la carrera porque deben llevar dinero a su casa”.
Ascanio también detalla la dificultad de acceder a lo que llama “mecanismos que permiten el estudio” como lo es la compra de los libros necesarios para la clase. “Un libro básico en la USB cuesta 150 mil bolívares, cuando en un trimestre se ven, al menos, cuatro materias habría que comprar cuatro libros, un total de 600 mil bolívares. Entonces el hecho de estudiar se ha convertido en un acto de resistencia”.
Para el también estudiante, la academia se enfrenta con el reto de “poder salir adelante en medio de un país en el que a los gobernantes no les interesa invertir en educación. La única manera que tenemos es seguir unidos y labrando en crear comisiones y oportunidades para los estudiantes con el fin de encontrar una salida a esta grave crisis. Es una responsabilidad no solo con lo académico sino con el país”.
Santiago Acosta fue el Consejero Universitario de la UCAB en el período 2016-2017 y considera que para las universidades y la academia, el principal reto lo pone el gobierno de Nicolás Maduro. “Es enfrentarse a un régimen que hoy no permite a los ciudadanos pensar libremente y reflexionar, innovar, desarrollarse como individuos y construir un país”.
Para Acosta, la universidad debe alzar la voz y de volver a ser quien “irrumpa en la opinión pública con propuestas e ideas contundentes” frente a lo que se vive en la sociedad venezolana.
“Los venezolanos estamos sumidos en una crisis que no nos permite ver más allá de los aumentos de precios, la inseguridad e incertidumbre diaria, la búsqueda insaciable del efectivo y el lamento por los que ya no nos acompañan. La academia debe ser quien promueva el debate, la discusión de ideas para que seamos los mismos venezolanos quienes nos dispongamos a actuar y cambiar nuestra realidad en busca de soluciones que beneficien el progreso del país”.
Acosta recuerda que hay una generación que debe continuar para “no perder en la opresión y en el desconocimiento de algo diferente a un régimen que ha buscado sumirnos en la ignorancia”.
Para él, el alcance de la academia no se circunscribe únicamente al recinto universitario. “Debemos ir más allá, buscar a esas personas en situaciones que no les permiten acceder a la educación para formarlas también y construir así una generación que en el mediano plazo pueda sacar adelante este país adelante”.
La precaria situación dentro de las universidades no solo se mantiene en la capital del país, pues recintos como la Universidad del Zulia (LUZ) o la Universidad de Los Andes (ULA) también han tenido que enfrentar escenarios de escasez.
El presidente de la Federación de Centros de Estudiantes de la ULA, Jorge Arellano concuerda con Ascanio en afirmar que “ser estudiante hoy en día en Venezuela es un lujo”. Para él, el mayor reto que enfrenta la academia, haciendo hincapié en las universidades públicas, es la deserción estudiantil.
“La situación política y económica del país obliga a que los estudiantes busquen avanzar y tener un mejor futuro en otras fronteras. Esto ocasiona que muchos dejen la universidad y eso es alarmante porque a pesar de que quieran seguir avanzando en el plano académico, el país no lo permite”.
Arellano enumeró algunas de las realidades a las que los estudiantes deben enfrentarse hoy en día: “no tenemos comedor, un buen pasaje estudiantil para llegar a las aulas, nuestros compañeros se mueren de hambre, no tenemos un buen servicio de salud”.
Lo que antaño era una fiesta para conmemorar al estudiante , hoy en día es un recuerdo de lo que alguna vez fue en Venezuela. El comedor de la UCV rompió su tradición de servir un almuerzo del Día del Estudiante y parece que el venezolano, rompió su tradición de honrar a quienes lucharon por un mejor país en 1957.]]>