El mensaje llegó al celular de Marbelis Barrios, quien viajaba desde la estación Zoológico con rumbo a Sabana Grande para hacer unas diligencias. Son las 10:30 a.m. y el vagón recorre la estación Maternidad y ella explica que desde que bajó al subterráneo este lunes no ha visto una gran cantidad de personas. Sin embargo, cuenta que su madre tuvo que tomar un autobús porque el colapso a las 7:00 a.m. en Zoológico era «insoportable».
Este caos fue el mismo que reportaron usuarios de la Línea 2 por Twitter. Pero en el resto de las líneas del sistema subterráneo la desidia era la habitual de siempre, surgida por años de descuido, incompetencia e improvisación de parte de la directiva del sistema ferroviario, según denuncias recogidas por El Estímulo entre operadores y ex trabajadores.
Desde el asiento de uno de los vagones, y en medio del calor por la falta de aire acondicionado, Barrios no se siente extrañada por lo que observa del servicio. Le parece más llamativo que para este ocho de enero -fecha en la que inician las actividades escolares-, el volumen de usuarios no sea el habitual, caracterizado por la dificultad para moverse dentro de los pasillos del tren.
Lo que son habituales son los problemas fuera de los vagones. En la mayoría de las casillas de cobro están vacías por falta de empleados. Muchas escaleras mecánicas no funcionan al igual que los torniquetes. La falta de bombillos se suma a la insalubridad e inseguridad que presentan las estaciones. Esto sin contar con la ausencia de aceites para alejar a los trenes del peligro de un descarrilamiento.
La difusión de unas cadenas por Whatssap de unos supuestos trabajadores, asegurando una paralización total del sistema resultó ser mentira. Esto le causó preocupación pero no extrañeza a Barrios, que ya ve habitual la decadencia de un sistema de transporte que fue uno de los más modernos de América Latina en su momento.