Aunque confesó estar «cansado, sobre todo la voz», Rebolledo no dudó «ni un momento» en seguir adelante, según dijo al terminar.
Tras comprobar todas las evidencias que la organización apuntó detalladamente a lo largo de las 24 horas, como descansos o número de asistentes, Sarah Casson, adjudicadora de récords de la organización Guinness, con sede en Londres, otorgó el certificado a Rebolledo.
Con el certificado del récord Guiness en la mano y «sin sueño», Rebolledo se mostró «muy feliz de haber logrado el objetivo» y de que «miles de personas lo hayan seguido a través de las plataformas digitales»
«Yo quería extenderme unas dos horas más, pero había un protocolo y para la organización las 24 horas eran la meta», explicó Rebolledo tras finalizar la clase, que alargó 40 minutos más.
Rebolledo vive exiliado en Estados Unidos desde el pasado julio, y, con esta prueba, quiso difundir «un mensaje sobre la gravedad del crimen organizado trasnacional».
«El objetivo es que las instituciones sean mucho más diligentes y contundentes a la hora de sancionar estos hechos», explicó Rebolledo, que trató temas como el narcotráfico, la trata de personas, el tráfico de armas y de órganos humanos y el lavado de dinero.
Un total de 600 estudiantes se acercaron desde el jueves a las 10.00 hora local, cuando empezó la clase, hasta la mañana siguiente, y fue entre las 03.00 y las 04.00 de la madrugada cuando menos afluencia de estudiantes hubo en clase, poco más de 10.
Este era precisamente uno de los temores de la asociación International Solidarity for Human Rights, organizadora de la prueba, ya que para lograr el récord Guinness era necesario un mínimo de 10 oyentes en el aula.
Con suficientes alumnos y con el profesor «en plena forma», según dijeron los presentes, la preparación a la que se sometió el jurista en los meses previos a la prueba dio sus frutos.
Con derecho a cinco minutos de reposo cada hora, el profesor descansó un total de una hora y 20 minutos en las más de 24 horas que estuvo hablando sin cesar.]]>