Venezuela

¿Qué puede hacer la ciudadanía ante la inercia de los partidos políticos?

En la contienda electoral del año 2000 en Perú, debido al ventajismo del gobierno de Alberto Fujimori, la intimidación al electorado, las amenazas a los funcionarios públicos, los sobornos y compras de votos, la parcialización del árbitro electoral y la amenaza de fraude electoral, Alejandro Toledo retiró su candidatura.

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FOTOGRAFÍA: ARCHIVO | EL ESTÍMULO

Aunque en el boletín oficial Fujimori fue reelecto con 74% de los votos, la crisis política desatada lo obligó a renunciar desde Japón. Ante el ventajismo del gobierno de Nicolás Maduro y la falta de condiciones electorales, la renuncia de Toledo está siendo utilizada como argumento para sustentar el retiro de la candidatura de Henri Falcón.
Los partidarios de esta tesis sostienen que si Falcón finalmente no lograr asegurar las condiciones electorales mínimas de miembros de mesa, testigos electorales y observadores que permitan defender la verdadera expresión electoral de la ciudadanía, se enfrentará al dilema de retirar la candidatura para provocar una crisis semejante a la que generó Toledo en el Perú, o mantenerse en la contienda a pesar de que le será escamoteado el triunfo y -al no contar con pruebas para demostrar el fraude-, se vea obligado a reconocer un resultado electoral muy distinto al que vaticinaban la mayoría de las encuestas.
Condiciones electorales vs condiciones políticas

Ciertamente, desde las presidenciales de 2013, en Venezuela se aceleró el deterioro de las condiciones electorales que ya venía en marcha. Con la elección de Nicolás Maduro por un estrecho y cuestionado margen, el cronograma electoral comenzó a ser manipulado a conveniencia del gobierno.
El referendo revocatorio fue conculcado a través de una maniobra de tribunales de provincia que arrollaron a la máxima autoridad electoral, las elecciones de gobernadores se postergaron a la espera de una coyuntura favorable a los candidatos del oficialismo, luego las de alcaldes se convocaron sin margen de tiempo para elegir candidatos unitarios, la elección de legisladores regionales y municipales está retrasada, y los comicios presidenciales -que constitucionalmente están previstos para finales de este año-, se adelantaron para aprovechar las pugnas internas de una oposición que ni siquiera pudo ponerse de acuerdo en el método para escoger un candidato unitario.
El deterioro de las condiciones electorales también se expresa en la recurrente maniobra gubernamental de inhabilitar o encarcelar candidatos potencialmente ganadores, trapisonda que llega al extremo con la eliminación de la tarjeta de la MUD, la cual se había convertido en el punto de confluencia para movilizar a los opositores independientes que no quieren manifestar su preferencia electoral a través de la tarjeta de un partido político.
Por otra parte, una contienda electoral en buena lid implica igualdad de condiciones en el acceso a los medios de comunicación, pero las frecuentes y abusivas cadenas de radio y televisión le dan una enorme ventaja al candidato del gobierno, el cual se vale además de un creciente control de canales de televisión, emisoras de radio, medios impresos y portales de noticias.
Y, finalmente, el argumento de más fuerza para cuestionar las condiciones electorales es que estos comicios presidenciales fueron convocados por la inconstitucional ANC y no por el CNE, en una fecha que no correspondía, y cuyo ganador de todas formas tendrá que esperar hasta febrero de 2019 para iniciar su mandato, razones por las cuales, cualquiera que sea el resultado, éste no será reconocido por la comunidad internacional.
Quienes cuestionan la falta de condiciones electorales argumentan que ir a votar así es ir a legitimar el fraude que tiene montado el gobierno, toda vez que el mejor escenario para el continuismo oficialista es una participación muy alta. No es lo mismo una elección fraudulenta con 80% de abstención, que con 80 % de participación. Pero la abstención también facilita el continuismo gubernamental, toda vez que al no participar se renuncia a la posibilidad de convertir el fraude en el detonante de una gran protesta nacional que desemboque en la transición política que la Nación reclama.
Sin lugar a dudas, todas estas son señales irrebatibles del deterioro de las condiciones electorales en un país donde no se puede seguir hablando de una polarización política extrema. Maduro carga con el rechazo de cuatro de cada cinco venezolanos. Con una participación masiva del electorado, la oportunidad de derrotarlo es de 80 %.
Pero justo cuando el gobierno de Nicolás Maduro ha registrado su peor calificación y lo más fácil es ganarle una elección, el abstencionismo aparece como la tabla de salvación de un régimen que pretende atornillarse en el poder. De haber logrado un candidato unitario, la MUD habría competido en las elecciones presidenciales, a pesar del ventajismo gubernamental y de la falta de condiciones que ahora utilizan como pretexto para ocultar la mezquindad que ha subordinado el interés nacional a las ambiciones personales de aquellos precandidatos que no pudieron postularse por estar presos o inhabilitados.
Por mucho que sea el ventajismo, triquiñuelas y marañas que el oficialismo despliegue, las condiciones políticas están dadas para derrotar a Maduro, siempre y cuando los electores vayan a votar masivamente. La pregunta que se hacen los ciudadanos que desean una solución pacífica, democrática, electoral y constitucional a la tragedia que vive la Nación es si estas condiciones políticas que se expresan en el colosal rechazo a la candidatura de Nicolás Maduro representa un margen de maniobra suficiente para compensar el deterioro de las condiciones electorales. Veamos:
¿Cuáles son las condiciones electorales mínimas para ganar?

La ciudadanía vota para elegir, pero si votar no permite elegir, el elector se cuestiona si tiene sentido ir a votar. De allí la poderosa consigna de los abstencionistas: “En Venezuela se vota pero no se elige”. Por eso prevalecen dudas acerca de si el voto real de la ciudadanía finalmente se verá reflejado en las cifras definitivas que anuncie el CNE.
Vale recordar que para las elecciones regionales las encuestas daban como ganador a Henri Falcón por un margen superior a 20 %. Sin embargo, según los resultados del CNE perdió por más de 20 %. ¿Cómo evitar que se repita la historia en la que el boletín del CNE no refleja ni las predicciones de las encuestas ni la voluntad de los electores? ¿Qué hacer para que el país que clama por salir de este gobierno vea su voluntad expresada en el boletín oficial del CNE?
El gran reto consiste en activar una eficaz maquinaria electoral. Ir a los comicios sin una red de miembros de mesa, testigos electorales y observadores internacionales que defiendan todos y cada uno de los votos, le terminará dando la razón a quienes advirtieron que ir a votar es ir a legitimar el fraude, toda vez que al sumar los votos de todos los candidatos, el nivel de participación legitimaría un resultado muy distinto al que pronosticaron las encuestas.
Las condiciones electorales mínimas para conjurar la amenaza de fraude se soportan en la maquinaria electoral que se active para vigilar y defender los votos. Y esto no depende de las maniobras y triquiñuelas del gobierno sino de la voluntad del liderazgo político y de la capacidad organizativa de la ciudadanía consciente. Si en lugar de estar apostando a la abstención se llama a participar masivamente y se defienden los votos con miembros de mesa, testigos electorales y observadores internacionales a lo largo y ancho del territorio nacional, es perfectamente posible que el clamor y la soberanía popular se impongan pacíficamente a través del voto.
La abstención es útil al continuismo gubernamental

Al no haber testigos de la oposición en las mesas, aumenta el riesgo de que se abulte la cifra de votos realmente emitidos, tal como ocurrió en la elección de la ANC, cuando a pesar de que la oposición no participó y que las imágenes por televisión evidenciaban una altísima abstención, el CNE anunció la participación de más de ocho millones de electores. La propia empresa encargada de las elecciones por voto electrónico en Venezuela denunció que la cifra de votos anunciados por el CNE fue mayor que la cifra de votos contabilizados por el sistema. Como se recordará, Smartmatic denunció que el CNE pudo agregar al menos un millón de votos más en el resultado final.
El talante autoritario y la deriva totalitaria del régimen seguirán deteriorando las condiciones electorales porque de ello depende su sobrevivencia. La cúpula gubernamental no cederá nada que pueda amenazar su continuidad en el poder, razón por la cual lo que toca es aprovechar el margen de maniobra electoral que aún queda para participar y tratar de ganar. Sin embargo, ayudado por la estridencia del vanguardismo abstencionista que retumba como si fuera mayoría, el agonizante oficialismo puede convertir su precaria minoría en una victoriosa mayoría.
El nivel de abstención será la fuerza que decida si Maduro se queda o se va. Mientras menos participación del electorado opositor, mayor será la probabilidad de supervivencia del régimen. Por eso, las consignas del abstencionismo votar es colaborar, votar es legitimar a la dictadura, votar no es elegir, dictadura no cae con votos, esto es una farsa electoral son muy útiles para prolongar la esperanza de vida de Nicolás Maduro en el poder. Y el régimen sabe que si mejora las condiciones electorales alentará el voto opositor que terminará sacándolo del poder.
Sin acuerdo político no hay transición política

La MUD y Falcón se necesitan para salvar al país de esta tragedia. Falcón necesita a la MUD para armar una poderosa maquinaria electoral que permita defender cada voto en cada mesa. Y la MUD necesita a Falcón para quebrar la inercia decadente en la que la ha hundido el vanguardismo abstencionista. Si no complementan sus capacidades y recursos ninguno de los dos tendrá mañana.
Pero si finalmente se imponen las mezquindades y miserias y no se logra armar esa maquinaria electoral, el fraude está cantado. Mantenerse en la carrera presidencial sería un riesgo muy peligroso que pulverizaría el liderazgo que ladrillo a ladrillo ha venido construyendo Henri Falcón. Sus rivales en la MUD -que no pudieron ponerse de acuerdo ni siquiera en el método para elegir un candidato unitario-, no desperdiciarían esta oportunidad para liquidarlo, presentándolo como un colaboracionista en la prolongación del régimen de Nicolás Maduro.
Si a pesar de los enorme esfuerzos realizados, Henri Falcón concluye que no se pudieron lograr las condiciones electorales mínimas y se corre el riesgo de que la voluntad del electorado no sea reflejada en el último boletín del CNE, el retiro de su candidatura presidencial le dará mucha autoridad, credibilidad y autoridad para liderar la próxima etapa de luchas para restaurar la democracia y comenzar la reconstrucción de Venezuela.
El riesgo es que si se impone el vanguardismo abstencionista, estas pudieran ser las últimas elecciones donde el país pueda votar y elegir. La abstención conduciría al entierro del sufragio libre, universal, directo y secreto, y las condiciones electorales que hoy se reclaman serían sustituidas por elecciones de segundo grado, tal como se ensayó con la elección de los representantes sectoriales a la ANC. La desmoralización resultante solo conducirá a la resignación e inmovilización y la democracia venezolana se habrá perdido.
Si los partidos de la oposición no logran interpretar lo que se juega en este momento histórico y se quedan esperando a que sea la comunidad internacional la que haga lo que a ellos les correspondió hacer internamente, el gran reto de Henri Falcón es hacer ver a la ciudadanía consciente que es ella la que tiene en sus manos la posibilidad real de evitar el fraude y salvar la democracia venezolana, activándose como una poderosa y eficaz maquinaria electoral que llame a participar masivamente y defienda la soberanía popular expresada a través del voto. Todavía hay tiempo. No es momento de pensar en retiradas sino de dejar el alma en la batalla. ¡Seamos realistas, logremos lo imposible!
@victoralvarezr]]>

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