El Producto Interno Bruto (PIB) es de un país es el valor monetario del total de bienes y servicios producidos en él. El Producto Interno Bruto venezolano caerá este año otra vez. Lleva seis años de ininterrumpidos en eso. No hay cálculo internacional que discrepe. El Fondo Monetario estima el descenso en -15%, el Banco Mundial en -14.3%, la Comisión Económica para América Latina CEPAL en -8.5%, Focus Economics en -10,5%. La economía venezolana se ha ido metiendo en un foso profundísimo que el discurso, las políticas, las acciones y las omisiones del gobierno va cavando como si fuera con un taladro de pozo petrolero. Por eso afuera al gobierno no le creen.
Con razón hacen falta 220 salarios mínimos para adquirir una Canasta Alimentaria familiar según el CENDAS-FVM. Doscientos veinte, no leyó mal. Y calcula el economista Jesús Casique que de diciembre a mayo la inflación acumulada ya roza el seis mil por ciento. Eso no es inflación, es hiperinflación.
Y el gobierno contribuye con el desbocado aumento en los precios al mantener tercamente las políticas que lo estimulan y multiplicar la masa monetaria que circula. Dinero emitido pero no impreso ni acuñado, porque este es un país en donde la compra y venta de dinero en efectivo puede ser un negocio fabuloso.
Producimos mucho menos y ahora importamos menos, aún menos que el año pasado y el antepasado, porque el Estado se quedó sin divisas debido a que las gastó desordenadamente, se endeudó o un pequeño grupo de vivos se las apropió.
Los que mandan no pueden resolver esa crisis que han creado, bien porque no creen que exista y prefieren repetir el embuste propagandístico de la “guerra económica”, porque no tienen credibilidad interna ni internacional para acometer las reformas que hacen falta y conseguir el apoyo que hace falta o sencillamente porque no lo creen necesario, ya que ellos viven en una burbuja de abundancia, aislados de la realidad en un pequeño planeta dorado y rojo de lujo y consumos extravagantes.
Que está en juego la mismísima seguridad nacional es obvio. Basta con leer el 326 constitucional, cuyo estudio es obligatorio en universidades e institutos militares. La seguridad de la Nación es corresponsabilidad del Estado y la sociedad civil y además de fundarse en principios políticos y jurídicos, se basa “en la satisfacción progresiva de las necesidades individuales y colectivas de los venezolanos y venezolanas, sobre la base de un desarrollo sustentable y productivo de plena cobertura para la comunidad nacional”.