Alegó que en los primeros meses del año se evidenció una gran presión internacional inédita para Venezuela por parte de Estados Unidos, países de América Latina y de la Unión Europea como producto de la reconfiguración de la oposición venezolana, lo que llevó al reconocimiento de Juan Guaidó y a nuevas sanciones, con el propósito de que esto llevaría a una transición, lo que no fue así porque el régimen de Nicolás Maduro logra permanecer en el poder.
Explicó que la presión tiene sus momentos de menor o mayor intensidad. La tensión y disposición a que Venezuela retome su curso democrático se mantiene. Señaló que en algún momento se llegó a pensar que el cambio en el país se realizaría más rápido y que Estados Unidos podría tomar mecanismos militares para solventar la crisis en Venezuela, lo que pudo haber sido un elemento para la resolución del escenario.
Hizo énfasis en que el gobierno estadounidense insiste en que se llegue a una negociación para la salida de Nicolás Maduro y se abre el espacio para evaluar posibilidades. Sin embargo, hay un gran escepticismo en que avance un proceso de esta naturaleza.
Aseguró que el quiebre militar es “una caja de Pandora” y las negociaciones que se adelantan en Noruega son una respuesta a los hechos del 30 de abril.