Según una publicación de ABC, el modelo de negocio minero lo encarna un grupo de inversionistas privados asentados principalmente en el sector Nacupay de El Callao donde ha sido creado hace un año el Complejo Industrial Aurífero Domingo Sifontes, que preside Eduardo Ribas, un nuevo mecenas del oro vinculado a la familia presidencial Maduro-Flores.
El diario refleja que la «mega estructura industrial» está compuesta por 12 molinos con capacidad de producción diaria de alrededor de 2.400 toneladas que se traducen entre 50 y 80 kilos de oro mensual. Estas plantas operan como procesadoras del material bruto extraído y recuperan el oro mediante cianuración, que en teoría tiene menor impacto ambiental.
«Al principio la idea del Arco Minero era bonita, pero cambió con la llegada de empresas contratistas acostumbrados a la estructura corrupta de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), quienes están intentando monopolizar la industria minera. Todos estos señores son militares retirados o civiles relacionados con el alto gobierno. Solo una o dos empresas son de familias tradicionales reconocidas de toda la vida», dice el empresario.
El «plan oro», bautizado por Maduro, daría ingresos de más de 5.000 millones de dólares anuales al país con la puesta en marcha de 54 plantas procesadoras de minerales.
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