Venezuela

Guaidó... ¿Vamos bien?

Cada vez que Sofía Jurado tiene que disminuir la dosis de alguna de sus cuatro pastillas para la hipertensión recuerda que no "vamos bien". Esa es la iconica frase del líder opositor venezolano, Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por más de 50 países. Sin embargo, a siete meses de esa fecha los indicadores económicos del país remarcan una inflación acumulada de 1.579,2 % según la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora. Y lo más importante es que aún no ocurre el cese de la usurpación.

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Sofía se siente cansada: «Estoy harta de todos los políticos, diría que más de los de oposición, porque siento que juegan a la pelota con uno ¿Cómo es posible que digan que la sonrisa es la mejor arma de rebeldía? ¿Acaso debo sonreír cuando no encuentro Aldactone, Carvedilol o Tensomax?«, se pregunta la comerciante, en alusión a tres de los cuatro medicamentos que usa para controlar su condición.

Daniel Varnagy, doctor en ciencias políticas de la Universidad Simón Bolívar, asocia este comportamiento a una desilusión colectiva. «Es como una pareja de enamorados, en la que una de las partes se da cuenta que la otra no es lo que pensaba, ve cosas que antes no veía y no es que el otro sea malo, es que ahora lo ve cómo realmente es».

Para el experto, este comportamiento es lo que vive la mayoría de la oposición venezolana que confío en Guaidó como el encargado de remover a Maduro de la silla de Miraflores. Esa desilusión se traduce en el desplome de la popularidad del líder, que para enero, según Datanálisis, estaba en 66%, pero ahora se habla de 49%.

Dicho desencanto se ha visto exacerbado por los fracasos en años previos, como ocurrió con Henrique Capriles o Manuel Rosales. No obstante, a Varnagy le causa ruido que Guaidó, al representar a un nuevo líder mesiánico, tuviese un alza y un declive tan acelerado y «dramático».

Sin embargo, para Diego Arria, exembajador de Venezuela ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), es perfectamente entendible. «Guaidó le ha vendido falsas esperanzas al pueblo al ofrecer cosas que no está en condiciones de cumplir».

Por otra parte, la diputada de la Asamblea Nacional y miembro del partido Voluntad Popular, Manuela Bolívar, explica que Guaidó habla desde un discurso real que no genera expectativas que no puedan cumplirse, por lo que enfatiza que el cese de la usurpación no es algo que puede ser demarcado con una fecha «No se trata de decir que esto se acabará el jueves a las tres de la tarde, porque nos enfrentamos a un gobierno dictatorial que no pondrá fácil su salida del poder, porque no tiene interés en hacerlo».

Las «Tres Marías» de Guaidó

Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Esas son las tres grandes promesas y los pilares del interinato de Guaidó. Pero con cada mes que pasa, la tarea se hace más complicada y eso desconcierta a Jurado. «Estamos mal. Cada vez que parece que el chavismo está débil, algo pasa y se fortalecen. Bien sea el diálogo o la falta de seguridad de la oposición».

Sofía no se define como «desilusionada» porque admite que jamás pensó que Guaidó lograría su cometido, pero otros muchos si viven en este estadio, por lo que la diputada por el estado Miranda le recuerda, no solo a Sofía, sino a toda la población, la necesidad de «resistir». Ella misma lo dice: «Suena tonto y quizás obvio el decirle a todos que resistan, pero nos enfrentamos a una dictadura totalitaria que todo lo que no controla lo elimina».

Bolívar se enorgullece al destacar que el gobierno interino ha logrado fracturar en distintos modos al chavismo: «Ellos se encuentran divididos, llenos de dudas, pero permanecen unidos por conveniencia. Maduro no actúa como un monolito, ni siquiera se puede deshacer de ciertas personas porque todos dependen de todos, eso es producto de los avances de un trabajo que lleva siete meses».

Sin embargo, estas fracturas no son suficientes para opacar los errores del líder. Varnagy y Arria colocan en primer lugar lo ocurrido el 30 de abril bajo la Operación Libertad, porque pareció que al final solo ocurrió para lograr la libertad de Leopoldo López.

A juicio de Varnagy, creer que la lealtad de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) cambiaría ese 30 de abril y,  por ende, quebrantarían el trabajo que inició el difunto presidente Chávez en 2003, al desestructurar la institucionalidad de los militares, así como pensar que temerían a una invasión estadounidense, fue inocente. «Un experto en ciencias políticas sabe que Trump siempre estuvo blofeando (alardeando)».

En segundo lugar, Arria coloca las negociaciones de Oslo y Barbados por causar un desconcierto en los aliados más próximos a Guaidó (Estados Unidos, Colombia y Brasil), quienes están renuentes a negociar con un gobierno que tildan de dictatorial y violador de DDHH. «El actuar en contra de lo que sus aliados más próximos creen como erróneo solo lo ha alejado más de aquellos que desde un principio creyeron en su proyecto, y eso es culpa de los que lo asesoran y de los partidos políticos».

En cambio, la diputada Bolívar admite que estaban conscientes de que el sentarse a negociar habría consecuencias políticas, pero la complejidad de la situación venezolana requería pensar en un negociación, incluso a sabiendas de que la coalición chavista no tenía verdadera intención de negociar. «Nuestras acciones han sido para socavar el poder real, sin olvidar que en conjunto seguimos trabajando en otras áreas bajo los mismo tres principios. No es que en Barbados tomamos otras vías, en todas mantenemos el cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres».

Un título simbólico

El otrora gobernador del Distrito Capital cataloga al gobierno de Guaidó como una «presidencia accidentada» y «un gobierno colegiado» debido a que el poder pareciera estar controlado por los partidos mayoritarios que componen la Asamblea Nacional (Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática y Voluntad Popular). «Son ellos los que le han quitado poder, transformándolo en un vocero de esos líderes menos populares», comenta.

Sin embargo, Bolívar agradece que ahora la oposición esté realmente unida y enfocada en lograr un cambio «Esto era algo que hace cuatro años no pasaba. Y es parte de nuestra estrategia, generar credibilidad. Ahora estamos más unidos, tanto en lo táctico como en lo estratégico».

No obstante, el haber nombrado parte de su gobierno es un avance, aunque dicha medida se tardara siete meses en concretarse. «Fueron esos mismos partidos los que mes a mes pusieron bloqueos para que no se formara un verdadero gobierno» criticó Arria, quien además ve positivo el nombramiento de Leopoldo López como coordinador del gobierno central porque la dirigencia se ha sincerado, al mostrar que López siempre ha mandado, solo que comparte el poder con Guaidó.

Esa falta de sinceridad en los pasos de la oposición, más allá de meetings políticos, reforzó durante los años la desconfianza de Sofía.

Bolívar explica que es vital entender que en siete meses se ha consolidado el proyecto democrático en distintos factores más allá de los tres pilares, sin descartar los reconocimientos a nivel internacional y organizacional que ha ganado la nación. «Hasta hace unos años, organizaciones como la FAO premiaban al chavismo; ahora el mundo no habla de una democracia en crisis, sino de una dictadura».

Pero aún con todas esas ganancias, Sofía sigue esperando una acción drástica que de un giro al tablero político venezolano, por lo que Varnagy añade que los políticos de oposición no están dispuestos a tomar estrategias disruptivas, sino lo que él llama «continuismo negociador», una estrategia política muy usada por políticos de izquierda.

Los tres expertos coinciden en que el punto más a favor de Guaidó fue haber logrado posicionar nuevamente a Venezuela en las discusiones de los lideres mundiales, lo que ha permitido acciones drásticas contra Maduro y los suyos.

No obstante, Varnagy y Arria divergen de Bolívar porque ven la presidencia interina como un título de adorno dentro de Venezuela, por la imposibilidad para tomar decisiones, mientras que su validez en el extranjero solo sirve para tener apoyo de países que concebirán la libertad de Venezuela como a ellos más les convenga, recayendo nuevamente en la cuestión de que solo los venezolanos podrán lograr el verdadero cese de la usurpación.

Sin embargo, de lograrse el aspirado cese, ambos auguran un mal futuro si se continúa con los partidismos y los intereses que no coincidan con los de una sociedad venezolana cada vez más empobrecida, aunque Bolívar recalca que a pesar del tiempo, la gente sigue confiando, mientras Maduro vive «una muerte anunciada» de la que los venezolanos más vulnerables no escapan.

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