Venezuela, actualmente arrastrada por los desaciertos políticos del fallecido Hugo Chávez y recientemente por Nicolás Maduro, transita por un oscuro camino en el que la incertidumbre desplazó a la certeza.
Socialmente, el nivel académico muestra las grietas de reformas impuestas por el chavismo en donde el estudiante resulta ser la víctima de un sistema que busca hacer de la escolar una etapa de mayor inducción que formación.
El valor que se paga caro en la mayoría de las ocasiones y sirve para determinar la calidad de un producto; sin embargo, la educación, pese a ser un deber, para muchos es un servicio que no cumple con lo descrito anteriormente.
La gravedad del tema se evidencia a mediano y largo plazo, con profesionales con poca formación. Mientras tanto los institutos privados luchan por sobrevivir y apuestan por dinámicas en las que mantener a sus docentes, como lo hacía anteriormente, tiene un precio muy alto.
Con el dólar paralelo como moneda de transacción en esta realidad económica, no son pocos los colegios que apuestan al cambio del día para establecer sus matrículas, algo que padres y representantes asumen cada vez con mayores dificultades frente a los escasos ingresos, y pérdida del valor del bolívar, en una nación donde la hiperinflación es oficial desde noviembre de 2017 y sus repercusiones tienen incidencia directa sobre la calidad de vida del venezolano.
Dudas sensatas
El bolsillo del venezolano es un colador donde sus agujeros se hacen cada vez más grandes. Solo unos pocos pueden presumir de sostenerse sin dificultades, principalmente porque sus ingresos se valoran en la divisa norteamericana.
Pero los que no alcanzan tal estatus deben hacer malabares para sobrevivir.
Una madre que pidió no revelar sus datos aseguró que en junio tuvo que pagar $30 por la cuota de inscripción de su hijo en un colegio de Caracas; sin embargo, aunque con más alzas que bajas en su cotización en bolívares, el instituto subió el costo a $50 para el mes en curso.
“Es una locura. No sé a dónde vamos a parar. Todo lo calculan a ese precio (el dólar del día) y nosotros no ganamos eso”, dijo sobre la dinámica que le fue impuesta por primera vez para el año escolar 2019-2020, caso contrario al 2018-2019, cuando pagó apenas bs. 50.000 por asegurar el cupo del estudiante.
Tras haber podido cancelar la cuota correspondiente, el futuro inmediato es su dolor de cabeza principal, pues, a la velocidad cómo avanza la crisis económica, deberá tomar decisiones más temprano que tarde. Una de ellas tiene que ver con la continuidad de su hijo en el colegio. “A estas alturas es difícil. Ahora son $50, pero en dos meses ellos dirán que es más porque harán reajustes cada uno o dos meses”, admitió.
Gastos necesarios
Para Fausto Romeo, presidente de la Asociación Nacional de Institutos Educativos Privados (Andiep), se deben establecer cuotas realistas en las que -aunque a merced del reclamo de los padres y representantes- se cubran las necesidades de los centros educativos para desarrollar a los escolares de la mejor forma posible.
La hiperinflación y la pérdida del valor de la moneda lleva a medidas desesperadas.
“No podemos pensar en que realmente nuestro presupuesto pueda estar en bolívares. Ahora, ¿que la cuota de escolaridad se establezca mes a mes al cambio en bolívares? Cómo no, nosotros podemos poner una referencia y su cambio en bolívares para que la gente pueda pagarla semanalmente, ni siquiera mensual porque se hace muy difícil establecerlo”, dijo.
El deseo de Romeo pasa por brindarle el mayor apoyo económico al docente, uno de los profesionales que más se ha visto afectado por la crisis y cuya decisión, así como el de muchos venezolanos, pasó por abandonar las aulas y probarse en otras latitudes.
“Queremos pagar un sueldo digno a nuestros trabajadores”. El salario que propone: mínimo $20; sin embargo, indicó que este debería ser de $200 al mes.
Sin movimientos
Pese a que la batalla contra la hiperinflación se pierde día a día, el presidente de la Andiep señaló que no ha disminuido el número de niños en colegios privados. El patrón es de 3% de escolares que cada año pasa a escuelas públicas; no obstante, lo que crece, y lo valoró entre 10% y 15%, es el del cambio de un colegio privado a otro por los altos costos.
Además del caso de los profesionales, el experto añadió que otra situación que se suma dentro de las 5.000 instituciones privadas es la de la salida del personal de limpieza, quienes devengan en un par de jornadas limpiando hogares lo que supone mensualmente el salario mínimo (bs. 40.000).
Romeo pidió al ministerio de Educación actuar como el ente regulador que establezca y apruebe las cuotas de escolaridad y no el Sundde, el cual ha aparecido para advertir a algunos institutos educativos privados que fueron denunciados el pasado año escolar por informar a sus representantes sobre el pago de cuotas en dólares.
Sin embargo, la denuncia que se sostiene desde el lado de padres y representantes tiene como punto importante que los colegios brinden la mejor calidad educativa para que sus hijos no crezcan bajo un sistema lleno de irregularidades.
“Si estoy pagando esa cantidad de dinero ($30), mínimo que tengan profesores de calidad. Pero nos vemos en la realidad de que llegamos al colegio y no hay profesor de música o danza, que es lo que ellos te ofrecen cuando inscribes al niño (…) se supone que si te están exigiendo un pago de cierta cantidad es porque te van a dar una educación de calidad”, reclamó la madre consultada por El Estímulo.