Fernando Llovera, vive en la parroquia San José de Caracas. Al acercarse el Día de los Fieles Difuntos, fue a visitar junto a su hermano el panteón de sus familiares, ubicado en el cementerio General del Sur, donde se llevó una gran sorpresa pues la tumba había sido profanada. “Esta es la segunda vez que profanan las tumbas de la familia, en esta oportunidad se llevaron todos los restos de mis padres, tíos y hermanos, en total había allí 10 difuntos”.
En este sector del cementerio conocido como Las Tres Rejas, no solo fue profanado el panteón de la familia Llovera, todas las tumbas alrededor se encontraban en iguales condiciones.
Luis Pantoja bajaba de la parte alta del cementerio, donde visitaba la tumba de su hijo que fue asesinado por el hampa hace unos seis años. “Llegué a limpiar la tumba y encontré los restos de mi hijo regados, sus huesos, el cráneo, la ropa con la que lo sepultamos, todo regado, volví a llorar como el mismo día que lo tuve que enterrar, es primera vez que paso por esto. Las demás tumbas también estaban destruidas, con restos tirados, y urnas que sobresalían de las fosas. Es horrible”, señaló.
Este es el cementerio más grande que tiene Caracas, capital de Venezuela, con una extensión de 246 hectáreas, se ubica en la parroquia Santa Rosalía, y se encuentra rodeado de una serie de barriadas, cuyos vecinos utilizan el campo santo como un paso principal para llegar hasta sus casas.
En una oportunidad mientras estaba al frente de la alcaldía metropolitana, Jorge Rodríguez, actual ministro de Comunicaciones, prometió convertir este necrópolis en un museo en donde se contaría con una ruta turística y en donde los visitantes pudieran admirar la gran cantidad de obras de arte que allí se encontraban, como por ejemplo el mausoleo del General Joaquín Crespo, actualmente destruido por el hampa, así como las estatuas, cruces y demás estructuras que fueron construidas por los familiares, en honor a sus seres queridos fallecidos.
La culpa es de los mineros y los brujos
El Estímulo conversó con un grupo de trabajadores del cementerio, quienes indicaron que esta nueva oleada de profanaciones de tumbas es culpa de los llamados “mineros”, que abren las tumbas en busca de dientes y cadenas de oro. “Esas son bandas delictivas que roban a los muertos, en la mira tienen especialmente las tumbas muy antiguas, pues tienen la creencia de que las personas eran enterradas con sus anillos de boda, sus cadenitas de bautizo o con sus dientes postizos, algunos de oro. Esos grupos delictivos trabajan de noche, son muchos, parecen pirañas”, dijo uno de los trabajadores.
Indicaron que otros que se dedican a interrumpir el descanso eterno de los fallecidos son los brujos, los llamados paleros que buscan especialmente los cráneos de los difuntos para la práctica de la magia negra.
“Aquí también se han dado robos masivos en los funerales, los tiroteos de las bandas delictivas también son constantes, en más de una oportunidad aquí mismo han sido asesinadas personas y las dejan tiradas encima de las tumbas”, dijo otro de los trabajares.
Uno de los curas que atiende la bendición de los difuntos antes de ser sepultados, aseguró que esta práctica de proliferación de tumbas ha aumentado en los últimos años. “Es increíble cuando se van a realizar los oficios religiosos y se encuentran en el paso las urnas destapadas, los huesos, eso da mucho dolor”.
Indicó que los familiares se cansan de realizar las denuncias ante las oficinas del cementerio, pero nadie les ofrece respuesta.
“Yo recomiendo a los familiares que mande a recoger los huesos de sus familiares, que vuelvan a meterlos a la fosa, realicen una misa y en vez de una placa con los nombres coloquen un letrero que diga ‘Esta tumba ya fue profanada, déjeme descansar en paz’”, señaló.
Los familiares comentan que al realizar la denuncia en la gerencia del cementerio los remiten con los obreros, quienes se ofrecen a reparar el daño a las tumbas, pero los familiares deben comprar los materiales.
“En mi caso me dicen que debo comprar 10 placas, a un costo de un millón de bolívares, más 4 sacos de cemento y un medio metro de arena, y si quiero puedo regalarles algo por la mano de obra, es decir por la medida pequeña reparar la tumba de mis familiares cuenta dos millones de bolívares, dinero con el cual no contamos en la familia”, señaló Llovera.
En la entrada del campo santo hay una parcela en donde reposan varios líderes fallecidos de la revolución, entre ellos Lina Ron, Eliecer Otaiza, Robert Serra, quienes acompañan a Jorge Rodríguez. Estas tumbas resaltan de las demás por tener acabados de mármol y recibir un especial cuidado y mantenimiento, el mismo que reclaman los familiares de los difuntos a los cuales se les han profanado sus tumbas y robado sus restos.