Venezuela

Rafael Caldera: Conflicto generacional

Las crisis generacionales entre los dirigentes de los partidos AD y Copei trajeron divisiones y un paulatino debilitamiento / por Luis E. Fidhel Gonzales

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Rafael Caldera, Eduardo Fernández y Luis Herrera Campíns. Foto: Cortesía
Cortesía

El pasado 24 de diciembre del 2019 se cumplieron 10 años del fallecimiento del ex presidente Rafael Caldera Rodríguez. Suscriptor de Pacto de Puntofijo, que dio inicio a la democracia representativa. Su actuación política a partir de 1980 en relación a Copei, partido que fundó, pudo ser la causa de desaparición del sistema político que construyó con Rómulo Betancourt.

Las crisis generacionales entre los dirigentes de los principales partidos del sistema democrático representativo, Acción Democrática y Copei, trajeron como consecuencia divisiones y un paulatino debilitamiento.

Sucedió con AD entre los años 60 y 70, cuando se originaron el denominado Grupo ARS, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP). También fue el caso del Partido Comunista de Venezuela (PCV), del que surgieron el Movimiento al Socialismo (MAS), Vanguardia Comunista y la Causa R.

Copei mostró lo contrario en aquellos momentos, con una jefatura consolidada bajo dirección y liderazgo de Rafael Caldera, quien accedería a la presidencia para el periodo constitucional 1968-1973, siendo la primera vez en la historia de Venezuela que se pasaba la presidencia a un partido opositor de manera pacífica.

Crisis generacional

Se vislumbraban tres generaciones: la fundadora de 1936, que se gestó en la Unión Nacional Estudiantil, destacando Rafael Caldera como fundador, José Antonio Pérez Díaz, como primer Secretario General Nacional, Lorenzo Fernández en el rol de primer vicepresidente, Víctor Giménez Landinez , José Lara Peña y Hugo Pérez La Salvia; de 1946, identificada con el expresidente Luis Herrera Campins y Guido Díaz Peña; y la de 1958, con los dirigentes Eduardo Fernández, Oswaldo Álvarez Paz, Abdón Vivas Terán, José Rodríguez Iturbe, Naudi Suárez, Pedro Méndez y Enrique Mendoza.

El dirigente socialcristiano Eduardo Fernández aseveraba que Luis Herrera accedió a la Presidencia con el apoyo de todas las “generaciones” del partido, siendo parte de los más jóvenes de la “fundadora”. El acceso del grupo llamado «generación de 1958» a la dirección nacional fue un hecho saludado con simpatía por todos los copeyanos. El relevo no tenía que producirse sobre la base de una fractura o un rompimiento.

La labor política y prestigio intelectual de Caldera en la formación del partido y referencia de su militancia, varias veces candidato presidencial por aclamación y primer presidente opositor elegido democráticamente, se hizo de una imagen sacrosanta e incontrovertible. Fue un “hombre de poder”, lo que dio a entender su indispensabilidad en la dirección de Copei y sus triunfos políticos.

La imagen de Copei tras el gobierno de Herrera pareció deteriorarse más. La estrategia del candidato y próximo gobierno de Lusinchi fue la de insistir que la gravedad de la situación político-económica a enfrentar era consecuencia de los problemas heredados del anterior gobierno, dando a entender a la opinión pública que el gobierno de Copei había fracasado estrepitosamente en su promesa de “arreglar esto”. Incluso se lo acusaba de incurrir en actos de corrupción. No le daba razón para cuestionar al gobierno que lo precedió.

Primera crisis en Copei

Para el proceso electoral de 1988, se postularon candidatos dentro de la tendencia denominada “calderista” como respuesta al “herrerismo” casi extinto en Copei por el mal gobierno del expresidente Herrera.

Se planteó un enfrentamiento generacional entre el fundador, Rafael Caldera, y el joven líder Eduardo Fernández, quien venía ejerciendo la secretaria general desde 1979. Se lo consideraba el más allegado a Caldera, incluso su “delfín”.

Entre el 19 y 20 de noviembre de 1987 se celebró en Caracas el III Congreso Presidencial Socialcristiano con motivo de la escogencia del candidato presidencial para las elecciones de diciembre de 1988. Caldera confiaba en el apoyo de Fernández, aseverando que no le negaba el “derecho a aspirar”, pero siempre que las circunstancias del país lo exigieran y decidiera lanzar su candidatura ante la necesidad una autoridad firme y confiable, capaz de conjurar el esfuerzo de todos hacia un objetivo común. Eduardo estaría a su lado.

Fundar otro partido

Si bien manifestaba Caldera que la “unidad formal del partido” estaba asegurada, sería insincero negar que en el proceso de campaña interna había habido una serie de hechos que causaron inevitablemente distanciamiento, resentimientos y  fisuras. Como militante disciplinado, acataría la decisión al estar comprometido desde el momento que había participado en esa reunión, pero entonces pasaría a la “reserva”.

Luego reiteraría que nunca se le había pasado por “la cabeza” la idea de pasar en fundar otro partido político. “Yo soy copeyano y viviré los años que me quedan como copeyano, hasta el fin de mis días. El grado de actividad y de participación dependerá de una serie de factores y circunstancias. No podrán negar el derecho de dejar conocer sus observaciones, de hacer planteamientos y estimular todo lo que sea la búsqueda de la “raíz genuina” . (Entrevista a Rafael Caldera. El Nacional, 08-01-1989).

Las declaraciones del dirigente Abdón Vivas Terán, manifestando su intención de lanzarse a la conquista de la Secretaria General de Copei ,contrariaban los esfuerzos de Eduardo Fernández por brindar la imagen de un partido unido en un solo frente con el objetivo de ganar las elecciones de diciembre de 1988.

Candidatura de Fernández

Tras su elección como candidato presidencial, Eduardo Fernández insistió en que debía robustecerse la “unidad del partido”. «No es una unidad artificial, no es una unidad retórica, es la unidad del partido porque no tenemos “conflictos generacionales”. Se necesitaba el concurso y el aporte de la generación fundadora, de la generación intermedia, de la generación del 58 y «de las generaciones que vienen delante de nosotros».

En tono conciliatorio se dirigió a Caldera: “Quiero saludar a nuestro querido, respetado y admirado líder fundador Rafael Caldera, para quien pido un aplauso: Quiero decirle a él más que nunca necesitamos su presencia, sus luces, su testimonio”.

Eduardo Fernández obtuvo un triunfo contundente, sin quedar la menor duda de su victoria y las cifras así lo demostraron al ganar con 5.599 votos (67,4%). Caldera, por su parte, obtuvo 2.002 votos (24,1%) y Pedro Pablo Aguilar 663 votos (7,9%).

No obstante, la primera reacción del sector calderista, en vocería de Hilarión Cardozo, declaraba su reconocimiento al triunfo de Eduardo Fernández; Copei había cometido un error histórico que le costaría caro. Se comentó que Caldera sufrió una humillación innecesaria y vejatoria de su propio partido. así como un torpe e inmaduro manejo de una victoria, lo que terminó por ofenderlo y alejarlo junto a mucha otra gente del partido como lo aseveraría el dirigente Oswaldo Álvarez Paz.

La calidad del líder fundamental y su ausencia en la campaña electoral, indispensable “contracara” a la candidatura de Carlos Andrés Pérez, influiría en la derrota de Eduardo Fernández incluso estando en la oposición. Hubo de enfrentar la “carga negativa” todavía vigente en la memoria de la población del gobierno de Luis Herrera relativamente cercana, deslastrándose de éste y marcando diferencias, lo que ocasionó el distanciamiento del voto herrerista a Fernández.

Posición de Caldera en febrero de 1992

El mayor retiro institucional para algunos estudiosos a la democracia representativa venezolana lo advirtió el expresidente Caldera en consideración al frustrado golpe de Estado de febrero 1992, liderizado por el Movimiento Bolivariano del teniente coronel Hugo Chávez Frías contra la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez. Caldera manifestó que “un pueblo con hambre no puede salir a defender la democracia” en el debate propiciado por el Congreso Nacional tras los acontecimientos, lo que se interpretó como una justificación moral al golpismo y evidenció su sentido de oportunidad política.

Caldera, fundador del sistema de democracia de partidos surgido contra el militarismo pérezjimenista y padre del socialcristianismo venezolano, acogió los dogmas radicales de la izquierda venezolana al considerar en última instancia que el desarrollo de la libertad en democracia estaba supeditado al bienestar social, en antítesis de la postura de Acción Democrática expresada por el diputado David Morales Bello: “Muerte a los golpistas”.

De esta forma, Caldera salió de la “reserva” originada por la candidatura presidencial de Eduardo Fernández en 1988, a quien exigió que para reconciliarse “tendría que producirse un profundo acto de arrepentimiento”,  comenzando así su ascenso político no para rescatar a Copei, sino para lograr la presidencia en las elecciones de 1993. Su hijo Juan José Caldera lo calificaría posteriormente de «candidato supra partido».

Segunda crisis en Copei (1993)

Oswaldo Álvarez Paz, primer gobernador del Estado Zulia elegido por el voto popular, renunció a este cargo para postularse a elecciones presidenciales de 1993, mediante comicios internas, abiertos a todo el electorado y celebrados el 25 de abril. Felipe Montilla, presidente de la Comisión Electoral Nacional, reveló los resultados parciales aunque incuestionables: “60,9% para Álvarez Paz, 33,9% para Fernández y 5,2% para Humberto Calderón Berti”.

Álvarez Paz intentó presentarse como una nueva versión de Caldera con la esperanza de lograr el apoyo del ex presidente, aseverando que no buscaba diferenciarse de Caldera ni proyectar una imagen o un ideario distinto al de éste, pero sinceramente creía que en este momento representaba esos mismos ideales de Caldera, aunque actualizados. La situación ideal para Álvarez Paz era derrotar a Fernández en las primarias y lograr el apoyo de Caldera posteriormente, suponiendo que éste no se lanzaría fuera de Copei.

Creación de Convergencia

Convergencia fue un partido creado el 5 de junio de 1993 con el fin de apoyar la candidatura de Rafael Caldera para el periodo presidencial 1994-1995. Denominado publicitariamente “chiripero” – slogan atribuido a Teodoro Petkoff – se trató de una coalición heterogénea conformada en su mayoría por partidos de centroizquierda (MAS, MEP, URD) de centroderecha como el Movimiento de Integridad Nacional e incluso comunista como el PCV.

El dirigente y diputado .Abdón Divas Terán, declaró que «Caldera no se propone fundar una organización. democristiana nueva, sino ser el centro de una convergencia nacional con la posibilidad de instaurar un Gobierno decente y ser una opción alternativa para desarrollar un programa político, económico y social que corrija los desajustes macroeconómicos, la destrucción del aparato productivo y la pobreza, ocasionados por la política neoliberal de Pérez».

El comité nacional de Copei decidió excluir a su fundador de las filas democristianas, así como a los dirigentes Abdon Vivas Terán, Julio César Moreno y Edesio La Riva, bajo la justificación de haber dividido al partido entre dos candidaturas presidenciales democristianas: la oficial de Oswaldo Álvarez Paz y la alternativa de Rafael Caldera. La medida disciplinaria se extendió a todo militante que apoyara al calderismo.

Caldera sería un candidato “apoyado por partidos” y “un candidato de partido”. El único compromiso era el de mantener la línea sostenida durante todo el período de Carlos Andrés Pérez, – es decir «antineoliberal»- y tratar de concentrar voluntades no mediante el establecimiento de cuotas, sino buscando a la gente más apropiada para la tarea de enfrentar los problemas.

Rafael Caldera ganaría la presidencia con un 30,46%, seguido de los candidatos Claudio Fermín (AD, 23,6%), Copei, Oswaldo Álvarez Paz (Copei, 22,73%) y Andrés Velázquez (la Causa R, 21,95%).

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