El megaapagón también cubrió a Carabobo
El gran apagón nacional que vivió Venezuela el 7 de marzo de 2019, generó un caos que mantiene aún en expectativa a muchos. Cuando se va la luz, sienten temor de que se repita la situación
El gran apagón nacional que vivió Venezuela el 7 de marzo de 2019, generó un caos que mantiene aún en expectativa a muchos. Cuando se va la luz, sienten temor de que se repita la situación
El gran apagón nacional que se vivió en Venezuela el 7 de marzo de 2019, generó un caos que mantiene aún a la expectativa a muchos. Cuando se va la luz, sienten temor de que se repita la situación.
“Yo estaba editando un video en mi casa, serían como las 5:00 de la tarde, y de pronto ¡zuaz! se fue la luz pero pensé que en unas horas volvería, porque es lo que había sucedido tantas veces. Sin embargo, la oscuridad se alargó y nos llevó varios días hasta salir del caos”, relató María Tejera, una aficionada a la producción de audiovisuales que con su trabajo pagaba sus estudios en una academia de diseño en Valencia.
Como María, tantos fueron sorprendidos ante la llegada del mega apagón más prolongado que se ha vivido en Venezuela. La falla aumentó los sinsabores en medio de la profunda crisis económica y social que atraviesa el país.
En particular, todo el estado Carabobo fue arropado por la falla que se generó en Guri, en Bolívar. Al menos cuatro días quedaron los 14 municipios de la entidad federal sin servicio eléctrico hasta que paulatinamente Corpoelec comenzó a restablecer la electricidad.
“Mi video debía enviarlo para un cliente en Estados Unidos porque los usaba en su cuenta de Instagram. Ese esfuerzo se perdió, mi computadora se dañó y a la larga perdí ese trabajo free lance porque, desde ese tiempo, eran más los días que estaba sin conexión de internet, y fueron más frecuentes los apagones. Esas son las consecuencias de la mala gestión pública, del mal gobierno y la corrupción”, dijo la estudiante de 23 años de edad, residenciada en la urbanización Prebo, Valencia.
“En mi caso fue dramático porque mi niño de seis años de edad estaba enfermo y debía nebulizarlo dos veces al día. Al no hacerlo esa noche, por la falla de luz, se complicó con la tos. No dormimos nada. Tuve que acudir al dueño de la empresa donde trabajaba y pedirle que me permitiera ir con mi hijo a hacerle la nebulización porque allí había una planta eléctrica”, contó Marta Pérez, una mujer de 37 años de edad y que labora en Mantenimiento en una compañía de Valencia.
Aunque en las regiones de Venezuela, nadie se asombra por las fallas de energía eléctrica –porque ocurren con frecuencia desde 2009-, sí sorprendió por la duración del llamado mega apagón que se registró en el país y en ciertos casos se extendió una semana completa, como sucedió en el Zulia.
Al cumplirse un año del episodio, los venezolanos que viven fuera de la capital, siguen padeciendo de cortes eléctricos y racionamientos, sin mucha planificación. La tormenta que arrancó aquel 7 de marzo de 2019, amainó tan sólo un poco.
El jueves 27 de febrero de 2020, a las 11:00 am, una nueva falla dejó sin electricidad a 80% del municipio Puerto Cabello. El apagón duró 56 horas en total.
Fuentes de Corpoelec, indicaron que el problema se originó en la línea 115, pero posteriormente se presentaron problemas con las pruebas que realizaron en la subestación Bárbula-Valle Seco y La Elvira.
En el resto de los municipios de Carabobo continúan los cortes imprevistos de luz y los mismos causan también problemas en el bombeo y suministro de agua potable en la región.
A pesar de la información suministrada por Nicolás Maduro según la cual la falla nacional, que duró hasta 96 horas en buena parte de las regiones, se produjo por un ciberataque y responsabilizó a autores internos y externos por el episodio.
https://www.youtube.com/watch?v=pNgVggnGQdQ
No obstante, numerosos especialistas en materia eléctrica refutaron la versión oficial y aseguraron que el accidente del 7 de marzo fue producto de un incendio de vegetación, debido a la falta de desmalezamiento, en el corredor de la línea 765 Kilovoltios, cerca de la subestación Malena, municipio Heres del estado Bolívar.
El incendio causó el recalentamiento de las líneas de transmisión que salieron de servicio. Esto originó el corte del flujo de electricidad hacia la zona centro occidental de Venezuela. Pero adicionalmente, repercutió en los sistemas de generación de Guri, así como de Macagua y Caruachi, también ubicadas en Bolívar.
La historia, tras el primer gran apagón nacional, se repitió el 25 de marzo de 2019. En esa oportunidad, el incendio fue en uno de los transformadores de Guri.
Aunque ya los habitantes de Carabobo sabían cómo lidiar con la crisis de proporciones mayores, nuevamente hacían maromas para mantener la comida sin que se dañara. Resguardaban a sus ancianos, buscaban hielo para las provisiones, intentaban mantener con carga sus teléfonos celulares y se reunían para apoyarse en la circunstancia.
Pero no podían protegerse de la delincuencia que lamentablemente aprovechó la oscuridad para hacer sus fechorías.
En el sector Tesoro del Indio, municipio Guacara, una de las noches del segundo apagón, se escucharon disparos y gritos aterradores, luego del atraco a una vecina de la zona.
“Corrimos a ver qué pasaba y escuchamos a una señora que gritaba porque habían herido a su esposo, unos malandros que vinieron del barrio cercano. Al principio pensamos que uno de los niños estaba herido porque se oían muy fuerte los gritos, pero otro vecino alumbró con su teléfono y vimos al señor tirado en el piso”, narró María Pérez, habitante del lugar.
Finalmente socorrieron al hombre herido, lo llevaron al Hospital de Guacara pero como no contaban con los insumos para atenderlo, lo llevaron a la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera de Valencia, luego al cabo de un mes con complicaciones de salud, murió.
“Realmente la noche que ocurrió eso fue horrible, en verdad muy horrible porque todo estaba oscuro, nadie veía. Eran los disparos y al principio creíamos que eran los niños porque eran los que estaba fuera de la casa”, destacó Pérez.
Después de estos dos grandes apagones nacionales, algunos que contemplaban la posibilidad de irse de Venezuela, se sintieron con un nuevo impulso para dar el paso.
“Yo ya tenía a mis dos hijas fuera del país, en Estados Unidos estudiando. Quería quedarme y ver el cambio en el país, ayudar en la reconstrucción nacional, pero eso fue demasiado. Preferí emigrar primero a México, por unos meses, y luego vine a Estados Unidos”, relató Aida Vásquez, de 47 años de edad y abogada de profesión que vivía en Valencia.
Dijo que soportar las noches en medio de la incertidumbre de cuándo volvería la luz, el calor, las incomodidades, así como el agravamiento de la crisis por servicios públicos y la dolarización –que inició en ese momento con más fuerza-, era mejor irse.
“Fui a buscar hielo en una panadería en Valencia y me vendieron la primera bolsa en dos dólares, pero dos días después costaba cinco. Entendí que los comerciantes trataron de protegerse, porque no funcionaban los puntos de venta, pero algunos exageraron”, añadió.
Desde diferentes instancias, el gobierno fue advertido de la profunda crisis que podría presentarse en el sistema eléctrico del país por la falta de inversión y de mantenimiento, por la obsolescencia de equipos, corrupción y falta de personal capacitado que se ha ido de Venezuela por la crisis económica y social.
“El principal rasgo de la crisis eléctrica venezolana es que se ha dejado deteriorar gran parte de la capacidad de generación de electricidad y de transporte de energía del sistema eléctrico para atender la demanda eléctrica de la población”, refirió la organización no gubernamental Transparencia Venezuela en un informe elaborado en 2017.
A esto se agregan las numerosas denuncias de corrupción en los contratos vinculados con Corpoelec.
Se realizaron contrataciones directas, algunas injustificadas, así como hay evidencias de contratos no ejecutados, pero sí pagados, entre otros elementos, que unidos a la estatización de las empresas eléctricas en el país, cuando se constituyó la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) en 2010, agravaron la situación.
Respecto a Planta Centro, la termoeléctrica ubicada en Morón, municipio Juan José Mora del estado Carabobo, trabajadores han señalado que de las seis unidades instaladas allí, solamente estaba funcionando en 50% aproximadamente, la más nueva de ellas, la número seis que fue construida por un consorcio chino.
Aseguraron que en estos últimos meses, esa turbina dejó de funcionar y esperan subsanar la situación para que produzca los 600 megavatios que puede generar.
En 2008, el Centro de Ingenieros de Carabobo advirtió al gobierno nacional que si no se empezaban a recuperar las unidades de Planta Centro iban a colapsar.
Planta Centro podría suministrar energía a los estados Carabobo, Falcón y Yaracuy y hacer aportes al sistema eléctrico nacional.
En el caso de la planta Pedro Camejo, en Valencia, una fuente que conoce acerca de su situación, indicó que esa instalación está en capacidad de generar 300 megavatios.
Actualmente, de las dos unidades generadoras, solo funciona una de ellas.
La unidad número 11 se encuentra paralizada desde hace más de dos años por falta de mantenimiento y repuestos.
La 12 si está generando 110 megavatios, de los 150 MW que podría producir.
“La mayoría de los repuestos que requiere la máquina para mantenerse en servicio, lo sacaron de la unidad 11, es decir canibalizaron la 11”.
El Ingeniero Rafael Osuna, especialista en el área de sistemas de generación eléctrica y miembro de la comisión de Energía del Centro de Ingenieros del Estado Carabobo (CIEC), dijo en Unión Radio Valencia que el apagón fue catastrófico y puso en evidencia una situación que venía registrándose desde hacía varios años.
“Desde marzo de 2019 a marzo de 2020 la situación más bien se ha agravado, básicamente por el problema de generación eléctrica. El parque termoeléctrico está en una situación bastante crítica. Luego de un año, la poca generación que todavía opera, por el esfuerzo que ha tenido que hacer para cubrir la demanda empieza a fallar”, afirmó.
Osuna señaló que además no se le han podido hacer los mantenimientos programados a esas plantas.
“El sistema eléctrico nacional se está soportando por la generación de Guri y forzando al sistema de transmisión”.
En medio del caos y la crisis, los sentimientos de solidaridad también afloraron. En numerosos edificios, que no tenían agua ni gas doméstico, los vecinos decidieron unirse para cocinar en ollas comunitarias y con leña.
Desde temprano en las mañanas, bajaban a encender los fogones y preparar café. Luego venía la cocción de las arepas para el desayuno y las sopas de almuerzo y cena.
Otros compartían el hielo que guardaban en cavas, compartían los cargadores de baterías para los teléfonos. También las familias se reunían a conversar y jugar cartas o dominó.
“En algo había que usar el tiempo. Fueron muchas, muchas horas de incertidumbre hasta que vino la aceptación: era el caos y debíamos sobrevivirlo, pero ojalá no vivamos eso de nuevo”, dijo Juan Parra, habitante de La Isabelica en Valencia.