Venezuela

Bióloga venezolana obtiene premio por trabajo sobre conservación de jaguares

La investigación abarca el hábitat de estos animales, su alimentación y la coexistencia con otras especies al sur del lago de Maracaibo. El equipo de científicos no ve en el trato con el felino un riesgo mayor, pero sí en los grupos irregulares y paramilitares que actúan en esa zona, fronteriza entre Zulia y Colombia

Jaguares sur del Lago
Cortesía Proyeto Sebraba
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En el sur del lago de Maracaibo habitan jaguares. La zona, aunque desconocida por muchos, es desde hace 12 años un centro de investigación para María Fernanda Puerto, bióloga venezolana, quien hizo del sitio un lugar de estudio sobre el desarrollo de jaguares.

Su trabajo, arduo y con enormes riesgos por tratarse de una ubicación con fuerte presencia de paramilitares, fue reconocido este 12 de marzo, cuando fue anunciada como una de las tres ganadoras del premio Future for Nature, que enaltece las responsabilidades de quienes trabajan para la protección de especies animales y plantas silvestres.

Todo comenzó cuando aún cursaba estudios universitarios y analizó la alimentación de la especie. Eso llamó la atención de Puerto y la motivó a hacer su tesis sobre el tema. El estudio dio paso al Proyecto Sebraba, punta de lanza de sus labores de investigación y que derivaron en el reconocimiento.

La hoja de ruta de cada salida de campo la lleva por el Parque Nacional Ciénagas de Juan Manuel y la Reserva de Fauna silvestre Ciénagas de Juan Manuel, Aguas Blancas y Aguas Negras. Sin embargo, no es una tarea sencilla. Cada recorrido, que se hace una vez al año, cuesta aproximadamente 1.500 dólares, monto que cubre los 15 o, a veces, 20 días que dura la visita.

Dinámica

El estudio de dos semanas cuenta con una planificación minuciosa de cada paso. Según detalla Puerto, una vez sale de Caracas pone rumbo a Santa Bárbara del Zulia. Desde ahí, ella y el equipo –unas cinco personas- se trasladan a Maroma Concha, sitio en el que están entre tres y cinco días para completar la primera fase de la investigación. Esta parte es, en teoría, la más sencilla, pues solo implica movimientos por vía terrestre.

En Puerto Concha comienzan las labores arduas. Allí desembarcan los materiales, como computadoras portátiles, cámaras, baterías y memorias, en una oficina de Inparques. En el lugar permanecen cinco días. Luego se trasladan en bote por toda la zona hsta el punto de trabajo al sur del Parque Nacional.

El siguiente paso es moverse a Ologá, pueblo sobre agua establecido al norte de Puerto Concha. A partir de ahí sus responsabilidades se concentran en los ríos Catatumbo y Bravo, así como en el sector Los Palitos, donde pasan otros cinco días antes de dar punto final por ese lapso de un año.

La mano humana

El estudio abarca el paso de los jaguares, su alimentación y coexistencia con otras especies de la zona. Cuando comenzó a desarrollar su trabajo, el monitoreo obligó también a educar sobre el tema. María Fernanda Puerto tiene registros de jaguares cazados. “Al principio era muy difícil saber cómo era el tema, por qué ocurría. Pero, con el tiempo, esas personas nos comentaban (cuál era la dinámica). Muchas de las personas pasaban a de los puertos a las ciudades veían a los jaguares y pumas atravesando los ríos, y era allí donde ocurría la matanza. Ni siquiera representaban una amenaza directa”.

No obstante, poco a poco ha ido modificando esa idea de los habitantes de la zona, al punto de no solo de confirmar un descenso en la matanza de especies, también apunta a mediano y a largo plazos al desarrollo de un corredor ecológico, que promueva el ecoturismo como fuente ingresos económicos.

“Nuestra presencia ha hecho que la gente tome conciencia. A veces nos encontramos a gente radical, pero, con el tiempo, se convirtieron en los primeros que nos cuentan sobre la intención de otros de atacar a los animales. “Esas personas se han convertido en aliados”, afirma.

“Hay que cambiar esa visión del jaguar como un animal que acecha y mata a todo el mundo”.

Dieta

Mientras Puerto apunta a crear conciencia sobre el tema, jaguares sigues haciendo vida sin atacar a los humanos. Al menos así lo confirma la investigadora tras años de estudio. De hecho, explica que la dieta del felino se basa en el galápago de Maracaibo; el piro piro, una especia de chigüire que solo se encuentra en el sitio; la baba del sur del lago y la nutria.

En esa dinámica, el jaguar, de los que hay unos 100 o 120 ejemplares, aproximadamente, según se desprende de su investigación en el sitio, no afecta la actividad comercial. La pesca del lugar tiene como principal objetivo el cangrejo, uno que no está dentro de su dieta. Salvo casos aislados en los que rompen las redes de los pescadores y acaban con su botín, el animal no interfiere en el trabajo del humano.

Pero la crisis generalizada que arropa a Venezuela llevó a que muchos de los habitantes del sector se vieran en la tarea de incluir dentro de su dieta el consumo de galápagos y piro piro. “Antes caminábamos por ciertas zonas y veíamos a cientos de galápagos en el camino; que en el último viaje, en una zona de estudio de 600 kilómetros cuadrados, contamos solo 14”.

“Es alarmante porque creemos que hay una caza bien dirigida, al menos al galápago, y si disminuye, habrá conflicto porque habrá (de parte del jaguar) depredación del ganado”, añade la especialista.

Enorme riesgo

El jaguar no es el elemento que imponga el temor dentro de la dinámica de Puerto y del Proyecto Sebraba. Lo que condiciona sus labores, porel riesgo que representan, son los grupos paramilitares apostados cerca de sus sitios de investigación. La cercanía con el departamento de Santander (Colombia), donde varios de estos grupos actúan, propone para ella y su equipo una planificación en la que deben pedir permiso para navegar.

“Esos pueblos de agua cuentan con asentamiento de paramilitares, así que cuando llegamos debemos hablar con los jefes, quienes nos dan la ruta que debemos seguir y cuándo hacerlo”, cuenta.

Puerto detalla que los habitantes de los pueblos hicieron un pacto con los paramilitares, quienes les dan respaldo a los pescadores a cambio del pago para respetar la alianza. Cuando ellos no están, un segundo grupo de rebeldes aparece: piratas de lago. Sin embargo, los miembros de Sebraba no han sido víctimas de estos últimos. “Tenemos que trabajar siguiendo órdenes de los paramilitares, para evitar los robos”.

Mientras, entre los río Catatumbo y Bravo se registran enfrentamientos entre paramilitares y guerrilleros que buscan hacerse con un espacio en el lugar. Frente a la lamentable situación, funcionarios de Inparques los mantienen al tanto constantemente, para evitar el ingreso a zonas de conflicto. Eso impide que el estudio se lleve a cabo plenamente.

Futuro

María Fernada Puerto tiene como norte sortear el conflicto armado y abarcar otras zonas, sobre las que tiene certeza de la presencia de jaguares. Después, integrar a otra especie, para evitar que los felinos hagan del ganado sus presas.

“Una de las cosas que queremos implementar en el sur del lago, y que está siendo aplicada en Brasil, es el uso de los búfalos como barrera entre el jaguar y el ganado, porque este le da pelea al jaguar. En Brasil están usando esta técnica en los potreros para evitar la depredación”, explica. “Queremos hacer un ajuste en la estructura de las haciendas de la zona, algo que a largo plazo restará la pérdida a los ganaderos por la depredación”.

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