El último boletín del Observatorio de Universidades sobre la seguridad alimentaria de estudiantes y profesores universitarios fue revelador. Esta población no solo está dejando de consumir alimentos esenciales como la proteína animal, también han visto como se han ido reduciendo las porciones de alimentos. Así lo aseguró el sociólogo y profesor universitario Carlos Meléndez, director del Observatorio de Universidades en entrevista para el programa En Este País, de la Red Nacional de Radio Fe y Alegría.
El docente explicó la precaria dieta que el estudio identificó, calificándola de propia de un país pobre de América Latina.
“En el más reciente informe de OBU referente a la seguridad alimentaria de docentes y estudiantes universitarios, visibilizamos aspectos preocupantes sobre su alimentación. La dieta de esta población se concentra en el consumo de fuentes de energía, alimentos procesados y ultra procesados como el arroz, harina y pan”.
Según Meléndez el 23% de los profesores dijo poder comer proteína animal solo 3 veces por semana.
“Este es un comportamiento de las personas de escasos recursos económicos, ajustan gastos para cubrir otros. La dieta de los estudiantes mejora ligeramente el consumo de algunos alimentos importantes, pero no se diferencia mucho a la de los profesores. 9 de cada 10 consume alimentos procesados, además disminuye la ingesta de frutas y verduras”, dijo.
El estudio puntualiza que precisamente estos alimentos que se han ido disminuyendo de la dieta de profesores y estudiantes son necesarios para el desarrollo en plena formación académica. “Es una alimentación deteriorada propia de un país pobre”.
Las causas de la desprotección de la población universitaria son variadas, van desde el bajo poder adquisitivo hasta la desaparición de los comedores. “Un profesor, el que más gana, recibe entre 100 y 110 dólares mensuales, pero la mayoría cuyos escalafones están entre instructores o asistentes ganan, como máximo, 60 dólares”.
Meléndez aseguró que los beneficios se han ido perdiendo con el tiempo. “Antes los estudiantes podían asegurar los desayunos, almuerzos y a veces las cenas con los comedores, pero un estudio de OBU encontró que con la pandemia cerraron todos, pero antes de eso ya venían prestando un limitado servicio. También se perdieron las becas estudiantiles”.
Adultos mayores más vulnerables
La situación alimenticia de profesores y alumnos, según el estudio de OBU, es cada día más precaria, pero aún más para los mayores de 60 años. Esta parte de la población no solo es que no se alienta bien, sino que tampoco tiene acceso a medicinas para enfermedades crónicas.
“Los adultos mayores deben tener una alimentación acorde a su estado de salud, pero son estos los que se han visto más perjudicados. El 35% de los profesores mayores de 60 años y más comen menos de 3 veces al día. También tenemos que destacar que el 44% de los docentes sufren de hipertensión arterial y 9 de cada 10 no logra obtener los medicamentos con facilidad”.