Curiosidades

20 palabras para Caracas

No duras sino de amor. A la Caracas de nuestros tormentos, con carencias y estridencias, problemas y posibilidades de superación van estos guiños, ojos de buey, términos para empezar, para tejer y cantar la ciudad que queremos y la que vendrá. Que bajen los muros y suba la moral

Composición de portada: Ainhoa Salas
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Hay años y hay daños, Caracas en sus 449, y en la víspera de sus 450, sabe de todo eso, de buenos y malos tiempos, y de fracturas, de inconexión y de trompadas. Desmelenada y desaliñada, acusando recibo del maltrato, la ciudad en pausa, como la ve el fotógrafo Roberto Mata, evoca aquellos tiempos de cuando el futuro, si nos alcanzaba, era mejor. La modernidad casi podía palparse con la yema de los dedos —como ahora se toca a los hijos enmarcados en pantallas—, era un estreno que producía vértigo, el cemento era la esencia del festín. Obras singulares imantaron la mirada del mundo. ¿Cómo no asombrarse ante el Helicoide, audacia de la arquitectura que sigue siendo un enigma y cuya obra inconclusa mantiene en vilo, tras cinco décadas, a la platea? ¿Cómo no sentir vértigo con el Humboldt épico y fálico ahora mismo en proceso de remodelación, y que reconstruye como reverencia onírica y temeridad al sí podemos, allá arriba, en la punta imposible?

Caracas tiene obras y misión vivienda, un paisaje que da cuenta de la fractura y nostalgias del sepia de dominical de la vespertina ingenua. Chubascos que anegan Las Mercedes y vientos alisios que soplan y sacan a empujones la calina, enrarece su clima benigno, el atroz desdén por la ecología. Mientras la bici se esfuerza, en la ciudad de las autopistas con nombre de insectos y de viaductos celebérrimos, el asfalto aéreo se amplía sobre el lecho del río Valle, al que se le ahoga y acribilla; ver con malos ojos las columnas que destripan las aguas por ahora mansas, a favor del carro y el smog. Ciudad de lacras y lycras, en la mirada hostil, y de tipos fuertemente armados y desalmados que le tienen miedo a la vida, Caracas, la de los parches, clama urgida comprensión. Ciudad que se puso arisca cuando dejó de ser acariciada, difícil el romance, pero vale la pena el intento.

Así lo creen las alcaldías, los vecinos y los colectivos buenos agrupados en Caracas Combo. Coinciden en el decir: somos, no apenas estamos. Caracas, ciudad para irse demasiado, también es para quedarse siempre. A propósito de la semana aniversario, y tras encuentros para el debate de ideas, conciliábulos en plazas para proponer soluciones maravillosas —El Hatillo en conexión con el Barrio El Calvario para romper las trincheras físicas y emocionales de la ciudad; se piensa en la intervención participativa en los barrios de Petare y La Guaira, balcones increíbles, como prolongación urbana, como integración; se hace un levantamiento de las barriadas, la mitad de la población vive en ellas—, y tras oír recitales de poesía alusivos y ver exposiciones que nos retratan —Caracas imborrable o Caracas utópica— queda es ponerse de acuerdo pero ya. A buen entendedor, pocas palabras. Aquí 20 para un diálogo.

Caraqueño-caraqueña

Gente que vive y muere con miedo y que anda mojca puej, y se come las eses, las que son con ese. Que se atrinchera pero nunca guarda del todo las tetas. Gente simpaticaza y hostil, que va entre lo verde y lo gris siguiendo a alguien y con alguien que le sigue. Gente en cola que no tiene seis grados de separación, aquí todos nos conocemos.

Rutero

Caminar la ciudad involucra desafíos. Que no esté un carro estacionado en la acera. Que la acera no esté aprisionando a un jabillo porque la romperá con sus raíces para decir: sí, tenemos raíces. El rutero es el testarudo que convoca a los caraqueños a caminar por la ciudad para reconocerla. Un celestino del romance.

Mango

Maná de los cielos tropicales que deviene milagro en tiempos de carestía, fruto perfumado que es éxtasis en boca, y hace más dulces las lenguas, delicia que algunos confunden con una metáfora subversiva: man… go… Hombre que se va. Dios quiera.

Barrio

Sin urbanismo pero con dignidad, las viviendas populares se alzan encimadas allá arriba. Los ranchos ranchos son 10 por ciento. El resto son casitas que podrían remozarse, tener servicios, abrir espacio a la cancha deportiva, a la plaza, a vías de conectividad. El barrio es ciudad. ¿Por qué solo se trata de que suba el cerro la telenovela?

Puente

Para ir al otro lado. Para vencer lo inalcanzable. Para allanar diferencias. Para crecer: para empatar este con oeste. La ciudad es más grande a medida que tenemos menos prejuicios. Que lo que el puente una —los de guerra no cuentan— que no lo separe el hombre.

Balcón

Las gavetas afuera no son desorden, son seducción, son dar picón, palabra que ya no se usa. Para matas y perros curiosos, para ver sombras e imaginar. Para colgar ropa y ver hombres en camiseta y coquetas bicicletas a las que la brisa les silba. No, no lo cierres, que la ciudad quiere ver cómo te besas con ella o con él.

Árbol

Del solícito al solicito amor. Este año talaron decenas de árboles para no incomodar carros, hacer construcciones, ampliar autopistas. Les quitaron la vivienda a miles de pájaros, oxígeno y sombra a miles de caraqueños. Total, el verde es inagotable. La siembra del 31 de julio, en Baruta, cuando se plantarán 449 árboles, atenuará la pena

Fachada

Somos mestizaje humano y urbano también, Colonia junto a las icónicas reliquias de la modernidad. El Humboldt, Un paseo por las nubes, el Helicoide, Historia sin fin, Parque Central, Incendio en la torre o El Calvario, El secreto de tus ojos, Caracas la utópica va en Tacones lejanos, y tiene una arquitectura de película, cuando los muros —Caracas suma en muros más que kilometraje que la muralla china— la dejan ver.

La Carlota

Como el ave Fénix, la ciudad podría renacer de sus cenizas y festejar la vida, la paz, el reencuentro. Un parque que promete democracia y libertad en 103 hectáreas para disfrutar todos iguales. Nos toca presionar para que se haga este pulmón. Tenemos que ser unos aviones.

Aves

Ciudad de biodiversidad que extasía a los observadores de aves, no así a los oficialistas que cerraron el Ministerio del Ambiente, acusan recibo del plomo en el ala e intentan levantar vuelo pintando palomas y amenazando en trinos y tuits. Las guacamayas nos chillan que hemos aprendido a volar pero acaso no a ser libres.

Arte

Expresión de lo que somos y vamos siendo, la creatividad resiste y germina en la abstracción y la figura, a color y en 3D, bajo las piedras y contra la pared. La sensibilidad herida es más indiscreta. La ciudad es un museo y su aeropuerto un pañuelo que dice hasta luego, en la rayita. Caracas, arte y parte, como nunca, se expone.

Ávila

Montaña isla entre el valle y el mar, que es mujer dormida y caballero protector a todo dar, es el referente y el Norte y la nostalgia del que no está. Verde y azul que nos acerca al cielo, balcón para vernos mejor y sanar el duelo, su silueta viaja con cada pasaporte como nuestra médula de identidad.

Universidad

Territorio donde se gesta lo anhelado, las universidades persisten en el debate de las ideas y rechazan las amenazas contra la pluralidad y el saber. Patrimonio Cultural de la Humanidad, la Central, y su belleza, se mantienen por vocación del llamado profetariado. Que venzamos las sombras, que se imponga la luz. Vivan las aulas no los maulas.

Violencia

En la ciudad de los hechos rojos y de la furia, hasta las balas perdidas dan en el blanco. Sin discriminación alguna boicotean sueños y acechan a sus dueños. Al cabo de 20 planes de seguridad y con 98 por ciento de impunidad ya nadie dice patria o muerte, ni muérete que chao.

Grilletes y sapos

Cuando ganó Ledezma, el del apellido quijotesco, el gobierno reinventó el descaro para desconocer el triunfo. En la ciudad de la hierba bledo les importó un comino y le quitaron el presupuesto y luego lo aprehendieron. Preso el alcalde, presos sus electores, la ciudad cumple años sin autoridad, y algunos sapos cantan lo que no es.

El Guaire

Grandes ciudades, grandes ríos. A sus orillas, la civilización. Marrón y desengañado, El Guaire se asume actriz mexicana, soy Dolores del Río, dice, y no acepto una promesa más. Nilo… digas.

Libro

Escriba, cuente, traduzca, interprete, imprima, no deprima. A la palabra amor le arrancaron el corazón y las vísceras, y la colgaron, como cuero seco, junto a los fusiles. Pero a la neolengua le salió contrapeso. La poesía es viral, gana premios, las editoriales se empeñan. No hay vuelta de hoja, estamos al pie de la letra. Es nuestro papel.

Música

Al ritmo de las caderas patrias, vaivén marítimo que gotea buena nota, imposible desafinar. Musicalidad mediante, el ritmo es nuestro método de avance, en el Sistema de Orquestas, en el caminar. A todo volumen, el contoneo vibra en las cuerdas que enloquecen. Hampa cuatro y Caracas, cantemos en coro, seamos una voz.

Sabana Grande

La República del Este bebió consignas y despertó en el café. Caracas y las letras madrugaron inspirados y acomodaron el país y el mundo. Luego alguien recogió las mesas, y llegaron los ventorrillos pero no pudieron contra la memoria. Ahora solo se camina en el bulevar, y de prisa. Adriano González León le susurra al viandante que la peña no es portátil, que ahí está la cofradía y nos guiña un ojo.

Fe

Creer o no creer. Igual necesitamos tener esperanza, si no dios, sin odios. Que no sean los huesos de nadie nuestra forma de fervor, que sea el alma de los buenos la inspiración. Rezar puede ayudar, o en su defecto, la poesía. Que la paz esté con todos nosotros: amen. Amén.

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