Ciudad

El empobrecimiento de Los Palos Grandes

“La basura en Chacao es de mejor calidad”, así se justifican frente a la Dirección de Seguridad Integral de ese municipio a quienes atrapan hurgando entre los desperdicios. El desfile diario de menesterosos por las transversales de Los Palos Grandes parece ser interminable y la alcaldía lo sabe

Fotografías: Dagne Cobo Buschbeck
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Camina con el paso firme de quien se cree el rey del lugar. Se mueve por la tercera transversal de Los Palos Grandes en un día de sol. El pantalón no le tapa los tobillos y la camisa hace rato que se le percudió. Lo único blanco en él es el cabello y un saco que lleva al hombro. El bolso poco a poco también se va manchando con sus hallazgos. Solo se detiene a la vista de una bolsa de basura —el botín—, mete la cabeza, busca y rebusca y guarda en el costal solo aquello que le pueda servir para disimular el hambre más tarde. Cuando termina se carga el saco al hombro y reanuda la caminata, hasta la siguiente bolsa, cuando repite el procedimiento.
En Los Palos Grandes “la basura es de mejor calidad”, o al menos eso es lo que alegan los menesterosos frente a la Dirección de Seguridad Integral de la Alcaldía de Chacao, cuando los detienen en los operativos de captación de personas en situación de calle. El municipio se ha convertido en un comedero popular donde abundan las estampas de la miseria. Y más en Los Palos Grandes, una de las zonas más pudientes de Caracas en uno de los municipios más ricos de Venezuela.
Son tiempos de vacas flacas, se nota en el deterioro de la calidad de vida. A la panadería que administra Juan Matías en las inmediaciones de la plaza llegan al día al menos 50 pedigüeños. “A veces se juntan hasta cinco”, explica el comerciante. Califica lo que allí se vive como un desastre. “Se vuelven violentos, si no les quieren dar nada se sientan en las mesas e imposibilitan la estadía de los clientes. A veces se van solos, otras tenemos que llamar a la policía para que los persuadan de irse. Y otras veces les damos algo, pero ahora tenemos como 15 o 16 días que no nos llega la harina; así que no podemos ayudarlos”. Son tantos que cuando sí hay pan tratan de distribuir la dádiva: las señoras con bebés en brazo suelen ser la prioridad, pero ni siquiera eso es garantía de que el bocado caiga en buenas manos.
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Gustavo Duque, director de Seguridad Integral de la Alcaldía de Chacao, no se cansa de ofrecer ejemplos. Cuenta que hace pocas semanas una mujer con un niño en brazos pedía frente a una panadería: “De cada diez personas, seis o siete la ayudaban con dinero o con comida; pero al final descubrimos que todo lo que le daban la señora lo guardaba en un morral, cruzaba la calle y se lo entregaba a su pareja que lo organizaba en una caja y luego lo llevaban al Metro y lo vendían”. Al verse descubiertos no volvieron más. La recomendación del experto en seguridad y lo que repiten en cada charla vecinal a la que los llevan a hablar del tema es no dar nada, ni dinero ni comida a quienes van a pedir al municipio. Hacerlo es un incentivo para que regresen.
En Chacao saben que la situación se les puede ir de las manos si no toman medidas. Están haciendo un censo de indigentes porque es notorio que en los últimos meses se ha incrementado el número de personas que llegan a pedir o a hurgar la basura. En el último operativo, realizado antes de Carnaval, captaron a 73 personas, algunos bien vestidos otros no tanto que se dedican a mendigar en sus transversales. Además de “la mejor calidad de la basura”, por la cantidad de restaurantes y por los electrodomésticos que pueden hallar en las bolsas, arguyen que prefieren pedir en ese municipio porque allí la policía no los maltrata.
Tan preciado puede ser el botín que hace menos de un mes hubo una pelea a cuchillos, en la Tercera avenida, por el contenido de una bolsa de basura que pretendían lanzar a uno de los camiones recolectores de desechos.
Los Palos Grandes 03.03.2017 Fotografia: Dagne Cobo Buschbeck.
Estampas de la miseria
Hay días en los que Eritza Liendo, vecina de Los Palos Grandes desde hace 25 años preferiría no salir de su casa. El cinco de febrero de 2017 se topó con la miseria de frente al menos en tres oportunidades y todavía no eran las 8:30 de la mañana. Ese domingo ella y su marido decidieron desayunar afuera. Más vale que no. Lo que vieron más que revolverles el estómago les zarandeó el espíritu. Habían caminado pocas cuadras cuando se encontraron con la primera estampa: acostado sobre la acera, apenas encima de un papel periódico, una mujer le cambiaba el pañal a su bebé  y usaba los trozos mugrientos del mismo pliego para limpiarlo. No habían dado más de diez pasos cuando vieron a otro hombre comiendo de la basura de un restaurante. La tercera escena la vieron a su regreso. La alertó el ruido de un aleteo. Un hombre hizo una trampa con una cabuya y cazó una paloma. No sabe si viva o muerta; pero el hombre metió el animal en su morral y ella se descompuso ante la seguridad de que se comerían al ave.
Los Palos Grandes 03.03.2017 Fotografia: Dagne Cobo Buschbeck.
“Esto está pasando desde hace seis o siete meses; y la situación es cada vez más aguda. El jueves vi a una mujer muy sucia comiendo con absoluto gusto de la basura, y a menos de 20 pasos, en plena acera, cuatro deposiciones secas, que no eran de perro ni de gato; eran humanas”, alarga Liendo la lista de miserias que debe observar en la que otrora era una comunidad apacible.
Pero de Los Palos Grande se fugó la calma. Cada noche llegan a Chacao de 200 a 400 personas a hacer colas en los supermercados. Empieza entonces la policía el juego del gato y el ratón. Les piden que se vayan, que regresen después de las 5:00 am; pero de Los Palos Grandes se mueven a Parque Cristal y de allí a La Castellana. Fingen irse, pero nunca se van; y la policía no puede impedir el libre tránsito.
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A Rafael Guerra, presidente de la Asociación de Residentes de Los Palos Grandes (Asorepal), le contaron que hace pocas semanas falleció un niño que no llegaba a los dos años de edad en la cola que se forma en el Excelsior Gama frente a la plaza. El bebé habría muerto en los brazos de la madre. Quienes van a comprar para allá pasan el día pululando por el municipio a la espera de que algún producto regulado se asome en las estanterías. “Algunas de esas personas llegan en moto, se quedan haciendo las cola y el motorizado se va a dar vueltas por el municipio; y luego nos enteramos que arrebató un celular o una cartera. No digo que sean todos, pero ha aumentado la frecuencia”.
“Duermen y hacen sus necesidades en la plaza de Los Palos Grandes. De noche se orinan y en la mañana el olor es insoportable. Antes esto era tranquilo. Se podía andar por la calle. Ahora en pleno día pasa un motorizado y te arranca la cartera y te quita el celular”, denuncia Beatriz Rojas, 58 años viviendo en la zona avalan el testimonio de la vieja tranquilidad.
Duque reconoce que el delito que más se repite en el municipio es el robo de celular. “Les resulta más atractivo que meterse en una tienda o una casa, y lo pueden hacer incluso sin armas, porque dura segundos. En segundo lugar está el hurto de reflectores, bombillos y cámaras de seguridad. Ha bajado el de cauchos y baterías”. Explica que la policía municipal —intervenida desde el 30 de mayo de 2016— no cuenta con suficientes funcionarios: “Es muy difícil que un joven quiera ser policía en la ciudad más peligrosa del planeta; donde matan a los jóvenes por el simple hecho de ser funcionarios. En Chacao a principios de año hubo un aumento de 124% en sus salarios, pero con la inflación eso rápidamente se vuelve agua. Los policías se retiran y a la mayoría los buscan para trabajar como escoltas en embajadas o consulados”.
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En el subsuelo
En Los Palos Grandes, además, las alcantarillas se han convertido en escondrijo. Desde ropa y zapatos, hasta colchones y un monitor de computadoras (robado) han sacado de las cloacas, por lo que la Dirección de Obras Públicas está en pleno proceso de soldarlas. Pero no todos los artículos son tan inocentes. Guerra explica que también han sacado los cuchillos que utilizan para amedrentar a los transeúntes.
En algunos casos son adolescentes los que se hacen de la madriguera. En el municipio han identificado dos bandas, conformadas por jóvenes con edades comprendidas entre los siete y 15 años de edad que hacen vida en el municipio. En total, unas 20 o 30 personas. “Se han puesto a la orden del Consejo de Protección del Niño, Niña y Adolescente; pero deben ser atendidos por la jurisdicción a la que pertenecen y ninguno de esos jóvenes son de Chacao. Son de los Valles del Tuy, Ciudad Caribia o Guarenas”, afirma Duque.
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Ante el déficit de policías y el desparpajo de quienes van a Chacao a cometer fechorías, la solución ha sido crear chats de Whatsaap vecinales. En total hay 83 —en los que está prohibido enviar cadenas y chistes— en los que participan alrededor de 12.000 vecinos. Cada tres o cuatro cuadras se activa una de estas conversaciones. “Eso nos ha permitido tener a 12.000 personas vigilando y reportando; y tenemos un equipo que canaliza en tiempo real cada denuncia”, agrega el director de Seguridad Integral.
Pero la necesidad no deja de tener cara de perro. Duque se ve obligado a interrumpir esta conversación, porque mientras da cuenta de lo que sucede en la zona un hombre vestido de vigilante aborda a una mujer y a su hija mientras se suben a su carro. Van cargadas con bolsas de mercado y el hombre busca que le regalen algo. No es mucho lo que hay por hacer. Le piden sus datos y le solicitan que se vaya. El vigilante hace caso; pero con la intención casi segura de volver.
Los Palos Grandes 03.03.2017 Fotografia: Dagne Cobo Buschbeck.]]>

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