Opinión

El silencio vergonzoso no es el de César Miguel Rondón

La voz que cada mañana retrata al país que vivimos se ha encargado de darle contexto a la realidad, de hacer las preguntas que muchas veces quedan sin respuestas. Mientras Conatel cuestiona la responsabilidad de César Miguel Rondón frente al micrófono, olvida exigir acabar con otros silencios, los del gobierno, los de las mentiras, los de la corrupción y la complicidad

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La voz de César Miguel Rondón siempre me ha recordado a la de Mufasa en la película El Rey León. Su imponencia al prender la radio todos los días a las seis de la mañana me hace pensar que detrás del micrófono hay un hombre que solo busca informar y entretenernos en una mañana donde ya se hace tarde para estar donde tenemos que estar. Es su voz la que me lee los titulares de los periódicos determinados “por el azar del señor portero”, como siempre dice. Son sus preguntas las que yo quisiera hacer si estuviera en el estudio frente al entrevistado del día y es su risa estruendosa en sus secciones más light la que me hace pensar que yo sí voy a tener el mejor día posible como siempre me desea al finalizar cada programa.

Yo he sido amigo de la voz de César Miguel Rondón por años. Me gusta porque trata con respeto a su micrófono a la hora de narrar las realidades más gloriosas y nefastas del acontecer venezolano. No es el señor Rondón un hombre que lo utiliza para hablar pistoladas del gobierno de Nicolás Maduro. Al contrario, su misión ha sido canalizar e interpretar las pistoladas del gobierno de Nicolás Maduro con entrevistados serios que buscan dar respuesta a los problemas de los venezolanos porque los que deben hacerlo sencillamente no las ofrecen.

Nadie pone en duda que el señor Rondón respira el nombre de Venezuela. Nadie cuestiona su deber profesional de comunicar e informar y de no guardar silencio ante temas de la realidad política y social que puedan ser críticos o controversiales. Por eso es insólito que la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) haya emitido un comunicado calificando a Rondón de guardar un “silencio vergonzoso”  durante una entrevista con el Alcalde de Cúcuta, donde, a juicio del ente, se realizaron “graves ofensas a la figura presidencial, a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, y en general, a las instituciones de la Nación”.

El problema del comunicado, además del deliberado insulto al catalogar a César Miguel Rondón como un ciudadano “mexicano-venezolano” como si eso lo hiciera menos nacional, es que Conatel confunde patriotismo con adulación. Eso es como si un padre le exigiera respeto a un hijo con una correa en la mano. César Miguel Rondón es una voz crítica porque sabe que los venezolanos no podemos tener un mejor día posible si no contamos con la verdad sobre los hechos. Por eso su voz es más poderosa que el incontable número de programas de radio y televisión y portadas de periódicos controlados por el Gobierno Nacional. De silencios vergonzosos nada puede decir un hombre quien todas las mañanas dice lo que piensa. Si alguien no ha guardado silencio es, precisamente, César Miguel Rondón.

Los silencios vergonzosos son de otros en Venezuela. Silencios de hechos que no pueden ser explicados por el Gobierno de Nicolás Maduro sin admitir que la Revolución Bolivariana ha sido un fracaso. Un silencio vergonzoso es el del Banco Central de Venezuela, por ejemplo, que no publica cifras de inflación. Otro silencio es de Cadivi que no puede determinar dónde están los 20 mil millones de dólares que misteriosamente se fugaron. ¿Sabemos los venezolanos por fin quien mató a Danilo Anderson? ¿Sabemos quién mató a todos los venezolanos que por falta de un plan de seguridad serio han fallecido ante las manos del hampa en estos nueve meses del 2015 o, peor aún, en estos últimos 16 años?

Eso sí es un silencio que da vergüenza. Conatel no ha emplazado a ningún medio a informar qué pasó con las cajas de las firmas en rechazo al decreto Obama. A ningún periodista le ha comunicado que ha debido entrar al juicio de Leopoldo López porque la Constitución garantiza que debe ser público. Silencio vergonzoso es que los venezolanos no sepamos cuántos fuimos realmente afectados por la epidemia del chikunguya. ¿No fue un silencio vergonzoso el tratamiento de la enfermedad de Hugo Chávez? ¿De qué murió Chávez, fuera de lo que nos enteramos por las columnas de Nelson Bocaranda? ¿Dónde está su acta de defunción? ¿Por qué no se puede enseñar el acta de nacimiento de Nicolás Maduro?

Lamentable es que una institución como Conatel busque silenciar a César Miguel Rondón por entrevistar a personas que buscan analizar las preguntas que todos venezolanos tenemos derecho a hacer sobre nuestros funcionarios públicos. ¿Quién vive en La Casona? ¿Por qué sigue cerrado el Consulado de Venezuela en Miami? ¿Cuánto gasta el Presidente de Venezuela en un viaje oficial? ¿Cómo se mantiene todavía el control cambiario? ¿Quién se hace rico con los secuestros express? ¿Quién explica la normalización de las relaciones en la frontera colombiana con el mantenimiento del estado de excepción? ¿Por qué ondea la bandera de Cuba en el Panteón Nacional? ¿Por qué surgió el bachaqueo? ¿Por qué nos consideran un narcoestado? ¿Por qué viaja un jefe guerrillero colombiano en una aeronave perteneciente a la estatal Petróleos de Venezuela? ¿Por qué nos cuestionan en el exterior los derechos humanos de nuestros presos políticos?

No, Conatel. No es el ciudadano “mexicano-venezolano” César Miguel Rondón quien guarda un silencio vergonzoso en los medios de comunicación social en Venezuela. Intenten con Venezolana de Televisión.

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