Economía

¿Por qué en Venezuela se habla de una guerra del pan?

Como casi todo en el país, el trigo también es importado. Y ahora escasea, como sucede con los productos cuya presencia en el mercado depende de un Estado con ingresos mermados por la caída de los precios del petróleo, principal y casi única exportación del país. Una crónica de la BBC Mundo relata que la lógica de rentabilidad y supervivencia de los panaderos, sin embargo, enfurece al gobierno.

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Foto: Archivo | Dagne Cobo Buschbeck.

En el largo mostrador acristalado de la panadería de Fredy López ya no hay pan. «Pura chuchería», dice señalando las bolsas de snacks.

«Antes tenía pan campesino, tortas…», recuerda con cierta nostalgia en el humilde barrio Boquerón, en el oeste de Caracas.

Ofrece también en su tienda café, jugos y charcutería. Todo para sustituir su principal producto, el pan, casi un artículo de lujo en la Venezuela actual de la crisis económica.

Fredy no tiene casi pan porque, como casi todos los panaderos del país, no dispone de harina.

No producir trigo no impide que Venezuela sea un país de gran tradición panadera gracias, sobre todo, a la numerosa inmigración española y portuguesa.

– El largo camino del pan hasta la mesa –

Hasta que un pan llega al estómago de un venezolano pasa por un complejo proceso.

El trigo comprado por el gobierno (o con los dólares otorgados por él) llega a precio subsidiado a los molinos, que se encargan de convertirlo en la harina que luego distribuyen.

Los panaderos tienen que dedicar parte de esa harina que compran a producir pan a un precio justo recomendado por la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde).

En Boquerón, una canilla, que es un pan delgado y alargado muy simple, cuesta apenas 80 bolívares ($0,11 al cambio oficial controlado por el gobierno y $0,01 en el mercado paralelo).

En la Venezuela de la inflación desbocada, en la que los precios aumentan de un día para otro, es casi regalado.

Por ello, en las panaderías se forman largas filas varias veces al día, cuando sale a la venta el pan más barato.

«Pero yo no hago canillas desde noviembre del año pasado», me dice Fredy, que ha pasado de recibir 200 sacos de harina al mes a sólo 30.

En enero le llevaron 40. En febrero, de momento, 15. Y ya sólo le queda éste. Si dedicara la poca harina que consigue al pan de precio bajo, Fredy debería cerrar el negocio, como han hecho tantos otros.

«Por eso tengo puro pan dulce», me dice señalando pan de guayaba, pan de coco y pan piñita.

– «La guerra del pan» –

La lógica de rentabilidad y supervivencia de los panaderos, sin embargo, enfurece al gobierno.

«La federación de panaderos de Caracas le declaró la guerra al pueblo. Tiene al pueblo haciendo colas pero por maldad, ya tienen varios meses en eso, y yo me he propuesto un plan especial para ganar la guerra del pan», dijo en televisión el domingo 12 de febrero el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

El gobierno habla de forma recurrente de la «guerra del pan» y de la «mafia del trigo». Y a través de la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) ha criticado los «precios de usura».

Por ello, el organismo gubernamental realiza inspecciones e incluso alienta a los ciudadanos a denunciar a las panaderías.

Lea el texto completo de la BBC Mundo

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