Opinión

"The Fall Guy", el encanto del viejo arte de hacer películas

“The Fall Guy” es un homenaje cariñoso a la serie de la década de 1960 “Profesión peligro”. Pero también, al hacer películas a la manera artesanal, lejos de la tecnología de punta y apalancada en el humor y el carisma de sus protagonistas: una fórmula encantadora. Se estrena en Venezuela este jueves 25 de abril

fall guy
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Entre 1981 y 1986, la serie “Profesión peligro” de la cadena ABC, sorprendió por su combinación entre acción y comedia. Colt Seavers (Lee Majors), interpretaba a un doble de películas que utilizaba sus abundantes conocimientos en técnicas del oficio y también de cultura pop, para perseguir a delincuentes. La pregunta de cómo el cine y el mundo criminal colindaban entre sí, no se respondía del todo. Pero a pesar de eso, el argumento lograba reflotar la idea para analizar las infinitas conexiones entre el mundo de lo imaginado — en la pantalla grande — y lo que ocurría en el ámbito de la realidad.

“The Fall Guy” (2024) de David Leitch, retoma la idea, pero en lugar de concentrarse solo en el escenario delirante de un doble de riesgo convertido en mercenario, hace algo más interesante: explorar cómo la ficción se construye desde los cimientos y a partir de un esfuerzo humano de músculo y talento. Dicho así, la premisa puede parecer filosófica, pero el director de “Bullet Train” (2022) no está interesado en teorías metafísicas, sino en la acción.

Y acción es lo que hay de sobra en esta cinta inteligente, que usa el humor como aliciente y que reflexiona sobre el cine como caja de resonancia de la cultura pop. Todo, entre escenas exageradas, brillantes y con una coreografía tan precisa como para complacer a los amantes del género.

Un gran chiste paratodos

El guion de Drew Pearce es todo lo que una película semejante debería ser. Lleno de humor genuino, es también una sucesión de referencias al cine como industria, que va desde las películas de Henry Ford hasta la incombustible saga John Wick. En “The Fall Guy” todo avanza con una dinámica de concentrarse en lo que es el cine en realidad.

Más allá de la inteligencia artificial — atención a la ingeniosa broma sobre los deepfakes, que resume años de debate — la película es un compendio de trucos exagerados sobre lo que Hollywood es. Como si se tratara de revelar lo que esconde un mago, “The Fall Guy” poco a poco muestra cómo es la bestia cinematográfica por dentro. Una premisa interesante que se hace incluso conmovedora mientras avanza la trama.

Que es en apariencia sencilla. Colt Seavers (Ryan Gosling, en otro derroche de encanto) es un doble de riesgos que conoció tiempos mejores. Con una lesión que lo envió a un retiro temprano, observa al tiempo pasar — y a la industria madurar — sumido en una natural frustración. Lo que el director equipara al cine de siempre, en contraposición al actual, todo técnica y pantallas verdes.

Eso, hasta que Gail (Hannah Waddingham), una productora con suficiente poder para cambiar las cosas, le recluta para un último trabajo: participar en el futuro éxito taquillero de ciencia ficción “Metalstorm”. No parece gran cosa, hasta que Colt descubre que en la dirección está Jody (Emily Blunt), su ex amante, el amor de su vida, ahora inalcanzable para él.

Nada es tan serio

La relación entre ambos personajes es casi lo mejor de la película y el primer tramo es un juego de palabras y de química que sostiene a “The Fall Guy” como un leve devaneo de comedia romántica.

Gosling, que se maneja muy bien con el humor, es todo melancolía, tristeza y torpeza física, mientras que Blunt interpreta a su ansiosa directora con la rigidez de una estrella en ciernes. Pero lo cierto es que Leitch tiene mucho más que mostrar que un burlón romance entre explosiones falsas y actos acrobáticos extravagantes.

Todo se volverá rápidamente más turbio cuando Colt y Jody deban lidiar con lo que sea que ocurrió con Tom Ryder (Aaron Taylor-Johnson), la estrella de acción del momento y que resulta tener vínculos con el mundo del crimen. Por supuesto, el meollo de la película está en este paraje ambiguo y extraño de medias verdades y dobles interpretaciones. Sin embargo, lo que la sostiene y la hace un éxito es lo poco que se toma en serio, la alegría de los chistes y la forma de celebrar el cine por lo que es. Una combinación de esfuerzo, imaginación y casi ingenuidad, que convierten a “The Fall Guy” en una agradable sorpresa.

En una época llena de películas densas con escenarios complicados, el desenfado, brillante energía y amabilidad de “The Fall Guy” caen bien. Mucho más, su ingenuidad de cinta creada para la diversión a lo grande, con chistes que divertirán tanto a los amantes del mundo cinematográfico como a los que no lo son. Al final, el gran logro de esta cinta es simple, pero importante: demostrar que el cine  que se celebra a sí mismo  funciona. Y deja claro que más allá de efectos especiales e inteligencia artificial, hay toda una experiencia por recorrer: la que recuerda que lo cinematográfico nació de los errores y las equivocaciones.

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