Opinión

"Abigail", ¿quién se atreve a pasar un rato con la niña vampiro?

En “Abigail” el género de vampiros se retuerce en un tropo extraño que incluye casas “embrujadas” y puertas cerradas llena de secretos, en una historia burlona y violenta que deja un camino abierto. En cines desde este jueves 18 de abril

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Varias de las escenas de “Abigail” (2024) de Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, están pensadas para crear la sensación de que la casa en la que todo transcurre es una enorme trampa. Y lo es. Un grupo de delincuentes deberá vigilar a una niña a cambio de una parte del cuantioso rescate que piden por ella. Sólo 24 horas, insiste el misterioso Lambert (un siempre siniestro y confiable Giancarlo Esposito), cuando completa la operación. No parece gran cosa, mientras la rehén espera en una de las habitaciones, frágil, incapaz de dar problemas.

Pero todo lo anterior se vuelve rápidamente un escenario feroz, cuando cada paso del misterio caiga en pedazos alrededor de la pequeña Abigail (Alisha Weir), una criatura imparable, con sed de sangre y deseos de jugar.

El guion de Guy Busick y Stephen Shields está lleno de ingenio y un voraz sentido del humor. El monstruo es una combinación entre el apetito y curiosidad infantil, que evoluciona a algo más macabro y que se hace más fuerte a medida que la criatura titular muestra todos sus horrores.

Un punto a favor de “Abigail” es su capacidad para crear un ambiente claustrofóbico, en el que se mezclan sin esfuerzo varios tópicos distintos. La casa es una perfecta construcción gótica, digna de su sangrienta ocupante, y la cámara pasea por sus pasillos analizando el entorno desde la oscuridad y el miedo.

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“Abigail”, que pudiera limitarse a ser burlona — que lo es — o a ser violenta — que también lo es — mezcla todo lo anterior en un argumento que en ocasiones avanza demasiado rápido, pero jamás se sale de control.

Esta entidad hambrienta, tiene la forma de una niña  y sus apetitos y deseo, son poderosamente infantiles, pero también es una figura imparable. Sin embargo, el guion sabe cómo y cuándo explorar en la mitología del vampiro para brindar mayor libertad, soltura y una brutal vena sangrienta a su desarrollo.

También es metarreferencial y los personajes saben exactamente a qué se enfrentan. Hay diálogos memorables que apelan al imaginario macabro con una soltura fresca y bien construida y que, a su vez, avanzan a dimensiones nuevas de su premisa. A saber: un nuevo tipo de vampiro que no está encerrado en un cuerpo pequeño, sino que utiliza su juventud eterna como un anzuelo de algo peor.

Baile y sangre, muchasangre

Desde 1994 con la película “Interview With The Vampire” — y recién, la primera temporada de la serie que adapta la misma historia, estrenada en el 2021 — , el tema de los niños vampiros ha estado en un debate complicado, curioso e incómodo. También Stephen King se unió a él en su novela fundacional sobre los bebedores de sangre en suelo norteamericano con “El misterio de Salem’s Lot”. El libro – y su adaptación en cine- incluye niños congelados en una juventud siniestra, primero, juguetes del horror y más tarde, monstruos por derecho propio. Para la historia de la literatura y el cine, queda la escena del pequeño Danny Glick (Brad Savage) emergiendo de las sombras para tocar la ventana de Mark Petrie (Lance Kerwin), luego de su misteriosa muerte.

Pero “Abigail” se despoja de todo enigma elegante y sofisticado para ser, mucho más, una obra de puro gore festivo. Sus mejores escenas son esas en las que la sangre corre a raudales o los cadáveres flotan en medio de todo tipo de sustancias repugnantes. Con evidentes reminiscencias del romance gótico — la historia de su personaje es más truculenta y deliciosa de lo que cabría suponer en una trama en aparente sencilla — esta obra potente usa la salvaje necesidad de sangre de su vampiro para hablar de una época apresurada, necesitada de atención y estímulos. Abigail es una bebedora de sangre que no duda en matar, pero ama hacerlo en su vestido de satén y saltar por entre las escaleras haciendo pasos de ballet.

Pero al final, es un monstruo remoto, extraño y virulento, imposible de detener.

"Abigail"

Quizás por ese motivo, su tiempo en pantalla es relativamente corto con relación a la importancia que tiene. “Abigail” sabe que el poder de su secreto es mantener viva la interrogante sobre qué es realmente la demoníaca figura que bebe sangre, pero hace bromas con la voz aflautada de una niña pequeña. Por lo que dedica tiempo, interés y esfuerzo en bordar lo que ocurre alrededor de ella y cómo nuestra época enfrenta un problema que le supera. A saber: tener un vampiro que les pisa los talones en mitad de una casa tenebrosa.

Un elenco delicioso con algunasfallas

Otro elemento alto en la película es la química entre su elenco. De Kathryn Newton, la sabelotodo que recita de manera incansable detalles sobre vampiros que obviamente no le salvarán la vida, hasta el papel casi anecdótico del fallecido Angus Cloud como su novio Dean, los personajes saben que todos están destinados a morir — o eso parece — por lo que se ríen — casi con dolor — de la trampa siniestra en la que han caído. En especial, Dan Stevens, el líder de la pandilla y el único con posibilidades reales de enfrentarse al monstruo.

Extrañadamente, la única que falla en medio de la persecución siniestra es Melissa Barrera, que parece desvinculada del resto y no demasiado interesada en explorar en su papel. Por supuesto, destinada a ser la final girl, repite casi punto a punto su papel en “Scream”, pero con peor ánimo y mucha menos habilidad.

La película tiene una deuda apreciable con la francesa “Livide” (2011) de Alexandre Bustillo y Julien Maury, a la que referencia sin disimulo. No obstante, “Abigail” es mucho más violenta y simbólica que su contraparte europea. Y logra algo más: “Abigail” es una adición divertida y con peso propio al universo vampírico de Hollywood y prueba que todavía el género de terror puede ser desenfadado, irreverente e incómodo.

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