En 1981,cuando Bette Davis eyes,el temazo pop de Kim Carnes, fue merecedor de un disco de oro por su extraordinario desempeño en ventas, la intérprete del one hit wonder decidió obsequiarle el premio a la temperamental actriz de Hollywood cuyo nombre da título a la canción. Agradecida por ser parte de los tiempos modernos, una envejecida Bette Davis colgó este galardón muy cerca de sus dos premios Oscar y admitió públicamente disfrutar de la música que hablaba de una misteriosa mujer precoz, feroz e intimidante; una mujer con los ojos de Bette Davis.
La actriz más independiente de principios del siglo XX, Bette Davis, se convirtió, indudable-mente, en un personaje mítico y controversial, con una capacidad de escoger papeles que pocas se atrevían a interpretar entonces. Encarnó como ninguna: malas madres, hermanas dementes, niñas malcriadas y, en más de una ocasión, a una celebridad venida a menos, arruinada por la fama y la industria del espectáculo.
En Eva al desnudo, la madura Bette abrió las puertas a la segunda etapa de su carrera. El fin de las historias de amor imposibles llegó y lo decretó con un premonitorio: “Ajústense los cinturones, va a ser una noche agitada”. Y así fue para Alejandra Otero Ramia quién, con su indeleble sonrisa y famosa simpatía, llegó lista para transformarse en la venerada actriz que seguramente desdeñaría a cualquiera que intentara emular su inigualable mirada y pose singular. Actualmente se puede ver su característica melena en la obra teatral «Malas Ideas».
Mientras hablaba de sus múltiples proyectos que van desde la gira del monólogo En Blanco, escrito por Ignacio Castillo, hasta la producción y dirección de un documental— Alejandra era sometida a una sesión de peinado y maquillaje digna del viejo Hollywood: secado, rollos, laca y unas estratégicas horquillas para marcar la clásica onda de lado. Para completar el look Amarga victoria, cejas tan delgadas como arqueadas, labios delineados con ese contorno circular tan popular en los años 40 y, por supuesto, pestañas interminables. Poco a poco, Alejandra se convirtió en esa mujer tan pura como la nieve de Nueva York que todos los chicos toman por espía, la mujer con ojos de Bette Davis.
PRODUCCIÓN- RENATA ESCORIHUELA Y VICTOR PASTORE
RENATA ESCORIHUELA Y VICTOR PASTORE
MARCOS DURÁN – TFR MAQUILLAJE
JOSE LUIS CATARÍ – BEAUTY BAR ESTILISMO
JUAN CARLOS VIVAS – VESTUARIO