Ni siquiera el Gobierno y la oposición se han sentado formalmente en una misma mesa y ambos bandos ya advirtieron que no cederán ni un milímetro a sus posiciones. Dirigentes del Gobierno y la oposición ya mataron al diálogo, al menos desde sus bocas: advierten que no tienen nada que negociar con sus oponentes y que seguirán en su camino. El mismo que ha conducido a Venezuela en el clímax de la crisis.
Sólo un milagro divino podrá destrabar el conflicto. Y eso lo sabe el Papa Francisco, quien tiene previsto reunir al chavismo y la oposición a discutir sus diferencias el 30 de octubre en la turística isla de Margarita, con la ayuda de tres expresidentes y la Unión Suramericana de Naciones (Unasur).
Este llamado ha desatado toda clase de comentarios en Venezuela. Algunos analistas ven el anuncio como una maniobra del chavismo. Félix Arellano, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela (UCV), afirmó para El Estímulo que, a pesar de la facilitación de la Iglesia Católica, no se evidencia verdadera disposición de dialogar por parte del gobierno de Nicolás Maduro.
“El diálogo es una forma de seguir tomando oxígeno, continuar el show y bajarle a la tensión que hubo durante el domingo en la asamblea. La foto penosa en el mundo de grupos en el hemiciclo del palacio legislativo la trataron de tumbar con la foto del Papa”, expresó Arellano.
El experto aseguró que el oficialismo se metió en camisa de once varas. “Se enredaron ellos mismos porque meter el Vaticano son palabras mayores. El Gobierno se metió en tierras complicadas”.
¿Quién dijo que había diálogo?
Desde el chavismo se advierte que no cederán a las demandas de la oposición. El primer vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, dijo que “no nos vamos a dejar tumbar, no vamos a permitir que tumben a Maduro, es una cosa que no se negocia».
Henry Ramos Allup, presidente del Parlamento, dijo que el sector contrario al chavismo no tiene ningún interés de negociar sus demandas: “En esa reunión nosotros (la oposición) no tenemos nada que dar sino que exigir”, dijo en una entrevista a Circuito Éxitos.
Los partidos de oposición ha mostrado abiertas diferencias tras la convocatoria de diálogo. Tres organizaciones que integran la Mesa de la Unidad Democrática declinaron en participar en el llamado. Henry Ramos Allup, secretario general de Acción Democrática (AD), advirtió solo asistiría a la ronda de diálogo si los demás partidos de la coalición accedían a participar.
Voluntad Popular, el partido del preso político Leopoldo López, expresó en un comunicado que no existen las condiciones necesarias para que se realice el diálogo, «dada la persistencia del régimen en impulsar la confrontación sociopolítica, la persecución y el amedrentamiento contra todo aquel quien piensa distinto”.
Vente Venezuela, la tolda liderada por María Corina Machado, manifestó «no tiene conocimiento, ni participación en el proceso de diálogo negociado con el señor Jorge Rodríguez en representación del régimen de Nicolás Maduro».
Henrique Capriles Randonski, luego del anuncio del Monseñor Paul Tscherrig, ratificó que no existe diálogo en Venezuela. El gobernador del estado Miranda dijo que la crisis en el país no se va a solucionar con un diálogo, ya que el problema en Venezuela “es mucho más profundo y duro”.
La radicalización de los sectores
Por otra parte, el banco de inversión Barclays señala que Venezuela vive un ambiente político incierto. Advierte que la radicalización mostrada por los dos sectores políticos dificulta el triunfo del diálogo nacional.
“La radicalización de ambas partes reduce el éxito de la de negociación, incrementando el riesgo de divisiones y problemas de coordinación”, describe el informe, además de cuestionarse cómo sería la reacción de los ciudadanos, que sería una actitud determinante en la consolidación de un régimen autoritario.
Tras las críticas suscitadas por el nuevo rol del Vaticano, el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), Monseñor Diego Padrón, expresó que la reunión entre Gobierno y oposición forma parte de un encuentro para establecer los puntos a tratar en próximas conversaciones.
«El diálogo no puede ser sustitución de un derecho del pueblo. No viene a enfriar al pueblo ni a quitarle la voluntad de revocar».