Venezuela

Neolenguaje: la represión y censura del vocabulario

En aras de afianzar su dominación total el gobierno ha buscado avanzar la hegemonía comunicacional. Ser el dueño de los medios, imponer palabras e impulsar su pensamiento único es vital para garantizarse su posición de poder.

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TEXTO: MANUEL TOVAR @MENTETRANSFUGA | FOTOGRAFÍA: FELIPE ROTJES

Las palabras tienen fuerza, el lenguaje une o divide. Es común en estos tiempos de escasez de alimentos y necesidades básicas que se olvide que la pluma es más fuerte que la espada. La discriminación, represión y violencia en el país no viene sólo de hechos, también de la palabra.
Expresiones como “escuálido” que denota debilidad y pobreza, “mariconson” peyorativo y discriminatorio para referirse a una preferencia sexual, “apátrida” una persona sin país, o que no pertenece a una determinada identidad, son solo algunas de las expresiones que se han utilizado para intentar disminuir y vilipendiar a otro ser humano, tan nativo de esta tierra de gracia, pero que, al pensar distinto a lo establecido en la linea oficial pasa a ser un enemigo.
En la novela 1984 del británico George Orwell, por órdenes del Gran Hermano, una suerte de líder de una sociedad “socialista” con claros tintes fascistas y necesidad de control de todos sus estamentos, resulta obvio que el partido se preocupa por lo que habla la población, lo que dice y como se expresa.
Para cualquier élite dominar el discurso es importante porque ayuda a reforzar la idea que se pretende imponer. Primero controlando los medios de comunicación y posteriormente el mismo mensaje. En el caso del socialismo del siglo XXI es necesario que se hable de guarimba, barricada y terrorismo, en vez de concentración, resistencia y avanzada. Es claro que el objetivo de vigilar lo que se dice y como se dice es parte del plan del oficialismo para enquistarse en el poder.
Así como busca imponerse con represión y por la fuerza, también lo hace con la censura y el control de las palabras e ideas.
“La Revolución Bolivariana avanza consolidando la hegemonía y el control de la orientación política, social, económica y cultural de la nación”, se lee en el Plan de la Patria de la República Bolivariana de Venezuela.

En el texto se refiere a la hegemonía comunicacional, o a la gradual eliminación de todo foco de comunicación alternativo, el socavamiento incluso de toda posibilidad de concebir un relato distinto al del poder. “Esta toma del Estado les permite intervenir la lengua y montar sobre ella relatos de guerra o resistencia antiimperialista”, describen Antonio Canova González, Carlos Leáñez Aristimuño, Giusseppe Graterol, Luis Herrera Orellana y Marjuli Matheus en el libro La Neolengua del Poder en Venezuela Dominación política y destrucción de la democracia.
La premisa es clara y en su publicación de 2015 lo demuestran con una frase lapidaria: “El ciudadano, quebrado cognitivamente y sometido a una fuente única de mensajes, deviene en esclavo o incluso fanático listo para suprimir al otro”.
Se necesita controlar la emocionalidad y el discurso de las personas, el corazón y la mente, dominadas por la presencia omnipotente del Estado para que éstos sean instrumentos activos de él.
Por otra parte, es necesario descalificar al adversario y proferir insultos, si se puede lograr que el oponente replique los calificativos y groserías se está consiguiendo una victoria para el modelo político.
Es necesario proferir palabras procaces, tildar al otro de porquería, desecho, insecto y parásito, lo más bajo para el patriota, que se representa en el “revolucionario”. La intención es lograr cercanía con sus adeptos, en un lenguaje cercano y a la vez mostrar fuerza. Si se logra minimizar y ridiculizar al oponente pueden posicionarse como el único en el poder, después de todo. ¿Quién desea ser considerado un insecto o parásito?.
Durante los momentos previos a la masacre del pueblo judío en el holocausto y el genocidio en Ruanda, el lenguaje de descrédito era más que necesario para ellos. Era de vital importancia llamarlos cucarachas, sucios, ratas, o menos que eso para desensibilizar a la población y poder después cometer toda clase de aberraciones y atrocidades.
Violencia en resistencia

No es exagerado pensar que la situación ha calado profundamente en los venezolanos. En la actualidad la represión está precedida por frases terribles y atroces que en el momento de la refriega pasan inadvertidas, pero que han llegado a la psique de la ciudadanía.
Desde la Guardia Nacional Bolivariana cantando en sus entrenamientos: “Un puñal de acero para cortarle el cuello de un maldito guarimbero”, hasta los gritos: “Te voy a atropellar, maldito”, “No estamos jugando mamagüevo esto es una guerra” que hicieron los efectivos desde la ballena, antes de atacar a manifestantes civiles.
También desde el punto de vista psicológico, la GNB ha usado expresiones claramente altisonantes que hacen referencia a otros hechos que han marcado a la población y están en el inconsciente colectivo del venezolano. Al gritar: “Te voy a partir la cara mariquito, tápatela mejor porque te la voy a dejar como un colador”, es inevitable recordar la terrible muerte de Geraldine Moreno el 19 de febrero de 2014, vilmente asesinada por disparos de perdigón a cortísima distancia, un hecho que se convirtió en una clara evidencia de la represión de las fuerzas de seguridad que hoy vemos cada día desde el 1 de abril.
“Les voy a partir el culo en esta mierda, no se quiten malditos que les voy a pasar por encima”, es otra frase que quedó en clara evidencia durante la represión contra la sociedad civil. La terrible frase se magnifica por el ataque salvaje que sufrió el joven Pedro Yamime, atropellado en dos ocasiones por una tanqueta de la GNB. La amenaza fue hecha apenas una semana después del ataque desmedido contra el joven que manifestaba en Altamira.
Asalto a los medios

El relato de la dominación, la imposición y la omnipresencia también es parte de la realidad de los regímenes totalitarios. Desde la frase: “Una mentira dicha mil veces se convierte en verdad”, del propagandista del partido nazi Joseph Goebbels, pasando por la toma de medios en Cuba y la eliminación de diarios y televisoras, la hegemonía en distintas naciones y momentos históricos se ha construido en todos los campos de forma similar.
Las evidencias en el caso venezolano pasan por el cierre del canal RCTV y de emisoras de radio, hasta las compras poco transparentes de reconocidos diarios como El Universal y Últimas Noticias; así como la censura en cableras de medios internacionales como NTN24 y CNN en español.
Es claro como desde el Ejecutivo se ha buscado propulsar su sistema de medios para exponer lo que consideran sus valores y un lenguaje positivo de su discurso y de lo militar, negativo de la disidencia y lo civil.
Por otro lado, resulta obvio la intención del régimen de limitar, bien sea con legislación, multas y amedrentamientos o con escasez de recursos, a los pocos medios independientes que quedan, y puedan resultar, a su vez, una amenaza para su discurso de lenguaje único, y así atentar contra la promoción de las ideas que propugna su sistema de medios.
Para el gobierno es necesario que el ciudadano de a pie se haga eco del relato de guerra antiimperialista que han intentado implantar. De no responsabilizar a un enemigo externo, bien sea el Pentágono, la Organización de Estados Americanos u otro país, solo quedaría el Ejecutivo como el único responsable de su propia ineptitud y corrupción.
Sin embargo, y a pesar de los intentos de implantar la neolengua y un relato alternativo de la historia, en el país no se ha podido desmontar por completo y avanzar en el modelo totalitario que se pretende imponer.
Aún quedan espacios divergentes para la libre opinión, de igual forma muchos venezolanos han reaccionado a la imposición y son capaces de reconocer que la pluralidad de ideas, y la existencia de medios en los que se puedan manifestar expresiones diferentes al relato oficial, son necesarios para fomentar una democracia sana.]]>

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