Venezuela

Opinión | Dos hipótesis de actuación norteamericana sobre Venezuela

El hecho que no haya ingresado la “ayuda humanitaria” este 23 de febrero a territorio venezolano por las fronteras de Ureña y Santa Elena de Uairen; en el primer caso apoyado in situ por toda la institucionalidad opositora: el “presidente interino” Juan Guaido, diputados de la Asamblea Nacional y líderes políticos más el mediático incluido un concierto; coloca la iniciativa estratégica en “campo” del presidente norteamericano.

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Texto: Luis E. Fidhel Gonzales / Fotografía: Archivo

A pesar de las disidencias de militares venezolanos durante estos acontecimientos hasta el momento no se ha realizado el “quiebre militar”: la “cúpula” o “alto mando” le quitaría apoyo a Maduro en virtud de su ilegitimidad y consecuente derrumbe. Esto sería consecuencia de la presión internacional que reclama su salida del poder y actitudes represivas que pudiese tomar particularmente en virtud de la entrada de la “ayuda humanitaria”.

El gobierno de Maduro es considerado ilegitimo por el gobierno norteamericano y Grupo de Lima; no se puede considerar esta posición por espontanea o voluntarista sino corresponde en teoría a un esquema de coincidencias y negociaciones internas y externas deben haber coincidido en principio de un resultado viable incluso con certeza de triunfo; es decir la salida del poder de Maduro.

La política exterior norteamericana debe observarse que responde a demandas puestas en movimiento por grupos de presión y burocráticos en una dinámica de intereses propios influyentes en la toma de decisiones planteándose bajo “justificaciones” o “excusas burocráticas” destacando la del complejo militar-industrial como fuerza política influyente definida por la adaptación de la sociedad norteamericana a las necesidades de la guerra continua, total e ilimitada originando una vasta industria privada militar ligada a las fuerzas armadas por un “lazo natural de intereses comunes” -J.W. Fullbrigth-.

Abordar estas relaciones EEUU- Venezuela a partir de un “punto neutro o mixto” sin implicar “pura cooperación” o “puro conflicto” reconociendo la calidad de “estado hegemónico” y “estado débil” respectivamente se considera la capacidad creíble de “cooperar” o “retar” aunada la percepción sobre prioridades independientemente de la retorica y propaganda que se hace uso – diplomacia oficial contra política mediática -.

La metáfora ilustrativa que el “pez grande” -EEUU- se come al “pez pequeño” -Venezuela – plantea el modo de “sobrevivencia” en base de las siguientes hipótesis:

1) La capacidad del “estado débil” para evitar, mitigar o resistir el conflicto depende de la posibilidad de crear para su oponente una contradicción entre las ventajas de llevar el conflicto hasta el fin o de tomar otra alternativa, en la esfera política significa la capacidad de crear o estimular un interés común para ambos Estados; en lo militar la habilidad de “disuadir” al adversario.

2) “Política deliberada” como conjunto de “decisiones conscientes” expresamente a satisfacer las demandas para que se renuncie a la agresión traduciéndose que el agresor va tomando lo que quiere por la fuerza, mientras el adversario se ve obligado a aceptar las “perdidas” como hechos consumados incluso legales – apaciguamiento –

3) El diagnostico parte de una base lógica – racional que la política exterior busca la preservación del Estado más aun cuando es calificado por “débil” se observa que las “tendencias totalitarias” reflejan un matiz “soberbio” que atenta contra su integridad o existencia manifestándose una “política suicida” sin importar las consecuencias, la prioridad de “mantenimiento en el poder” conlleva a ignorar los efectos negativos sobre la población.

4) La política exterior se basa en “intereses” más que una relación dilemática “amigo – enemigo” – propia de la política interna, Carl Smitt – en consecuencia es el resultado de un proceso complejo de agregación y conciliación contrario a monolítica en la medida que depende de las “posiciones de poder” de los actores y cambia pragmáticamente desafiando toda lógica. El requisito de “desempeño democrático” depende de la “geopolítica de los intereses”.

5) Para los Estados Unidos – estado hegemónico – continua América Latina siendo marginal en su política exterior y estrategia de seguridad sin significar que pierda influencia en la opinión pública no obstante debe reconocerse que el “régimen chavista” reta el status político venezolano, latinoamericano inclusive al “mundo occidental” bajo la propuesta de un “cambio radical” en detrimento de los paradigmas y fuerzas dominantes en algún momento aunado al apoyo económico irónicamente por venta de petróleo a los Estados Unidos.

Dos hipótesis históricas de política exterior norteamericana podrían ser extrapolados al accionar de la administración Trump en el decurso de los acontecimientos en Venezuela, salvando la distancia histórica representaron situaciones extremas también con cabida a situaciones medias darían “luz” para entender las decisiones que pudiese tomar:

1) HIPOTESIS: BAHIA DE COCHINOS: CONSOLIDACIÓN DE NICOLAS MADURO.

Trump el 18 de febrero en la Universidad Internacional de la Florida califico a “Maduro es un hombre controlado por el Ejército cubano y protegido por un ejército privado de cubanos. Es una marioneta cubana” además de hacer alusión al carácter del régimen “Los socialistas han hecho en Venezuela las mismas cosas que los totalitarios en cualquier otro lugar. Ha destruido tanto el país que ni las reservas más grandes de petróleo son suficientes para mantener las luces encendidas en Venezuela”, enfatizó. Por otro lado, recordó que “años de gobierno socialista llevaron al borde de la ruina a esta nación”. “Estados Unidos nunca será un país socialista”.

Nos hace interpretar que Trump utiliza esquemas propios del enfrentamiento de la “guerra fría” particularmente a las relaciones con el régimen castrista en los primeros años de la “revolución”, actualmente sin la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas siendo el gobierno de Maduro apéndice de este.

La experiencia de Bahía de Cochinos en abril de 1961, hace pensar que la retorica oficial estadounidense en muchos casos no coincide con los hechos. El catalogo de “acciones” que originan iniciativas de política exterior reflejan una prioridad aparente pero no determinante incluso pueden terminar siendo abandonadas.

Esta fue una operación militar decidida durante la presidencia de Eisenhower y diseñada por la CIA, en marzo de 1960, con el fin de derrocar a Fidel Castro y la Revolución por fuerzas cubanas exiliadas y entrenadas por los EEUU. Distintos factores aplazaron la operación y terminaría asumida en enero de 1961, por el recién elegido presidente John F. Kennedy. JFK y el secretario de Estado, Dean Rusk, modificaron el plan inicial para camuflar y reducir toda posible implicación directa de fuerzas estadounidenses quizás temerosas de la reacción internacional.

La Brigada 2506 (exiliados cubanos anticastristas, entrenados y equipados por la CIA, que fueron el grueso del cuerpo invasor) se le suministró mucho menos material de lo previsto y el apoyo desde el aire se redujo a la mitad: de 16 a 8 aviones. Ello tuvo una influencia directa en el fracaso de la invasión. El poco éxito inicial de bombardeos a aeródromos cubanos realizados por pilotos del exilio llevo a Kennedy cancelar otras acciones y casi abandonó a su suerte a las tropas invasoras, que iniciaron el desembarco en Playa Girón y Playa Larga en la madrugada del 17 de abril y, menos de 70 horas después, el 19 de abril, se rindieron tras ser vencidas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias. En la política domestica el apoyo del “exilio” decisivo en las elecciones que lo llevaron al poder posteriormente le dieron la espalda a Kennedy.

La posterior crisis de los misiles del de octubre de 1962, con apoyo soviético al régimen cubano con la finalidad de disuadir una “·invasión” norteamericana consolidó al régimen de Castro.

2) HIPOTESIS: IRAK 1992: SALIDA DEL PODER DE MADURO.

La acusación por la Administración Bush que el gobierno iraquí mantenía en su poder armas de “destrucción masiva” obtuvo por el Consejo de Seguridad de la ONU la Resolución 1141, de noviembre 2002; requiriendo inspecciones para verificar esta situación que al no permitirse estas particularmente en los “palacios presidenciales” se tuvo por excusa para iniciar la segunda guerra del golfo en el 2003, sin contar con el apoyo del Consejo siendo invadido Irak por una coalición pro- occidental denominada “Operación Libertad Iraquí”.

El hecho cierto revela la revista Newsweek es que la administración George Bush había tomado inexorablemente la decisión de invadir a Irak y derrocar al régimen de Saddam Hussein; el problema era “vender” o “justificar” la guerra para evitar que la acción militar sea impopular convenciendo a la mayoría de estadounidenses que representaba un peligro “claro e inminente” y tenía que ser derrocado por la fuerza. Bush había en varias oportunidades expresó: “año tras año. Saddam Hussein ha gastado enormes sumas y tomado grandes riesgos para construir armas de extermino masivo” en tanto el vicepresidente Dick Cheney y el Departamento de Defensa impulsaron la idea que Saddam tenía arsenales de armas prohibidas y vínculos con los terrorista particularmente Al Qaeda podían ser utilizadas contra ciudades norteamericanas.

Dick Chiney – vicepresidente – Donald Rumsfield – secretario de Defensa – y George Bush persistieron en el tema inclusive Bush señalo que Saddam podría “tener una bomba nuclear en menos de un año”. La preocupación del director de la Central de Inteligencia Norteamericana (CIA) George Tenet que las justificaciones de la acción militar a Irak previstas a presentar ante ONU en base a que Saddam poseía un arsenal de exterminio masivo advertían dificultad: “Pero las pruebas eran débiles, esquemáticas y especulativas o no corroboradas o simplemente inverosímiles”.

La perplejidad fue el hecho que las fuerzas estadounidenses de ocupación en suelo iraquí no encontraron “ninguna” de las armas de exterminio masivo que justificaron la acción militar. La conclusión de la revista Newsweek resultó contundente: “El mensaje era claro. Las armas de exterminio masivo de Saddam hacían que la guerra fuera inevitable. Entonces ¿Dónde están?”.

3) DISTANCIAMIENTO ENTRE EL GRUPO DE LIMA Y EEUU.

Si bien la administración Trump y el Grupo coinciden en reiterar su reconocimiento y respaldo a Juan Guaidó como Presidente Interino de la República Bolivariana de Venezuela en atención a la Constitución y realizan un llamado a la comunidad internacional para brindar su más fuerte respaldo, así como a la Asamblea Nacional y llamado a las fuerzas armadas venezolanas para que manifieste su lealtad al Presidente Encargado en su función constitucional de Comandante en Jefe de la misma e instan a no impedir el ingreso y el tránsito de la ayuda humanitaria. El Grupo prioriza la iniciativa de dialogo sea política o diplomática que se desarrolle teniendo por objeto apoyar la hoja de ruta constitucional presentada por la Asamblea Nacional y por el Presidente Encargado.

La posibilidad de una hipótesis de intervención militar obviamente teniendo por peso mayor la participación norteamericana cual no resulta descartada como lo ha reiterado el presidente Trump no resulta aceptable por el Grupo como lo ha reiterado la cancillería chilena al apoyar una “solución de tipo política y pacífica». «Chile no está disponible para otro tipo de alternativa». El presidente colombiano Iván Duque sugiere debe “arreciar” el cerco diplomático a Nicolás Maduro, sin dejarse llevar de “discursos belicistas”.

En la declaración de cancilleres si bien promete incrementar sus actividades con la resolución firme de lograr el retorno de la democracia en Venezuela y la decisión igualmente firme es hacerlo por medio de medidas diplomáticas sin recurrir al “uso de la fuerza” al quedar demostrado con los hechos del día 23 de febrero que este produce solo muertos y heridos causando un daño enorme a la familia venezolana y eso lo que precisamente se quiere evitar. Estando seguro que la acción del Grupo con el apoyo de más de 60 países al presidente legítimo Guaido producirá resultados al corto plazo y se continuara haciendo lo necesario a una pronta vuelta a la democracia.

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