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Tokio 2020, unas olimpíadas cargadas de desanimo

Esta restricción, dirigida a evitar contagios de coronavirus, supondrá un importante golpe económico tanto para la organización como para Japón. Hasta ahora, estaba previsto que los ingresos de taquilla aportaran unos 90.000 millones de yenes por la venta de aproximadamente 8 millones de entradas. Unas 600.000 fueron vendidas por distribuidores autorizados de fuera de Japón, y ahora deberán ser reembolsadas a sus compradores al no ser válidas para el evento

Tokio
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A un año de fijarse nuevas fechas para los Juegos Olímpicos de Tokio, los ánimos no son los mejores tras definirse su formato «burbuja» y sin público de fuera de Japón.

El 30 de marzo del año pasado, los organizadores de Tokio 2020 anunciaron que los Juegos Olímpicos comenzarían el 23 de julio de 2021, tras acordar el nuevo calendario con el Comité Olímpico Internacional (COI).

Aquel anuncio terminaba con semanas de rumorología sobre el devenir de Tokio 2020. Sin embargo, abriría otro período repleto de incógnitas que se han ido despejando poco a poco en los últimos meses sobre unos Juegos que serán muy distintos a lo previsto antes del estallido de la crisis sanitaria global.

Unos juegos solo para Japón

Los Juegos se celebrarán este verano en la capital nipona sin que el país permita la entrada de visitantes extranjeros. Ese fue el anuncio del comité organizador el pasado día 20, una decisión sin precedentes en la historia olímpica.  Pero que resolvía uno de los últimos interrogantes que quedaban pendientes en torno al evento.

Esta restricción, dirigida a evitar contagios de coronavirus, supondrá un importante golpe económico tanto para la organización como para Japón. Además, restará colorido a las calles de la capital nipona y a las gradas durante las competiciones.

Estaba previsto que los ingresos de taquilla aportaran unos 90.000 millones de yenes (695 millones de euros) por la venta de aproximadamente 8 millones de entradas. Unas 600.000 fueron vendidas por distribuidores autorizados de fuera de Japón, y ahora deberán ser reembolsadas a sus compradores al no ser válidas para el evento.

¿Qué piensan los afectados?

Una de las afectadas es Shelly Aniba, una estadounidense que compró entradas para los Juegos a través de su país de origen y no podrá emplearlas pese a ser residente en Japón desde hace cuatro años, según explica a Efe.

«Es muy decepcionante», señala esta aficionada olímpica que estuvo en los Juegos de Atlanta de 1996. No obstante, ella se muestra comprensiva con la decisión de los anfitriones de prohibir la entrada de extranjeros y cree que Tokio 2020 debe seguir adelante pese a la pandemia.

También se vendieron otros 4,45 millones de entradas dentro de Japón, pero para 810.000 de ellas se han solicitado devoluciones después de cambiarse la fecha del evento, según datos de la organización.

Todo ello sin que se haya anunciado todavía cuánto público podrá asistir a las competiciones. Se espera que haya un número de espectadores de aproximadamente la mitad del aforo de los estadios, similar a lo que las autoridades niponas han permitido en competiciones deportivas nacionales.

Entusiasmo perdido

La celebración de los Juegos en plena pandemia no contenta a la mayoría de japoneses, según reflejan las encuestas. A esa percepción pública negativa, también han contribuido una larga lista de pifias y escándalos cometidos por la organización.

Desde el presupuesto disparado del evento hasta los comentarios sexistas del expresidente del comité organizador, Yoshiro Mori. Los desaciertos de los responsables de Tokio 2020 han ido socavando poco a poco el entusiasmo con el que los japoneses acogieron los Juegos cuando el COI eligió a la candidatura tokiota en 2013.

«Me gustaría que se celebren los Juegos aunque haya dudas sobre si eso es posible», dice a Efe Keiko Ogiwara, una nipona de 68 años, quien también destaca «los esfuerzos hechos por mucha gente» para sacar adelante los Juegos, y en particular los atletas.

Pero Ogiwara, como muchos japoneses, ve «difícil» la celebración del evento y teme que pueda contribuir a la propagación del virus pese al cierre de fronteras para espectadores y a la «burbuja» en la que estarán recluidos los más de 11.000 atletas que vendrán a Tokio.

¿Mejorará la situación?

Los organizadores confían en que esa percepción vaya mejorando conforme se acerque la cita deportiva. Faltan cuatro meses para dar inicio a los juegos, y hasta ahora se han celebrado actos de «calentamiento» como el relevo de la antorcha que arrancó la semana pasada.

El problema es que el recorrido de la llama olímpica a través de todo el territorio nipón tampoco podrá ser el baño de masas que se esperaba. Ahora tendrá escaso público y no podrán realizarse una serie de festividades que iban a adornarla, entre otras medidas anticovid.

«Creo que una vez que empiecen los Juegos, se animará el ambiente, por mucho que se diga ahora. Creo que estará más controlada la situación de la covid”, señala a este respecto Keiko Hashimoto, otra nipona de 68 años.

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