Arte

Museo Carlos Cruz-Diez en colorida resistencia

El maestro del arte cinético y cromático Carlos Cruz-Diez falleció el 27 de julio de 2019, dejando atrás una vida y, sobre todo, una obra llena de color. El museo que lleva su nombre, inaugurado en 1997 en el centro de Caracas, pensado para exhibir sus trabajos e investigaciones, sigue en pie. Con altos y bajos, el recinto aún está impregnado de su arte, abriendo sus puertas para que los espectadores interactúen con su legado

Fotografía: Daniel Hernández
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Una mujer entaconada abre las puertas para que sus emocionados retoños, un niño y una niña, entren en el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez (Medi). A un lado, una caricatura de cartón de Armando Reverón carga un cartel que reza “Bienvenido el pueblo”, mientras que Nicolás Maduro con una banda presidencial adorna la pared que también muestra los horarios de funcionamiento del museo. La dama da las buenas tardes y se acerca al trabajador que la mira atento detrás del mostrador de la recepción. Ella, sin mucho protocolo, y sin esperar respuesta entre una u otra, dispara las preguntas.

—¿Cómo es esto aquí? ¿Por dónde uno empieza? ¿En dónde está la parte de Cruz-Diez que vi por televisión, la de los colores?

—La Cámara de cromosaturación— contesta el canoso señor sin inmutarse.

—Sí, eso.

—Sala dos—dice mientras señala hacia el techo con el dedo índice.

Arriba, en el segundo piso, dos jóvenes recorren con ojos encantados el espacio permanente del museo dedicado a la obra del maestro del arte cinético. Sacan sus celulares, se juntan, se sonríen. “Sin flash, por favor. No toquen las paredes”, suelta un hombre que vigila constantemente la sala.

CRUZDI EZC4La mujer entaconada no era la única que visitaba el lugar por primera vez. Hace un año, los universitarios intentaron entrar al edificio pero en las dos oportunidades que se acercaron el sitio estaba cerrado, así que aprovecharon las vacaciones entre un semestre y otro para conocer el museo homónimo del artista. “Siempre había querido venir, quería ver sus obras desde hace tiempo. Su muerte me sorprendió, él era un ícono del país. Venir es recordarlo”, expresa Geraldine Suárez de 26 años. Asegura que sus expectativas no fueron defraudadas. “Me habían dicho que algunas salas estaban cerradas, pero no es así. Cumplió con mis expectativas y las superó. Uno vuelve a ser un niño con todo lo que hay aquí”.

Unos metros más allá, una familia de cinco integrantes se preparan para adentrarse en la experiencia sensorial de la Cámara de cromosaturación. Uno de los trabajadores del complejo atribuye la euforia y nostalgia de visitar el museo con el fallecimiento de Carlos Cruz-Diez. “Ahorita hay tanta gente porque es reciente que se murió el artista. Después de 15 días volvemos a la normalidad”. La rutina de las visitas no tan recurrentes, “alrededor de 60 personas durante la semana y hasta 150 para un fin de semana”.

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La casa de cualquier artista

El Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez (Medi) está ubicado en el Paseo Vargas de la avenida Bolívar, en el municipio Libertador de Caracas, en el centro de la capital. El edificio blanco y circular, con grandes letras plateadas en su fachada que lo identifican, es un estructura de cuatro niveles diseñada por el arquitecto Horacio Corse. Su creación fue concebida en el año 1989, pero abrió sus puertas al público el 17 de diciembre de 1997.

“Es la primera institución en el país dedicada a estudiar, exhibir, difundir, coleccionar y conservar obras pertenecientes a dos disciplinas importantes en el desarrollo cultural y socioeconómico de un país: la estampa y el diseño integral”, indica el portal web de la Fundación de Museos Nacionales, ente al que está adscrito desde 2005, junto a 16 museos nacionales más, tras la creación del Ministerio de la Cultura. Anteriormente dependía del Consejo Nacional de la Cultura (Conac). El perfil del museo se concentra en las artes de reproducción o multiplicación de la imagen, tales como las técnicas de grabado, serigrafía, litografía, aguas tintas. Además, es el lugar que alberga obras del diseño gráfico, industrial, de moda y otras distintas modalidades.

“El museo fue una iniciativa del artista y del Gobierno de la época que quería hacerle un homenaje al maestro Carlos Cruz-Diez, pero él dijo ‘¿para qué crear un museo para mí? Vamos a crear un museo que necesitemos’. En un principio se iba a llamar el Museo del Grabado, pero se cambió cerca de la inauguración” ocurrida durante la gestión de Rafael Caldera, explica Ingrid Briceño, guía docente con más de 14 años de labores en el lugar. Cuenta que el artista plástico estuvo presente, atento y formando parte del paso a paso en todo el proceso de la obra.

CRUZDI EZC3Aunque Alfredo Jimenez*, trabajador del museo, relata que para nadie es un secreto que Cruz-Diez y el gobierno chavista no eran los mejores amigos, que en el momento de la creación del complejo “técnicamente lo llevaba él (Cruz-Diez)”, y “recientemente se retomaron las relaciones, desde hace dos directores anteriores del museo”. “Él también estaba interesado en retomar el contacto. Se contentó que el museo se mantenía y quería mantener un vínculo que continuaron con los directores siguientes. Se conversó con él por llamada vía Whatsapp, era un encanto de señor. Hasta se acordaba del personal que tiene todos los años trabajando en el museo”.

El complejo está organizado en tres salas de exposiciones permanentes y otras eventuales. Pero es la Sala 2, en el segundo nivel del edificio, la gran joya del museo.

Una oda al color

El Espacio Cruz-Diez fue concebido para exhibir las obras del maestro del arte cinético y de sus investigaciones sobre el color. Es de carácter permanente, pero las creaciones son constantemente renovadas: cada seis meses o cada año se deberían cambiar las piezas y mostrar las diferentes obras creadas por el artista que forman parte del patrimonio de la Fundación de Museos Nacionales. “En total son 200 piezas del maestro del cinetismo, 70 de las cuales fueron donadas por él”, reseñó Esfera Cultural en 2017.

En el lugar se pueden encontrar las diferentes propuestas cromáticas que desarrolló Cruz-Diez , su repertorio del color a lo largo de su trayectoria artística: transcromías, fisicromías, cromointerferencias, cromosaturación, color aditivo, inducción cromática, cromosaturación. Líneas de investigación que no solo dejó colgadas en una pared de museo, sino que las exhibió en las ciudades, dentro y fuera del país.

Para el maestro, el color es un medio autónomo que dialoga, comunica, varía y muta. Es el protagonista, el medio y el mensaje, que se va modificando dependiendo del estudio o cómo lo aplica en sus obras. “Su trabajo siempre ha estado enfocado en la interacción del espectador con la obra”, comenta Briceño. Es decir, para que la obra sea realmente apreciada y se pueda vivir la experiencia al mejor estilo de Cruz-Diez, las personas deben desplazarse a través de ella o a su alrededor.

CRUZDIEZC 2La Cámara de cromosaturación es la gran atracción del Espacio Cruz-Diez, una de sus obras más importantes. Aunque el concepto del colorido hábitat lo trabajó desde el año 1965, fue en 2004 cuando se instaló la intervención en el museo venezolano, siguiendo las indicaciones específicas del artista. “Hubo un gran despliegue por ninguna cámara se parece a la otra, siempre hay un detalle que las hace únicas”, comenta Briceño.

Su inquietud en la inestabilidad del color le sirvió de inspiración para reflexionar sobre la desmaterialización del mismo en su forma. “Separar el color de la materia, donde el color sea el actor principal de la obra. Entonces nosotros podemos ver y sentir el color sin que esté asociado a una forma o una objeto tangible”, dice la guía docente. La cámara está compuesta por tres espacios: uno verde, uno rojo y uno azul. Una gama adaptada a cómo los seres humanos percibimos el color, en RGB (red, green, blue por sus siglas en inglés), todo con la finalidad de sumergir al espectador en una situación “monocroma absoluta”, originando perturbaciones en la retina. Ubicados en esa secuencia, la gama de colores que se presentan se asemejan al prisma o los que aparecen al producirse un arcoiris.

“La cámara nos habla del color mutante y su constante transformación. Si entramos con atuendos de color, vemos cómo se van modificando a medida que nos vamos desplazando dentro del espacio. Vemos cómo hay un inducción cromática, cuando hay un color que se induce, según las combinaciones que tenemos presentes en la obra”, señala Briceño. Un grupo de amigos que recorren la obra se asombran al ver cómo sus franelas cambian de color, incluso los tonos de su piel. Llegado el momento, ninguno de pierde el tiempo para registrar el colorido momento con unos “selfies”. Sobre ellos, en el techo de la cámara azul, dos bombillos quemados saludan desde la altura.

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Briceño explica que desde su instalación, la cámara ha estado abierta “casi constantemente”. Detalla que el año pasado cerró por al menos tres meses, ya que “debido a la situación, las películas que recubren los bombillos y los bombillos en sí mismos no se podían conseguir acá porque tienen un tono específico para que pueda crear el efecto visual”. Se vieron obligados a importarlos. Asegura que ese ha sido el tiempo más largo que la cámara ha estado inhabilitada.

Al final de la cámara, está dispuesta una selección de fichas de forma cronológica con la ubicación e información de las obras urbanas de Cruz-Diez, no solo en Caracas sino en todo el país.

El Laberinto de Transcromía Rachel es una obra que Cruz-Diez donó en 2018 para ser expuesta de forma exclusiva en el museo en Caracas y se encuentra entrando en la sala. Está formada por láminas de policarbonato con tres franjas de color que, con la incidencia de la luz y a medida que las personas caminan a través de ella, los tonos cambian y el exterior también se modifica. La guía del recorrido señala que “su objetivo primordial es hacer que el espectador tenga una vivencia con el color. Aunque el maestro trabajó las transcromías en la década de los 50, lo que hizo en este caso fue modificar ese primero concepto y transformarlo en una instalación”. No solo es una obra para ser vista de lejos, sino para adentrarse en ella.

Color al espacio es la segunda creación que Cruz-Diez donó el año pasado; junto a la anterior, forman parte de las últimas obras obsequiadas por el artista. Esta creación habla de cómo el espectador debe acercarse y alejarse para poder ser partícipe del fenómeno cromático que ideó. Tiene que ser vista a distancia. Por su parte, al final de la sala, se encuentran las Duchas de inducción cromáticas. Donadas en el año 2015, las cabinas de láminas plexiglás transparentes están compuestas por tres colores bases que, al entrar en ellas, se puede observar cómo el exterior se transforma.

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Dentro de las muestras de Cruz-Diez también se encuentran las cromointerferencias, obras cinéticas que se mueven, bailan, vibran gracias a la ayuda de un motor. “Las dos partes de la obra, una que es fija donde están los módulos de acontecimiento cromático y la que es móvil que contiene las líneas negras y se desplaza de un extremo a otro, van cambiando según la ubicación de los colores. El motor en movimiento es lo que nos ayuda a percibir esa vibración”, explica Ingrid Briceño. Añade que el “valor” de la línea es fundamental: mientras más delgada sea, mayor es el efecto de vibración.

Las fisicromías son de las investigaciones que más utilizó el artista en sus intervenciones urbanas: aquella ubicada en Centro Plaza, en Altamira o en Plaza Venezuela. Dentro del museo tampoco faltan. Son creaciones conformadas por módulos de acontecimientos cromáticos que están en el fondo y se le sobreponen unas pequeñas láminas que sobresalen. Ahí, en ese espacio que atrapa la luz, se produce el efecto visual: colores que parecen estar ahí, pero realmente no existen. Por su parte, aquellas identificadas como Color aditivo son las que, por las disposiciones de los colores y las líneas, se “crean” formas geométricas que no están dentro de la obra.

Pero el trabajo de Cruz-Diez no se quedó en el aparato. Complementando la parte artística tradicional, en 2011 fue instalada la “Experiencia Cromática Aleatoria Interactiva”, que consiste en un programa de computadora en el que las personas pueden, básicamente, jugar por algunos minutos a ser un gran artista del cinetismo. “Él siempre siguió trabajando, nunca descansó. Siempre fue ese artista investigador para crear y crear. No limitó su trabajo”, afirma Briceño frente a la computadora. Confiesa que, anteriormente, la experiencia se realizaba con un televisor táctil, pero “lo pidieron prestado y así se quedó”.

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Algo más que Cruz-Diez

Las Sala 1 y Sala 3 del Medi son espacios modificables, que se renuevan constantemente, dispuestos a mostrar a artistas dedicados al trabajo de la estampa o del diseño. Además los espacios de antesala a las estancias principales.

Desde mayo de este año, en la sala ubicada en planta baja de edificio, se expone la muestra artística del Centro de Enseñanzas Gráficas (Cegra), trabajos de litografía, serigrafía, gráfica y grabado en metal, reunidos a lo largo de 13 años de la institución, desarrollados por los artistas durante la faceta de estudiantes. La exposición fue producto de la investigación y curaduría de Milena Matos.

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En el último piso, en la Sala 3, se muestra la disposición museográfica “Apuntes sobre el afuera, el umbral y el adentro” realizado por un colectivo artístico compuesto por mujeres.

En la antesala de la Sala 2, la del Espacio Cruz-Diez, es destinada para mostrar el trabajo del artista joven del mes. Además, el Medi dispone de la sala infantil, diseñada con las técnicas de grabado.

Nadie escapa

Para Ingrid Briceño la crisis nacional ha afectado, sobre todo, en la afluencia del público visitantes de las instalaciones. “Hay personas que se dedican a otras cosas en lugar de visitar los museos por el tema monetario y de la inseguridad”.

Pero para Alfredo Jimenez*, la problemática del país ha golpeado en otros aspectos puertas adentro. “No estamos aislados a eso. Se ve reflejado en el mantenimiento de la infraestructura, no hay dinero para comprar jabón para los baños de los usuarios o para comprar un cuñete de pintura”, cuenta. A lo que han acudido es a la estrategia de pedir apoyo con materiales a los artistas o patrocinantes a cambio de prestarles el espacio. “Por ejemplo, los bombillos. No pueden ser cualquiera, tienen que ser de luz blanca”. Cuando tienen una sala cerrada por montaje, aprovechando los bombillos de ese espacio temporalmente cerrado.

CRUZDIEZC1Uno de los aspectos que más ha afectado es el enmarcaje y montaje de las obras, ya que es necesaria la utilización de papeles especiales, libres de ácido. Para la muestra del Cegra, que expone más de 100 obras, solo fueron entregados dos pliegos de cartones. “Ni yo tengo cómo costear esos materiales. Tuve que reciclar mucho”, utilizando el material de obras que estaban en desuso, denuncia el trabajador

Domingo Montesinos, director del Museo de Carlos Cruz-Diez explica que el personal encargado de la conservación de las obras constantemente revisa los espacios para chequear las temperaturas o la humedad del lugar.  “Hay trabajadores que tienen mucho tiempo trabajando aquí y entienden el compromiso. Seguimos haciendo cosas buenas. El museo se mantiene, se hace lo mejor que se puede. Se le ponen muchas ganas”.

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