Deporte

¿Dónde están los “Héroes de Portland”?

En los 23 años desde la primera incursión olímpica del baloncesto venezolano, película épica que tendrá segunda parte en Río 2016, aquella docena de deportistas han encarnado también las contracturas de una sociedad, desde la polarización, la migración y la inseguridad hasta la indigencia

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“Sí, Estados Unidos tenía un Dream Team, pero nosotros éramos el Dream Team venezolano”, resume Melquíades Jaramillo, uno de los actores secundarios de aquel equipo histórico.

En la actual selección de Venezuela, que recientemente conquistó en México la segunda clasificación a unos Juegos Olímpicos, el protagonismo está más diluido. Tanto, que se dio el lujo de coronarse campeona continental sin Greivis Vásquez, hoy el único tricolor en la mejor liga del mundo, la NBA. Pero los “Héroes de Portland” que clasificaron a Barcelona 1992 agrupaban a las figuras que empujaron al baloncesto como uno de los tres deportes más populares del país, mucho antes del boom de la Vinotinto de fútbol. Antes de la era de Internet, la TV por cable y las redes sociales, eran estrellas mediáticas: sus rostros y quiebres rápidos aparecían habitualmente en el que fue uno de los dos canales privados más sintonizados del país, RCTV. Algunos de ellos poseen récords que parecen imbatibles para los que empezarán a consagrarse en Río 2016.

“Los ‘caballetes’ eran Sam Shepherd (estadounidense naturalizado venezolano en 1986), Yván Olivares y Gabriel Estaba, y por supuesto Carl Herrera que estaba incursionando en la NBA”, explica Jaramillo acerca de las jerarquías en aquel grupo humano que, en el torneo preolímpico disputado en la ciudad de Portland entre junio y julio de 1992, como si se hubiera metido en un sueño dentro de la película Space Jam, se topó en la final con el quinteto de Estados Unidos donde estaban Michael Jordan, “Magic” Johnson o Larry Bird (perdieron por casi 50 puntos, pero ganaron el relato para los nietos). “El basket les cambió la vida”, señala un experimentado periodista deportivo, que prefiere mantener su nombre en reserva, acerca del origen extremadamente humilde de algunos de aquellos deportistas, como Estaba y Alexander Nelcha.

Precisamente dos de los líderes de los olímpicos de 1992, Estaba y Olivares, representan como pocos el turbulento libro de historia contemporánea que se ha escrito en los 23 calendarios arrancados. Apodado el “Jabao”, equivalente a “bachaco” (al menos en su antigua acepción) por su cabello ensortijado pero rubio, y originario de Carúpano, basta leer la carta de presentación del primero de ellos en su cuenta de Twitter (@EstabaGabriel): Venezolano, deportista, revolucionario, empresario, apoyo al presidente @NicolasMaduro. Tiene una empresa que gestiona la importación de vehículos y vela en el país por los intereses del consorcio industrial chino Norinco, y probablemente es uno de los pocos que puede observar el equivalente al Arca de la Alianza: el dólar a 6,30.

¿Un “enchufado”, un “boliburgués”? Así le podría llamar, probablemente, alguno de los seguidores que ha tenido Olivares, ex mano derecha en el área deportiva del otrora alcalde mayor capitalino Alfredo Peña y del mismísimo Leopoldo López, en el municipio Chacao. En las elecciones legislativas de 2010, cayó ante el oficialista Aristóbulo Istúriz en el circuito 1 del Distrito Capital (28,73% contra 20,58%). La incursión en la política del espigado alero del característico gesto casi de meditación zen en los tiros libres, no obstante, también ha tenido sus sinuosidades y controversias. Rompió con Primero Justicia y la Mesa de la Unidad en 2013, pues no aceptó la candidatura de Ismael García a alcalde de Libertador, y actualmente hace campaña por cuenta propia para llegar a la Asamblea Nacional por la improbable ruta de la tercera vía.

Otros de los arquetipos nacionales encerrados en aquellos gigantes del tabloncillo:

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Aunque no será ese el relato que se encontrará en las páginas de la gloria deportiva, aquel equipo de los Héroes de Portland se caracterizaba por la pugnacidad para reclamar sus emolumentos económicos ante las autoridades deportivas, según otra experimentada fuente periodística. Y el cabecilla, en ese apartado, era el casi homónimo de un célebre actor-dramaturgo estadounidense y dueño de la posición titular de piloto: Sam Shepherd, “El Mago”, que volvió a adquirir la nacionalidad a la que antes había renunciado y hace carrera como empresario inmobiliario en su país de origen. De personalidad fuerte y no siempre simpática, como suele ocurrir en todo líder, era capaz de acudir en persona e impecablemente trajeado a la redacción de un periódico a quejarse cuando sentía que se irrespetaba su condición de ídolo nacional. Nunca aprendió a hablar bien el español. “Pero de todos los estadounidenses que han jugado para la selección de Venezuela, para mí es el único que de verdad ha sentido esos colores”, insiste su excompañero Jaramillo.

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 El piloto suplente de Sheperd, Nelson “Kako” Solórzano, es reconocido hoy como una pieza fundamental para el difícil equilibrio de personalidades dentro de los Héroes de Portland y el único que ha estado en las dos hazañas del baloncesto venezolano: en 1992 como jugador y en 2015 como asistente del seleccionador argentino Néstor “Ché” García. Personaje familiar en las calles del centro de Caracas, en una reciente entrevista admitió que la actuación en Barcelona (eliminación en la primera ronda con una victoria ante China y cuatro derrotas) no fue la mejor debido a que la preparación se interrumpió por las protestas de los jugadores para que se les cancelaran pagos pendientes.

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De origen trinitario, Carl Herrera ha hecho carrera como entrenador (actualmente dirige al quinteto Gigantes de Guayana) y apareció en las páginas rojas en diciembre de 2014 cuando un delincuente le alojó una bala en un pulmón en playa El Agua, Margarita. En 2013 protagonizó un extraño incidente de racismo tropical del que fue objeto por parte de un grupo de espectadores en Maracaibo, así como una sonada pelea a puños con el papá de un basquetero activo, Héctor “Pepito” Romero. El presidente Nicolás Maduro le nombró recientemente como parte de una comisión para masificar de nuevo (luego de años de olvido) al deporte de los rebotes.

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Originario del 23 de Enero de Caracas, Alexander Nelcha se mantiene activo y bastante accesible en redes sociales como Facebook, lo que no es usual entre celebridades del deporte. Vive en Alemania y jugó en equipos aficionados de ese país hasta 2014, cuando finalmente se retiró a los 46 años. Ahora es instructor de gimnasio. Está casado con una aeromoza alemana rubia y guapísima, Tanja, a la que conoció durante un vuelo a Francia. Tiene dos hijos: Sonny, de 25 años, que trabaja como chef, y Kelvin (8), que le mete al balonmano porque en su colegio no se juega basket. “Siempre que la selección juega un torneo estoy pendiente, al que mejor conozco es al Grillito (José Vargas). Estoy full orgulloso del equipo que clasificó a Río 2016, le taparon la boca a un gentío”, expresa.

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Es una especie de apóstol número 13 en el sentido de que no formó parte del equipo que clasificó a Barcelona 1992 en Portland, pero sí del que viajó a los Juegos Olímpicos. La historia del pivote Omar Alejandro Walcott es todavía más dramática que la de Carl Herrera. Uno de los líderes de todos los tiempos de la liga nacional en el departamento de rebotes, tuvo problemas con sustancias adictivas (como jugador activo, dio positivo en un control antidoping por cocaína en 2005) y terminó viviendo en la indigencia, arrimado hasta 2013 en un pequeño cuarto en una cancha de baloncesto en Cabimas. Su ex compañero Estaba fue uno de los responsables de su posterior rehabilitación.

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Víctor David Díaz era el más joven de los Héroes de Portland (tenía 24 años en 1992) y el que más estiró, quizás hasta la imprudencia, su carrera como jugador activo. Era habitual verle en un gimnasio de La Candelaria, en Caracas, en permanente batalla de acondicionamiento físico contra el invencible paso del tiempo. Se retiró recientemente de la liga venezolana a los 47 años, con una dedicatoria pública para el fallecido presidente Hugo Chávez, no sin dejar topes históricos como máximo anotador y jugador con más partidos de todos los tiempos, entre una pachanga de récords en la Liga Profesional de Baloncesto. Al parecer, hará carrera en la política, ya se intuye en qué bando.

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 Melquíades Jaramillo se ha desempeñado estas dos décadas principalmente como profesor de educación física en el colegio de San Agustín de El Marqués, aunque se considera a sí mismo un todoterreno: “Entreno a niños, discapacitados, profesionales, adultos mayores y hasta a una selección de empleados del Banco Bicentenario”, detalla. Admite que no tuvo tanta participación en la gesta de Portland como hubiera deseado: “En aquel equipo, los suplentes no tuvimos tantas oportunidades como en la selección de ahora. Pero igual estábamos todos en las buenas y en las malas. Éramos una familia”.

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El aguerrido Rostyn González, inconfundible en aquellos tiempos por su corte de cabello similar al del personaje telenovelesco Pedro, el Escamoso, y por la parábola en forma de gancho de su disparo, optó por la dirigencia deportiva: está al frente de Cocodrilos de Caracas y fue premiado como gerente del año de la LPB en 2014 y 2015.

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Armando Palacios es el único de los Héroes de Portland que ya no vive: el furruco que más sonaba en los Gaiteros de Zulia perdió en 2005 en el enfrentamiento uno contra uno ante un cáncer cerebral. Su hijo Keving también juega en la liga venezolana.

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Dos de los miembros menos abrumados por los cazadores de autógrafos, pero también de los más cumplidores a la calladita, imitan hoy como profesionales el bajo perfil que tuvieron en Portland: Luis Jiménez, apodado con total justicia “El Silencioso”, y David Díaz. Trabajan como asistentes de otros técnicos en la liga profesional, el primero de Carl Herrera en Gigantes de Guayana, y el segundo hasta la temporada pasada en Panteras de Miranda (ahora busca trabajo). “Todos éramos caballos en nuestros respectivos equipos”, recuerda el “otro” Díaz, y prosigue: “Recuerdo que Yván Olivares un día nos convocó y nos dijo: ‘Miren, yo aquí soy el capitán porque hay que anotar uno en la planilla de juego, pero capitanes somos los doce’. No hay comparación entre una época y otra. Nosotros tuvimos menos preparación y patrocinio que estos muchachos de 2015, pero ellos son unos colosos porque mucha gente les perdió la fe tras el fracaso en los Juegos Panamericanos (Toronto 2015) y consiguieron algo que nosotros nunca tuvimos: una medalla de oro en el Preolímpico, a pesar de que es un equipo con jugadores de menos estatura que el de 1992”.

Venezuela ha participado en cinco deportes de conjunto en Juegos Olímpicos: fútbol masculino (Moscú 1980), baloncesto masculino (Barcelona 1992), voleibol femenino y masculino y softbol femenino (Beijing 2008). La selección de basket es la única que ha clasificado dos veces, y en Río 2016, tratará de convertirse en la primera que supera una ronda eliminatoria. Habrá que ver a qué clase de país reflejará dentro de dos décadas.

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