Economía

Las caras que revalúan el bolívar soberano

Ni el más soñador imaginaría al Che Guevara, a Pablo Escobar y a Frida Kahlo como compañeros de lucha. Pero Javier Ceballos y Paula Villamizar lograron "unirlos" para una misión especial: "revaluar" los golpeados billetes de Venezuela

Medalla de oro para Santa Teresa 1796 en Los Angeles
Fotografías: AFP.
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Bienvenidos a «la revaluación del billete venezolano a través del arte», dice Javier en una vía peatonal del centro de Bogotá. La atención de los transeúntes se fija en el «taller de trabajo» de este artista venezolano de 27 años: unos pliegos de madera que encontró en la calle y de cuyas repisas cuelgan bolívares, la moneda de su tierra que, por la hiperinflación, ahora vale poco o nada.

En plena vía adoquinada interviene con acrílico los billetes que le regalan o compra de la otrora rica Venezuela, de donde huyó hace tres meses por la profunda crisis socioeconómica. Pintarlos y venderlos es «una pequeña protesta que ayuda a que la moneda tenga un valor y no termine en la basura», sostiene.

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Sobre las caras de los próceres venezolanos ahora hay personajes reconocidos mundialmente: Ernesto «Che» Guevara, Frida Kahlo, Diego Maradona, Bob Marley, Joseph Stalin, Paul McCartney, Pablo Escobar. «Cuando pintamos a Pablo Escobar, la gente nos regaña mucho. Pero a los turistas les encanta», dice su novia Paula, diseñadora de 22 años, sobre la figura del abatido capo, quien pese haber muerto hace 25 años aún genera odio y amor en Colombia.

Sin Maduro

En el amplio portafolio de esta pareja hay un gran ausente: el mandatario venezolano, Nicolás Maduro. «No nos interesa, no nos dan ganas» de retratarlo, acota Javier. Mientras que al fallecido presidente Hugo Chávez, mentor político de Maduro, lo pincelan «muerto» o «llorando» por «el daño que produjo».

La pareja de migrantes vende cada billete a 10.000 pesos colombianos (unos tres dólares), e incluso a veces pintan a sus clientes. En las mejores jornadas pueden comercializar hasta veinte pequeñas obras.

El precio «tiene que ir por encima del dólar, el objetivo es devolverle el valor al bolívar», explica Javier, que luce un gorro con forma de lobo que cubre su cabeza del frío y que además ha convertido en marca registrada.

En marzo la moneda había perdido el 98% de su valor y actualmente se necesitan 6.000 bolívares para comprar un dólar, con una tasa que varía a diario. El salario mínimo en Venezuela es de 40.000 bolívares.

Por su devaluación, es común que en las ciudades latinoamericanas los migrantes venezolanos regalen los bolívares a algún extraño en agradecimiento por un gesto de solidaridad.

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«No se devalúa»

«Con el billete de más alta denominación (…) no puedes comprar ni un cigarro en Venezuela. Necesitas al menos siete billetes para comprar un cigarrillo», dice Paula. Entre sonrisas y con un sombrero que imita la figura de un oso panda, la joven dice que desde que es migrante ha ganado experiencia dibujando y Javier ha perdido timidez, pues para vender tiene que interactuar con la clientela.

Ambos salieron de Táchira, aunque ella arribó a Bogotá hace apenas dos semanas. Huyeron de los apagones y de la crisis económica, que echaron al traste sus negocios de diseño en Internet.

Ahora trabajan hasta 13 horas diarias. Duermen en una diminuta habitación en el centro histórico bogotano, en la que comparten una cama individual. Sus clientes son mayoritariamente turistas que recorren Bogotá, la principal urbe de la Colombia que ha recibido a 1,3 millones de venezolanos en los últimos años.

A los extranjeros «siempre les impresiona saber que estos billetes allá ya no valen nada», cuenta Paula.

A su lado, Javier termina la quinta pintura del día: la cara del guitarrista Jimi Hendrix. «Esto se va pa’ arriba, esto no se devalúa señores», grita, en busca de un nuevo cliente.

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