Música

La eterna penúltima vez de Los Rolling Stones…

El cuarteto inglés no cree en los finales. En cinco décadas de trayectoria han envejecido sus rostros, su público, pero no su sonido. De Latinoamérica se despidieron en 2016 con un nuevo debut, Cuba. Pero antes protagonizaron el que se cree puede ser el último show con taquilla en la región: México

Fotografías: AP, Víctor Amaya y Facebook oficial The Rolling Stones
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Los Rolling Stones son los únicos que no creen en últimas veces. Frente a ellos, en cualquier tarima, en cualquier parte del mundo, los fanáticos piensan —y valoran— la oportunidad de estar frente a “Sus Satánicas Majestades” antes que el reloj se detenga. Pero no se detiene. Es parte de su magia septuagenaria. El ruido frente al tiempo. Los acordes que golpean el minutero.

La gira América Latina Olé Tour que encabezó la banda británica por ocho países en 14 fechas entre febrero y marzo de 2016 se cree será la última por la región. Por cada ciudad donde pasaron generaron aplausos a rabiar, luego todos eclipsados por la cita histórica en La Habana, Cuba, que obtuvo todo el protagonismo. Satisfaction.

Una década había pasado desde la última visita de los Stones a Latinoamérica, cuando acrisolaron el récord de asistencia en una playa de Copacabana, Brasil. Entonces, hubo quien pensó «esta será la última vez que los vea». Es el caso de Martín Chamorro, un mexicano de 42 años que repitió el pensamiento el 17 de marzo de este año, cuando «ahora sí los veré por última vez». A veces no es cierto que You can’t always get what you want.

Ese jueves, Ciudad de México vivió su segunda fecha con los Rolling Stones. El Foro Sol, un lugar que emula a un estadio, sin serlo, y aprovecha el contorno del circuito de Fórmula 1 de la capital azteca —recién remozado para volver albergar la internacional carrera de motores. 60 mil personas convocadas convergieron con los oídos despiertos, sin contar los miles de trabajadores temporales del evento organizado por la empresa Ocesa, entre acomodadores, guías, seguridad, encargados de boletería y concesionarios de alimentos y bebidas, entre otros. Una máquina de hacer y repartir dinero.

Quienes no tenían vehículo, y los extranjeros que viajaron para ver el espectáculo, optaron por el Metro. En la estación Ciudad Deportiva no había otra ruta que la salida que guiaba hacia el Foro Sol. Ya en los vagones despuntaban las vestimentas alegóricas a la banda, o a cualquier otra. El rock como religión. El rock como elemento unificador. El rock como complicidad. Simpathy for the devil.

Ron Wood, Mick Jagger

A la salida del subterráneo, el capitalismo salvaje: venta de franelas, pines, muñecos, discos, afiches y, claro, boletos. Y aún no se ha pasado el perímetro del recinto. Más adentro, están los concesionarios «permisados» —que no oficiales. El principal atractivo son las camisetas —a 100 pesos la unidad, lo mismo que una cerveza en vaso comenzado el show—, y se venden como tacos calientes sin importar que retraten a un Mick Jagger más mozo, o confunda la tipografía de la revista Rolling Stone con la del grupo cincuentenario. También hay bandanas, tazas y vasos tequileros. You Got The Silver.

Pasado el mercado, se camina la pista, el asfalto por donde el mexicano Checo Pérez se luce en casa en la categoría máxima del automovilismo. Allí están las barreras de seguridad, las distintas entradas, las divisiones por puertas y, también, cantidad de entretenimiento para antes del concierto. Una marca de refrescos tiene un stand para hacer karaoke rockero; una de cerveza vende productos. Entre una y otra, los puestos de mercancía oficial se venden camisetas —a 450 pesos—, entre otros objetos. Tienen menos clientes que los «piratas» de afuera.

RS2

En el recinto, frente a las butacas y a la «olla», la tarima está iluminada, los labios y la lengua se mueven sugerentes en las enormes pantallas de gran resolución que permitirán detallar jugueteos instrumentales, gestos de euforia y hasta las arrugas de los intérpretes. Que no sigan que se disfrutó a detalle del espectáculo que comenzará puntual. A las 7:50 PM los teloneros Little Jesus tomarán el proscenio para ofrecer sus canciones durante 20 minutos. Los Rolling Stones encenderán sus guitarras a las 9:15 de la noche. Start me up.

En el público hay generaciones mezcladas. Se trata de un evento familiar en toda regla. Desde abuelos hasta nietos, sin importar nacionalidades. Por el Foro Sol desfiló, por ejemplo, el escocés Fran Healy, vocalista de Travis, quien asistió como público. Sin tanta fama, el danés Kristoffer Madsen ha seguido la gira por casi toda Latinoamérica, «así aprovecho de conocer estos países tan bonitos», dice en un confuso inglés el cincuentón. El animador Alex Goncalvez está en las gradas mientras que la actriz Malena González se pasea por la zona VIP. Como ellos, otros venezolanos asistieron a la ocasión, residentes y visitantes. Oscar Matos, mexicano de 21 años, se siente emocionado porque verá por primera vez a “la banda más grande del mundo”, como se autocalifican los músicos. “Será mi primera y última, pero es algo que atesoraré porque es de esas cosas que no se repiten». Domenic Ruscio, de 69 años le dijo a El País que viajó desde Washington para ver de nuevo a los Stones y superar las 40 veces desde aquella primera vez en Massachusetts, 1965. Es el cazador de la «última vez». Out of control.

RS

Cuando Mick Jagger, Keith Richards, Ronnie Wood y Charlie Watts encienden sus motores hay euforia. El atlético vocalista de 72 años se permite brincar, correr, bailar (mucho) y hasta darse nalgadas. Aún genera malos pensamientos en muchas, y muchos. Los encargados de las seis cuerdas juegan entre ellos, se comparten los acordes, se miran cómplices, mientras el baterista se mantiene serio, con cara de piedra y soltura de jovencito en su pequeña y clásica batería amarilla que no necesita crecer, ni renovar sus malogrados platillos ni mostrarse imponente para serlo. It’s only rock ‘n roll (but I like it).

En la primera fecha en México, Jagger decía que era muy «chido» estar de regreso y que ya no tomaban tequila sino mezcal. En la segunda fecha asegura que estar de vuelta «es muy chingón». También contará que «Roger Waters dará un concierto aquí la semana próxima con The Wall» ante unos fanáticos que saben tal cosa no ha sido anunciada —»se confundió o son vainas de la vejez», suelta alguien— pero el vocalista completa «presentará The Wall y tendrá como invitado a Donald Trump». Paint it black.

En español, Mick Jagger también dirá durante toda la noche que en este país siempre «la pasamos genial», confesará que «comimos tacos con chapulines» y causará risas al afirmar, a todo pulmón, «qué buen ambiente hay en México, siempre es un respiro de aire fresco». La semana de sus dos conciertos en la tierra de las rancheras, el gobierno ha decretado una Contingencia Ambiental tipo 1 por exceso de polución. Metro y Metrobus gratuitos, algunos vehículos con prohibición de circulación y personas con tapabocas, ojos irritados y complicaciones nasales y respiratorias marcan la dinámica de estos días. Tanto, que los propios Rolling Stones pidieron no permanecer en la capital, donde sí visitaron el Museo de Antropología, Reforma y el Museo Frida Kahlo, aunque por separado. Gimme shelter.

Con 18 canciones llenarán dos horas y fracción, entre repetidos cambios de vestimentas, flirteos con la corista debutante Sasha Allen, risas con su par Bernard Fowler —quien acumula 27 años acompañando a la banda— y bailoteos con el bajo de Darryl Jones, con 23 años poniendo sus cuatro cuerdas para que Jagger se menee. Brown sugar.

Serán las mismas piezas y el mismo orden con el que debutarán en Cuba una semana después. Debutar, vaya verbo que no se asociaba a los Rolling Stones hace décadas. La diferencia en el setlist será que México votó para escuchar Let’s spend the night together y Cuba —o los extranjeros con Internet que pudieron hacerlo antes de viajar a la isla— escogieron All down the line, después de todo, los cubanos no están tan entrenados en aquello de los sufragios.

RS en México oficial

Luego de escuchar todas las canciones, incluyendo Angie —“dedicada a las mujeres mexicanas románticas”, a decir del vocalista— pero prescindiendo de Wild horses, y con Keith Richards cambiando su solista Before they make me run por Happy para celebrar el cumpleaños de su esposa, llegará el final, los aplausos, la pirotecnia, el agradecimiento y la salida al mundo real, a la calle oscura, al Metro cerrado, al pandemónium de buscar transporte, a las ventas de última hora —sin cambios en los precios. Miss You.

Jesús Losada es español pero vive en Cancún desde hace casi tres décadas donde regenta un restaurante. A sus 58 años se enorgullece de haber visto a los Rolling Stones tres veces, en 1982 y en 2003 en España y ahora en Ciudad de México a donde viajó para reencontrarse con sus ídolos. “La primera vez los vi teniendo ellos 40 años y estaban a tope. Nunca vi algo igual, fue fantástico. Con 60 años también estuvieron a tope y ahora con 72, igual. Esta gente no tiene final. Vine a verlos por última vez, a despedirme de ellos porque no creo verlos cuando ya tengan 80 años, pero con estos cabrones quién sabe”. Tumbling dice.

El público mexicano compró boletos para el 17 de marzo pensando que sería el último show de la gira, y no lo fue porque se sumó Cuba. Al salir del show, se repetía “esto es historia, los vimos en su última vez, se pueden morir mañana”. Los Rolling Stones suman 280 años entre sus integrantes principales. Mick Jagger dijo en Brasil que a Latinoamérica deberán volver, aprovechando que “tengo buenos genes”, que su sonido rock de ritmos rudimentarios y primigenios es más longevo que su físico y que están en estudio comenzando a grabar algunas nuevas canciones. Para «Sus Satánicas Majestades” no hay última vez, nunca.

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