Sucesos

Récord histórico de 2016 en robos de carro

Las cifras del Ministerio de Relaciones Interiores revelan que este año se batirá el récord de vehículos robados o hurtados. Según expertos, la escasez de repuestos hace atractivo este mercado negro

Texto: Javier Ignacio Mayorca |
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Es el domingo 30 de octubre, poco después de las 11 am. En un día como ese, una llamada telefónica de tu mamá debería ser para cuadrar un almuerzo, para ultimar los detalles de la próxima reunión familiar o, en esta Venezuela, para decirte dónde por fin pudo encontrar un paquete de harina de maíz. Pero cuando atendí el teléfono, la voz llorosa de ella me indicó el pronóstico aciago: “Javier, hijo, me robaron el carro…”.

Intenté calmarla, suavizar un poco a través del hilo telefónico lo que definitivamente era una terrible situación. Al usar el verbo “robaron”, pensé de inmediato que los malandros pudieron atentar también contra su vida o hacerle algún daño físico. Todo robo, por definición, implica el ejercicio de violencia contra las personas. Pero en este caso no fue así. En realidad, ella estacionó su Chevrolet Corsa, dos puertas, frente a la parte posterior del Centro Integral Santa Rosa de Lima. Allí tomaría un café en la panadería para luego continuar su camino. Cuando salió, veinte minutos después, el carro ya no estaba.

Un mes atrás, ella misma tuvo un encuentro directo con los asaltantes que operan tranquilamente en Santa Rosa de Lima. Salía del automercado, y encontró a un hombre en plena faena de desmontar los seguros del vehículo. Esto ocurría a cien metros del módulo de la policía municipal. El griterío fue tal que el sujeto huyó de inmediato junto a un cómplice que vigilaba los alrededores. Utilizaron para ello un auto Mitsubishi.

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A la luz de lo sucedido, ella llegó a la conclusión de que su automóvil “estaba pedido”. Es decir, los criminales actuaban por una encomienda específica de llevarse un carro con las características del que ella tenía. Lo mismo le dijeron los policías municipales que la atendieron, por segunda vez, en menos de un mes.

En Venezuela no sólo secuestran a personas de todas las edades. Algo similar también puede suceder con un carro, bicicleta e incluso una mascota. Pero esta vez no hubo “contacto”. Yo tampoco estaba interesado en hacerlo. Entonces, lo primero era formular con la mayor rapidez la denuncia correspondiente ante el órgano indicado, que es la policía judicial.

Anteriormente, el ciudadano debía consignar su denuncia ante la subdelegación de Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) que tuviese jurisdicción sobre el lugar donde ocurrió el delito. En este caso sería la de El Llanito. Pero luego de hacer un par de preguntas a funcionarios me enteré de que las cosas habían cambiado. Ahora, los expedientes sobre robos y hurtos de vehículos en el este de Caracas se hacen por agentes de la subdelegación Chacao.

A la 1:30 pm del propio domingo estábamos en esa sede policial. La instalación definitivamente no obedece a los estándares fijados por el Consejo General de Policía cuando diseñó el “nuevo modelo” para los cuerpos de seguridad. En realidad, es una casa de familia ubicada a una cuadra del Centro San Ignacio, que desde hace años fue ocupada por los policías, de manera que la habitación principal, en el primer piso, es ahora la oficina del comisario jefe de esa unidad. Las otras recámaras son del subjefe, los jefes de las distintas brigadas y los sumariadores.

Abajo, en la entrada, hay un recibo donde las víctimas eventualmente pueden estar mezcladas con personas de dudosa reputación, pero que todavía no están formalmente detenidas. Al fondo está el jefe de los servicios y a los lados del recibo principal fueron construidos pequeños cubículos donde el ciudadano es atendido para la recepción de las denuncias.

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Ese domingo, a esa hora, convergían cuatro víctimas en la sede policial. Todas por el robo o el hurto de sus vehículos. No había víctimas de otros delitos. Está por ejemplo el caso de Ana. A ella también le hurtaron un Chevrolet Corsa 2004, el mismo día en el estacionamiento de la Iglesia Santa Eduvigis. En medio de su desconcierto, pudo conocer que el auto fue sustraído en las narices de los vigilantes, que prestan un servicio allí precisamente para detectar y alertar cualquier actividad delictiva. “El carro lo abrieron aparentemente con un control universal apenas me bajé de él para ir a la misa. Lo sacaron justo detrás de otro vehículo que también iba saliendo”, recordó.

Ana fue a la sede policial junto a su pareja, Gustavo, a quien ya le han robado dos cuatro ruedas a punta de pistola. La última experiencia fue en abril de este año, en Higuerote. El hombre conducía un Ford Fiesta rojo recién salido de la agencia. El caso de Gustavo entra en el 18% del universo de víctimas de este delito, que luego recuperan el vehículo, total o parcialmente. “Lo encontraron en un taller en la vía de Araguita. Lo habían desvalijado, así que tuve que pagar una grúa para que lo llevaran a un estacionamiento judicial, mientras hacían el trámite entre la Fiscalía y Cicpc. Todavía no me lo han entregado”, señaló el afectado. Para el momento de este relato habían transcurrido seis meses desde la “recuperación”.

Durante la gestión de Miguel Rodríguez Torres en el Ministerio de Relaciones Interiores Justicia y Paz (MIR), en 2013, se activó un plan que ofrecía la entrega de los vehículos recuperados en máximo un día. “Cuando fui a la Fiscalía me dijeron que el expediente se había extraviado, y me pidieron que sacara copias del que yo tenía. Y cada vez que voy me ponen una nueva objeción”, relató. Al final, Gustavo hubiese preferido negociar con los delincuentes. “Al menos yo sé que me lo devuelven”, expresó.

A pie por el hampa

El robo y el hurto de vehículos son dos de los nueve delitos utilizados como “marcadores” por el Gobierno. Esto es así desde 2012, cuando los diseñadores de la Gran Misión A Toda Vida Venezuela intentaban demostrar la propensión a la violencia del delincuente venezolano. Según Interpol, en todos los países americanos excepto Venezuela predomina el hurto de vehículos sobre el robo. Los antisociales prefieren poner a prueba sus destrezas para apoderarse de autos, motos y camiones generalmente cuando están estacionados en la vía pública, sin dueños a los que someter o herir. Pero en Venezuela, desde 2000, la cosa es al revés: el hampón suele atacar cuando los propietarios están en la cabina o cerca de los vehículos.

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Un estudio presentado por el Observatorio Venezolano del Delito Organizado revela que hasta 2015 la tendencia en Distrito Capital era que por cada vehículo hurtado eran robados otros dos. Sin embargo, las cifras manejadas actualmente por el Ministerio de Relaciones Interiores sugieren que la situación ha empeorado. Los datos, conocidos extraoficialmente, indican que durante los primeros nueve meses de 2016 fueron robados o hurtados 48.450 vehículos. Esto es el producto de 36.420 robos y 12.030 hurtos. Es decir, la proporción es de tres a uno a favor de los robos. Todos estos casos son de pérdida total. No se indica cuántos fueron recuperados por las autoridades.

En 2015 los delincuentes se apoderaron de 63.100 vehículos en todo el país. El promedio mensual fue de 5.238. Este año el promedio mensual ha sido hasta septiembre de 5.383, con lo que al final del período los antisociales se habrán apoderado de más de 64.100 unidades.

En otras palabras, el hampa este año se apropiará de 179 automóviles, motocicletas o camiones todos los días, lo que equivale a un vehículo robado o hurtado cada nueve minutos, menos del tiempo que se tomará en leer este reportaje. Solamente en el municipio Libertador los antisociales se han apropiado de 4.836 vehículos en nueve meses. En Miranda, mientras tanto, han sido reportados 6.167 robos o hurtos de estas unidades. Entre ambos suman 11.003 casos, equivalentes al 23% del total nacional.

Lo más buscado por los antisociales son las motocicletas, especialmente las de baja cilindrada —no más de 250cc. Este tipo de transporte representa 41% de la tajada. Otro 35,4% se refiere a los automóviles, 14% a las camionetas y 3,7% a camiones. ¿Hacia dónde van? Según el exjefe de la Dirección de Vehículos de la policía judicial, comisario jubilado Carlos Belisario, en la actualidad van primordialmente a satisfacer “una demanda impresionante de repuestos de todo tipo”. “Los pocos repuestos que se consiguen actualmente en el mercado legal están a costos elevadísimos. Por eso es que los vehículos robados los venden por piezas”, explicó.

En su criterio, la marca más buscada actualmente en cuanto a automóviles es Toyota. Al ex funcionario, sin embargo, le cuesta hacer una discriminación, pues los antisociales parecieran están a la caza de todo lo que se mueva. “Están buscando camionetas de todas las marcas. Incluso, también los carros chinos”, advirtió. Hace cuatro meses, Belisario iba a ser una nueva víctima. Los antisociales intentaron arrinconarlo utilizando motocicletas en la salida de Los Cortijos hacia la autopista Francisco Fajardo. Él iba en un carro Chery, perteneciente a su pareja. “Un motorizado me pasó y otro se quedó atrás. El que me pasó se colocó para trancar la salida hacia la autopista, y el otro se me puso atrás para bloquearme. Yo me defendí con mi arma”, apuntó.

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De este enfrentamiento solo hubo daños materiales para el automóvil, así como el aprendizaje de no circular por ciertas vías de Caracas a las 9:30 pm. Para Belisario, las condiciones del mercado de los vehículos están siendo aprovechadas por numerosas bandas, atomizadas como consecuencia de las operaciones Liberación del Pueblo. “La impunidad en que vivimos ha hecho que, cuando se elimina una banda, surgen muchas más, nuevas y más violentas”, señaló.

Según el director del Observatorio Venezolano del Delito Organizado, Luis Cedeño, en Venezuela las cifras crecientes de este delito se explican por el interés de “canibalizar los carros”. Es decir, separarlos en sus partes para venderlas como repuestos. Para este sociólogo, existe una relación íntima entre las condiciones de los mercados de partes de vehículos legales e ilegales. “Si lo que articula esta situación es la escasez de repuestos, el Gobierno tendría que facilitar el ingreso de partes para nutrir el mercado legal. Pero esto no parece fácil actualmente. Se impone que el Estado otorgue las divisas para traerlas”, glosa.

También indicó que durante los talleres impartidos en las comunidades, los participantes refieren que uno de los delitos más frecuentes es el hurto de partes de los vehículos, incluso en el interior del estacionamiento. Estos casos rara vez son denunciados ante la policía judicial. “Son cauchos, espejos, baterías, de todo. Las quejas de la gente reflejan un incremento en el hurto de partes”, afirmó.

Aunque estos hurtos parciales pueden ocurrir en lugares confinados, cuando se trata de robos o hurtos con pérdida total el escenario cambia. De acuerdo a los datos manejados por el MRI, por lo menos en Caracas y Miranda, el 84% de los casos ocurre cuando el vehículo se encuentra en la vía pública. En otras palabras, el robo y el hurto de vehículos continúa siendo lo que policías como Belisario conocen como un “delito de oportunidad”. El antisocial aprovecha ciertas circunstancias como pueden ser la ausencia de barreras y de vigilancia policial para apropiarse del bien.

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Costo de devolución

El robo y el hurto de vehículos trae otros corolarios criminales: el secuestro y la extorsión. A veces, incluso, el homicidio. Los relatos de personas ultimadas a tiros cuando intentan eludir a los ladrones de autos o motos son casi cotidianos. El 26 de octubre, por ejemplo, dos sujetos armados mataron con un disparo en la cabeza a Julio González Carías, de 33 años de edad, cuando supuestamente se resistió al robo de su Yamaha RX135 cc, un modelo codiciado por los antisociales. Esto sucedió en la vuelta El Atlántico. Según la Policía Nacional (PN), este es uno de los sectores más violentos del municipio Libertador.

Otra situación muy frecuente es que los antisociales contacten el propietario del vehículo robado o hurtado para negociar una devolución a cambio de un pago. Anteriormente, los delincuentes exigían un monto equivalente a una póliza de seguros, o sea, un 10% del valor de mercado. Pero, según Belisario, en la actualidad los vehículos están tan escasos que esta “multa”, como la llaman los antisociales, puede ir desde el 30% hasta el 50% del valor que tiene el bien. “La gente termina pagando porque no está asegurada. Pero eso no impedirá que la vuelvan a extorsionar posteriormente”, prende las alarmas.

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