Cultura

Tomates Fritos superó el miedo al sonido plástico

Tomates Fritos publica su quinto disco de estudio y el primero homónimo, con 12 canciones de letras oscuras pero ritmos luminosos, llenos de sintetizadores. Un cambio estético que la banda asume como "un antes y un después" en su propio catálogo

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La música que nace del dolor, de las dudas, del desasosiego lo hace con raíces fuertes. La emoción traducida en acordes. En el año 2014, mientras el país se incendiaba en protestas y la escena cultural se disminuía a bocanadas de lacrimógenas, Reynaldo Goitía, vocalista de Tomates Fritos, confrontaba su propia desazón doméstica: una separación, una crisis familiar. Sin agenda de conciertos que atender, sin giras planificadas con la banda por la parálisis nacional, el músico se refugió en el piano que había recibido como regalo de una fanática. «Estar en casa tanto tiempo te vuelve loco», admite.

Mientras escuchaba a The War On Drugs y alucinaba con sus canciones lisérgicas, recordó también las piezas compuestas sobre teclas de Ben Folds Five. Comenzó a componer. Primero música, luego letra. Primero letra, luego música. La protagonista era la intención de contar historias en primera persona, como resultaron la mayoría de las 12 piezas que conforman el recién inaugurado Tomates Fritos, quinto disco de la agrupación portocruzana y el primero homónimo. En paralelo, Kike Franco, guitarrista y arreglista del grupo, «venía enfermo escuchando sonidos ochenteros como The Cars o Pet Shop Boys».

«Cuando llegué al estudio lo que había allí era un sintetizador Poly-800 analógico (de marca Korg), y cuando me puse a pasar las canciones del piano a ese instrumentos nos dio un choque», cuenta el vocalista conocido como Boston Rex, quien se permitió recrear sus inicios: frente al teclado y no con las cuerdas. «Hicimos investigación, con un sinte que se sirvió en Hotel Miramar y aquí le dimos más uso, y compramos otros, mucha tecnología musical vieja a precios de regalo. Así, en el descubrimiento de estos instrumentos, empezamos a dar con los sonidos que queríamos».

El convencimiento llegó de tanto mirar atrás a través de los sonidos. Pero el retrovisor tuvo una actualización, la música de Future Islands. «Nos terminó de dar esos leads que se escuchan», confirma Boston Rex. «Al principio teníamos miedo. Cuando hicimos ‘Me veo sin ti’ -el primer sencillo-, comenzó llamándose ‘Deep Water’ en joda porque nos estábamos metiendo en aguas profundas. Pero luego perdimos el temor y ahora ya no estamos presos a un estilo. Con este disco está notariado que podemos hacer lo que nos de la gana sin ser castigados», agrega el cantante que prueba reiteradamente con el falsete en este álbum, tomando ejemplo de un músico que «me explotó la cabeza»: Bon Iver.

El cambio estético obligó a adaptar todo el proceso de composición y grabación. «Yo pensé que este era el disco en el que menos iba a tocar baterías, pero Ricardo Parra y Max Martínez me cambiaron todo el concepto de la cosa ya en el estudio», revela Tony «Cash» Maestracci al contar cómo la preproducción se hizo con sonidos electrónicos «usando pads» pero la grabación fue adaptando el set acústico. «Fue un reto porque la ejecución debía ser muy específica. Fueron las baterías más sencillas pero las más complicadas de tocar por lo detallista».

Además, la guitarra -en una banda que en algún momento llegó a tener sonando tres al mismo tiempo- fue relegada a actor de reparto. Con las melodías surgiendo de teclas, el instrumento quedó para rellenar algunas partes. «Esto nos enseñó muchísimo cómo hacer un disco. Fue un camino difícil pero estamos contentos», dice Reynaldo sobre el trabajo grabado en Caracas y Puerto La Cruz, mezclado en México por Eduardo “Lalo” Del Águila (ganador del Grammy y Latin Grammy por Hasta la raíz de Natalia Lafourcade) y masterizado en Los Ángeles.

El disco abre con la canción «Multicolor», la primera pieza que fue grabada y nació de un viaje de ayahuasca y de la admisión de errores propios. La contrición también se refleja en «Me cuesta» y en «Yo no sé». Las despedidas, los arrepentimientos y los aprendizajes forzados de las relaciones humanas bañan la primera mitad del listado de temas.

La segunda, que comienza con «Mitad dual», toma otros derroteros -esa pieza, por ejemplo, incluye un tributo al Gustavo Cerati de Bocanada. En «Me cansé» le cantan a la revolución bolivariana («voy a dejarte sola»), como en «Ya estaba mal». «Sven» recuerda la estética ochentosa y electrificada de Charly García, mientas que en «Huyendo de la tempestad», la pieza que cierra el disco, se entrompa el exilio, la partida, el adiós al sur.

«También tenemos el tema ‘Hospital’ donde criticamos a la industria musical, a cómo la canción desaparece y se convierte en otra cosa, y lo hacemos con ritmo electrónica porque la gente cree que esa música no tiene alma porque la hacen las máquinas pero en este caso lo hicimos nosotros. Es una protesta», dice Boston Rex al detallar que 80% del álbum se registró con los músicos tocando en vivo en el estudio.

Tomates Fritos, el quinto álbum de la banda de Puerto La Cruz -y su primero en formato trío- salió publicado en digital este 27 de julio tanto en Bandcamp como en Youtube. El álbum será presentado en concierto en Caracas el 5 de agosto en el Centro Cultural BOD, junto a una celebración por sus 20 años de trayectoria.

Aquí lo puedes escuchar completo:

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