Cultura

Don't Breathe, un suspiro para el fanático del terror

La nueva película de  Fede Álvarez demuestra que en el buen cine no depende del presupuesto sino de las ideas. Don't Breathe cumple con su título: el espectador termina ahogado.

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Cuando se anunció que el clásico Evil Dead (2013) tendría un remake, los gritos llegaron al Congo. Ni que el propio autor de la cinta, Sam Raimi, fuera el productor, calmó a los fanáticos. Generaba angustia que un tal Fede Álvarez fuera el encargado de revivir una obra que tiene un lugar privilegiado en la historia del género. El producto final, sin embargo, fue optimo. El uruguayo mantuvo el tipo ante un reto de gran escala. ¿Podría repetir el éxito con un trabajo inédito?

Tres años después, Álvarez demuestra que sí. Don’t Breathe (No Respires) es una magnífica película, que exprime sus 10 millones de dólares de presupuesto para proporcionarle una apreciable cantidad de sustos al espectador. La historia sobre los tres ladrones que ingresan a la caza de un ciego, sirve de pretexto para jugar durante apenas 88 minutos al gato y el ratón. El argumento, si bien no es original, inserta con inteligencia los elementos conocidos de los subgéneros «home invasion» y «survival». Incluso tenemos a la típica «final girl» y coquetea en varios pasajes con el «slasher».

Es complicado dar muchas señas de Don’t Breathe sin delatar giros argumentales. Encontramos solidez en el guión, que firma el propio Álvarez con su compañero de fórmula de Evil Dead, Rodolfo Sayagués. Cierto que se toman algunas licencias para explicar el proceder del personaje central, sobre todo cuando debe echar mano de sus otros sentidos para repeler el ataque. Si no eres de los que dejas pasar esas justificaciones, no disfrutarás del fantástico viaje que propone el director.

Ahora debemos centrarnos en el hombre que se come la pantalla: Stephen Lang. A sus 63 años, mantiene esa rigidez facial que le identifica como un tipo duro. Bien podría ser un nuevo personaje de The Expandibles. Muchos lo recordarán como el Coronel Miles Quaritch en Avatar. Aquí lo vemos como un veterano de guerra, que ha perdido la visión. Deberá echar mano del entrenamiento militar y de las ventajas que ofrece la casa para enfrentar a tres jóvenes que quieren robarle sus ahorritos.

Dont’t Breathe es asfixiante por la dirección de Álvarez, pero también por la imponente presencia de Lang. Solo pierde credibilidad cuando se ve obligado a hablar. Esa tal vez sea la única mancha en el guión de Álvarez y Sayagués. La justificación de uno de sus tantos twist es, por decir lo mínimo, peculiar. No obstante, estamos hablando de terror, un género que necesita de cierto dejar hacer para que la audiencia tenga premio.

A diferencia de Lang, los tres personajes restantes funcionan apenas para establecer las reglas del juego. Hablamos de Money (Daniel Zovatto) y Alex (Dylan Minnete). El primero, desde su nombre, representa la ambición desmedida. El segundo es el típico chico suave, que antepone el bienestar del personaje femenino que el propio. Rocky (Jane Levy), quien ya estuvo bajo la dirección de Álvarez en Evil Dead, cumple con el arquetipo de la chica a la que el destino le pone a prueba su resistencia. Su motivación es conseguir un mejor lugar para su hermanita menor.

Servido el plato, tenemos una combinación de elementos vistos en Livide (20011), Panic Room (2002), Martyrs (2008) y el Secreto de sus ojos (2009). Esa ensalada podría haber terminado en un revoltijo incomible, pero en las manos de Álvarez resulta una apetecible ensalada, con un ingrediente secreto. El toque final de la casa.

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