Cultura

Loredana Volpe se lleva su teatro a Barcelona

Un ejemplo de emprendimiento cultural y teatral hecho en Venezuela y fuera de nuestro país es la Salamandra, compañía de Teatro. Después de incursionar en las tablas de Barcelona, España su directora, Loredana Volpe, está a punto de llevar a cabo un importante montaje: No Exit, una adaptación de Jean Paul Sartre. 

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Fotografía: Rodney Gardié

Quizá, en Venezuela, nunca estuvo completa esta eclosión reciente de un proyecto teatral en donde emergen adaptaciones de Bukowski, replantamientos de Alfred Jarry y Jean Paul Sartre, y demás apuestas por la dramaturgia de vanguardia del Siglo XX . Es porque a Loredana Volpe, directora de la compañía La Salamandra ahora le llena espacio y tiempo emprender el mismo proyecto en Barcelona, España . Al punto en que tendrá la posibilidad de montar su obra No Exit en una de las salas más cotizadas de la capital catalana: el Teatre Akadémia.

La compañía de teatro la Salamandra empieza su trabajo en Caracas en 2011 de la mano de Edmundo Bianchi, Fabiola Arace, Samuel Coelho, Victor Simón Díaz y Loredana Volpe. Inician tablas con la descollante pieza del dramaturgo francés Alfred Jarry, Ubú Rey, en «versión Volpe», la cual lleva a cabo una crítica bastante fuerte al gobierno venezolano. La pieza es montada paradójicamente en en la Sala 2 del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos .

“Yo creo que con Ubú Rey, en el CELARG, no leyeron el libreto y se dejaron llevar por la estética del asunto.” Cuenta Volpe. “Por la línea que tienen no lo hubiesen aprobado. Por eso aprovechamos y metimos muchos elementos más después de presentar el texto adaptado. Nos sorprendió, porque la crítica era contundente. También ayudó bastante el marco protoabsurdo de toda la saga de Ubú. No todo el mundo entiende eso de manera tan directa.»

Y ya en clave Molière, en tono bufo e irónico, la compañía repite al mismo Jarry con Ubú Presidente en una adaptación que hacía referencia indirecta a la muerte de Chávez y a los sucesos de 2014.

«En Ubú Presidente sí tuvimos una visión más crítica desde la comedia. Hubo más identificación y comprensión por parte del público. Gracias también a estar en una sala sin censura, como la del Teatro Santa Fé.”

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“La sala Rajatabla se interesó por Ubú Presidente, pero ya era un tema muy delicado por la alusión directa a la muerte de Hugo Chávez. A muchas personas de la compañía les pareció que era un poco arriesgado meternos ahí.»

«Yo luego les llevé a Rajatabla una versión de Sartre de A Puerta Cerrada (Huis Clos) que decidimos titular No Exit, por que ya había este programa tan famoso con Marieta Santana. También queríamos utilizar un título en inglés por la referencia a ciertos signos que se relacionan con el rojo, el blanco y el negro para las señalizaciones.»

 No Exit, presentada en la Sala Rajatabla y en la Sala Cabrujas de la capital venezolana, tendrá su estreno en Barcelona el 25 de Enero de 2017 . Es lo que ocupa actualmente la mayor parte de la actividad teatral de Loredana Volpe. Con una propuesta nueva a nivel escénico, conserva la misma esencia de la obra: tres personas en una caja experimental, translúcida y completamente blanca donde hay una cámara de seguridad operada por un mayordomo. «Es como una identificación del infierno entre los tres personajes. El mayordomo acciona trampas que no son para torturar a nivel físico, sino trampas dentro de la relación que tienen los protagonistas. Que están muertos.»

Y todo esto en catalán. «Ahora la presentaremos con actores catalanes. Aunque nuestra compañía es venezolana. Yo dirijo el proyecto, al igual que lo hice en Caracas.»

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Loredana Volpe en 2014 tuvo que interrumpir su rutina en la vida local por culpa de un intento de secuestro de esos que dejan el pánico impregnado. Postuló para un Máster en Estudios Teatrales de la Universidad Autónoma de Barcelona de la mano con el Institut del Teatre de Catalunya. Posteriormente estuvo en el Obrador de Dramaturgia Internacional de la Sala Beckett.  “Empecé a estudiar previamente en el Centro Catalán de Caracas y a preparar todo para irme. En ese momento estábamos montando algo llamado Alicia en el País de los Villanos, texto original mio, para Teatrex. Y El Balcón de Jean Genet. Venían cosas que se tuvieron que cancelar.”

Aterrizas y enseguida tienes que plantearte las cosas en catalán a diferencia de muchos venezolanos que lo ignoran. ¿Cómo es esa asimilación?

– He aprendido un poco por «ensayo y error». Cuando recibí la carta de admisión para cursar Estudis Teatrals, apenas tuve tiempo de hacer un cursillo intensivo de catalán en Caracas. Leo bastante en català (sobre todo teatro o narrativa) y me obligo a escribir en catalán todo lo que puedo, pero al hablarlo me da muchísima vergüenza porque mi pronunciación suena a ruso con italiano (Risas). Aún así, trato de hablarlo con mis actores. El haber estudiado en el Institut del Teatre y la Autònoma, creo, me ha acercado al catalán de una forma muy distinta a muchos amigos venezolanos o latinoamericanos que viven aquí y que no sienten la necesidad de aprender la lengua sólo porque también se habla español. Mi necesidad nace del teatro, ya que el teatro de aquí se hace fundamentalmente en lengua catalana. Pero sí considero que no hablar la lengua del lugar donde vives es perderse una parte sustancial de una cultura y de una sociedad. ¿No lo decía Wittgenstein?: «los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo». Los escucho criticar a los catalanes porque son «cerrados» y veo una proyección ahí, creo que son ellos quienes se están cerrando a conocer un mundo y se están aislando en un gueto. Supongo que es natural. No es fácil lo que estamos viviendo los venezolanos ahora: el gueto es una forma de seguridad frente al exilio y cada quien busca su forma de «adaptarse» a esta nueva realidad que es «La Diáspora».

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 “Siempre en mi mente tuve la intención de continuar con La Salamandra en España. Con dos productores, Virginia y Reinaldo Lancaster, que están en Barcelona, fundamos nuevamente la compañía con el propósito de hacer producciones teatrales y cinematográficas”

– ¿Cómo se abrió el camino de tan buena manera para el proyecto?

– Gracias al Institut del Teatre pude conocer a muchas personas del medio en la Sala Beckett, en donde hice una pasantía. También están las ganas de hacer las cosas. Llamar. Insistir. Contactar salas. Así fue como llegamos a la Akadémia.

-¿Qué pasó con los integrantes venezolanos de La Salamandra?

–  La mayoría fuera del país, también. Edmundo Bianchi sufrió un secuestro y se fue a México. Tiene intenciones de seguir con el mismo proyecto allí porque estamos muy en conexión y está al tanto de lo que estamos haciendo. Tendríamos entonces otra sucursal. Fabiola Arace, nuestra actriz, trabaja en Miami.  Samuel Coelho y Victor Simón Díaz siguen en Caracas.

– ¿Cómo son las exploraciones en escena que tienen La Salamandra? El problema estético. La filosofía. La línea teatral y el diálogo. 

«Absoluta rebelión en frente de la totalidad de la simpleza». Es una frase de Alfred Jarry. Ese es nuestro lema. Hemos hecho el esfuerzo de no tener que simplificar demasiado el lenguaje para llegar al público. Hay un tema que veíamos en Caracas, sobre todo, en que el montaje teatral está cada vez más simplón. Partimos de allí, pero también uno se da cuenta que hay que hacer el mismo trabajo a la hora de aproximar el lenguaje. No por ello tiene que ser un espectáculo banal. El nombre de la Salamandra viene de Fahrenheit 451, la novela de Ray Bradbury, en donde los bomberos quemaban libros porque en el futuro los libros hacían «infelices» a las personas. La Salamandra es la insignia de esos bomberos. Pero nosotros le damos otro significado. Es nuestra Salamandra que salva a la literatura de esta especie de ‘quema de libros’ que hace la cultura actual. Sobre todo en el mundo del teatro, donde es más importante el hecho de llenar una sala que el producto que se ofrece.

– Entonces hay una progresión vanguardística dentro de las distintas corrientes.

– En las primeras oportunidades manejábamos una línea muy Dadá y del Teatro del Absurdo. Pero No Exit ya no se mueve en estos términos. Conectamos con el existencialismo en la medida en cuánto nos puede pesar la mirada del otro. Y eso se ve muy claro en la obra de Sartre cuando en su pieza teatral no existe en la habitación ningún espejo, de manera que el otro deba buscarse a sí mismo en el otro. En sus ojos. Para Sartre eso es el infierno. ‘El infierno son los otros’. Tengo también una pieza de mi autoría llamada La Cena de los Pequeños Burgueses. Es microteatro  Se trata de algo que presenta una lógica del absurdo y que a la vez choca con la realidad de muchos de nosotros que nos conectamos  a la redes mientras la comunicación real no se suscita.

– Con el constreñimiento de los espacios culturales, además de tanto vaudeville o teatro de variedades que hay en Venezuela acaparando salas ¿Cómo se puede dar notoriedad a adaptaciones tan literarias, de las que abordan los conflictos profundos del hombre del Siglo XX?

– Yo creo que en Venezuela se puede hacer buen teatro aunque no es lo que más abunda. A veces se pueden ver grandes clásicos pero muy mal montados. Sin embargo, fuera de algunas salas, en específico todo es como el refugio la gente que hacía televisión en los buenos tiempos, actores y escritores que no se ven reflejados precisamente en un concepto teatral per sé. Yo pienso que se tiene que hacer de todo, vaudeville, stand-ups… pero hay que apostar por los grandes textos. Y no sólo clásicos toda la vida sino, gente que escribe ahora. Martin Crimp, por ejemplo. No sé por qué en Venezuela no se adaptan cosas de autores actuales.

-¿Crisis más aislamiento, quizá?

-Sí, estamos bastante aislados. No hay un acercamiento por los realizadores a las cosas que están sucediendo ahora. Y sí, en parte hay ensimismamiento dentro de nuestros propios códigos, y formas de ver el mundo. No está mal, porque el teatro es un fenómeno local. Pero también hay que mirar hacia afuera. ¡Peter Brook o Berliner Ensemble llegaban a Caracas! Y bueno. La falta de medios para traer a buenas compañías o para subvencionar. Y el Gobierno lo que quiere subvencionar es folklorismo o festivales mal organizados como el que hacen en la Alcaldía de Libertador.

– Con tanta diáspora y con tanto No Exit ¿Cuándo entrará el público a una sala de Caracas a ver de nuevo la obra? 

No Exit tuvo ya dos temporadas en Caracas en Rajatabla y en la Cabrujas, con Fabiola Arace, Edmundo Bianchi y yo. Sin embargo, este montaje que se estrenará en Barcelona, más allá de su traducción al catalán, presenta una nueva propuesta a nivel escénico, un diseño escenográfico distinto a cargo de Macarena Palacios y un nuevo reparto formado por Oriol Casals, Laura Pujolàs, Pau Sastre y Aida Oset. Pienso que por esto no sería descabellado regresar con la pieza. Sería interesante llevarla a una sala como la del Teatro Chacao, por ejemplo. Pero necesitaríamos apoyo por parte de alguna institución para llevarlo. Me encantaría regresar a las tablas venezolanas.

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