“El jurado tomó tal decisión en virtud de que El nervio poético es un homenaje, tal vez el mejor de los últimos tiempos, a la vida y obra de los poetas venezolanos. Mediante el empleo de los recursos de la narrativa, de la crónica y del ensayo, el autor crea un universo discursivo en el que muchos de nuestros grandes poetas de las últimas décadas se convierten en personajes: dialogan entre ellos en calles, bares y cafés e inclusive hablan con sus heterónimos y fantasmas», dice el veredicto del premio.
Hernández se impuso entre los finalistas del consurso: Carlos Castro, quien quedó como primer finalista por su obra La maqueta de los días invisibles; Graciela Yánez, quien resultó segundo finalista por su manuscrito Del último regreso y Rafael Victorino Muñoz por su Historia ilustrada del automóvil.