Cultura

Entrevista/Marcos Purroy: “La gente ya no consume arte, sino puro entretenimiento”

Cambia todo, todo cambia. Suena a canción y de algún modo se está convirtiendo en una especie de mantra de sobrevivencia en el teatro nacional que, en medio de la crisis económica, resiste en cartelera con variadas producciones. Marcos Purroy, uno de los persistentes, tiene claro que en los actuales momentos se hace imposible planificar el hecho escénico a ocurrir dos meses más adelante. “Es imposible, hay que reinventarse”. En el Día Mundial del Teatro, es oportuno abordar la escena de claroscuros en esta función continuada que es Venezuela.

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Por Rosa María Rappa/Especial para El Estímulo. Foto: Alejandro Cremades

Tiene actualmente en cartelera la obra Alicia en el Autobús, una experiencia teatral de inmersión que adapta la clásica historia de Lewis Caroll en ambientes no convencionales, escrita, dirigida y producida por él. Purroy, representante de una generación importante de creadores que en los años ochenta fueron promovidos por el director Carlos Giménez a través del Centro de Directores para el Nuevo Teatro, asume hoy la difícil encomienda de hacer teatro en situación poco propicia.
¿Puedes describir cuáles son los nudos más complicados de resolver a la hora de producir teatro bajo las actuales situaciones hiperinflacionarias que vivimos en Venezuela?
– Es imposible hacer un presupuesto. Generalmente los procesos de ensayos, pre-producción y producción comienzan entre seis y cuatro meses antes del estreno del espectáculo. Los presupuestos hoy día tienen una validez de 24 horas. Así que es imposible saber cuánto sería el costo real del proyecto. Ese sería el primer nudo. El segundo, es el casting, es decir, el reparto. Así como los presupuestos son volátiles, los actores tienen una permanencia en el país circunstancial. Si se les presenta una oportunidad de escapar, lo harán sin mirar atrás. Eso hace que realmente nunca sepas si llegarás a estrenar con el elenco con el que has estado ensayando. Y el tercero y mucho más grave es que en estos momentos es muy difícil, casi imposible, conseguir patrocinadores culturales. Se logran intercambios, pero casi nunca un aporte en efectivo a la producción. Con Alicia en el Autobús, comenzamos en octubre 2017 cobrando una entrada de Bs. 25.000 y hoy llega a Bs. 228.000, 10 veces más caro.
Entonces, ¿qué estrategias gerenciales te han funcionado y cómo las has tenido que ir cambiando?
– He intentado explorar en espectáculos que tengan un carácter experimental y que sean llamativos a un público que busca nuevas experiencias. Eso me ha permitido bajar los costos de publicidad y utilizar el poder de las redes sociales que despliega el público cuando asiste al espectáculo. Esa publicidad es gratis producto del impacto que deja la función en el espectador. En este caso se vende la experiencia en lugar de los actores, eso te hace bajar los costos de contratación de actores reconocidos y recurrir a mejores actores que no son tan mediáticos, pero que tienen un desempeño fantástico.
Hay que ingeniar
Con agudeza y tino de certeras palabras, Marcos Purroy habla a velocidad justa y entonación clara, dejando ver la madurez que su rostro siempre joven no delata. Es claro, sin embargo, que ya casi sabe más por viejo que por suspicaz alma inquieta.
“Hay que reinvertarse, no queda otra. Los espacios del arte son ahora más necesarios”, dice. Entonces, pasa a explicar que si los precios cambian a diario, adelanta la compra de materiales de una producción de modo de tener un inventario que le alcance para los tres o cuatro meses que planea tener una obra en cartelera. Con el paso de los días y semanas, esta estrategia le representa un ahorro importante.
“Aquí se perdió toda idea de un presupuesto familiar. Nadie tiene apartado dinero para nada que no sea lo básico y cualquiera empieza a escoger muy bien en qué gastar, con lo que no hay espacio para riesgos. Esto hace que hoy por hoy la gente no está consumiendo arte, sino entretenimiento, porque no quiere encontrarse con algo que lo haga entender lo mal que está”, reflexiona Purroy.
En su espíritu creador, a la hora de proponerse un montaje teatral tiene en mente cuatro elementos que le hacen actuar. Primero, saber que se tiene que preparar presupuestariamente para dar salida de las necesidades de la producción. Lo segundo, entender que hay un público buscando evadir. Lo tercero, que se une al segundo elemento, la decisión de escapar a la desesperanza. Por último, el cuarto aspecto le causa preocupación: la diáspora.
“No tenemos la medida exacta de lo que va a pasar. Estamos metiendo al horno todo el talento que luego se irá sin regreso posible”.
¿De qué manera afecta esta diáspora de talentos artísticos a la hora de producir teatro en Venezuela en las actuales condiciones? También nos tendríamos que preguntar: ¿tiene algún aspecto positivo este movimiento migratorio? ¿Cuál? ¿Por qué?
– Afecta en la consolidación de los grupos teatrales. Nadie piensa en eso. En el teatro es de suma importancia la creación colectiva que se da en los procesos de ensayos. Cuando un grupo de actores logra trabajar juntos en varios proyectos, se desarrolla un lenguaje que genera un código estético. Cuando eso se pierde, el teatro deja de convertirse en arte y pasa a ser mero entretenimiento. Es lo que nos está pasando desde hace algunos años. Cuando una agrupación comienza a perder a sus integrantes, el teatro pierde. Eso es lo negativo. Lo positivo es que cuando viajas a otros países, te toca confrontar tu trabajo con un nivel que generalmente siempre está mucho más alto que el promedio de nuestros actores. No pasa así con las demás artes: música, ballet, danza moderna, artes plásticas, etc. Así que al actor no le queda otra que subir su nivel.
¿Por qué te has propuesto en los últimos años promocionar la dramaturgia venezolana en lugares como New York o París? ¿Cuál ha sido el alcance de estas experiencias?
– Promocionar el arte venezolano en el exterior es una tarea titánica. Primero porque no puedes contar con el apoyo de las embajadas y consulados venezolanos por la diatriba política. Segundo porque el público venezolano en el exterior está sobreviviendo y a veces se le complica comprar entradas y por último muchas veces no estamos orgullosos de ser venezolanos. Hay un dicho que dice si ves a dos personas en el exterior hablando mal de Venezuela, esos dos son venezolanos.
Sin embargo, nosotros continuamos y ya llevamos tres ediciones del Venezuelan Art Festival en Nueva York, dos ediciones en Miami y cuatro encuentros de dramaturgia venezolana, dos en París y dos en Nueva York. El resultado es muy grande: hoy en día se lee teatro venezolano en The Lee Strasberg Institute y se han representado a cuatro autores venezolanos con alumnos del instituto: Gustavo Ott, Lupe Gherenberg, Isaac Chocrón y yo. Se han generado intercambios entre artistas plásticos y galerías de arte, vendiéndose las obras de los artistas, representado en el Repertorio Español obras de autores nacionales, cortometrajes que han pasado de nuestro festival a otros festivales, en fin, es muy largo contar las experiencias.
Ventajas y desventajas artísticas y técnicas de producir en Caracas, New York, Miami o París.
– En Caracas puedes soñar y hacer lo que quieras. A pesar de la crisis, una muestra es la cartelera que actualmente tiene la ciudad. Aquí puedes encontrar desde un concierto de música sacra, galerías, muchos cortometrajes en producción, más de 50 producciones teatrales al mismo tiempo. Tenemos el microteatro con más obras simultáneas en el mundo y un teatro en un autobús. Las ventajas son muchísimas, las desventajas es la crisis país. En Miami, en teatro no hay nada qué hacer porque hay demasiados haciendo mucho. En Nueva York estamos construyendo. Quizás musicalmente estamos muy bien, pero en teatro hay individualidades pero no un movimiento teatral importante. Producir en NY es muy complicado y costoso, pero no imposible. Estamos creando una plataforma que dará sus frutos muy pronto. París es imposible, por ahora. La barrera del idioma y los pocos espacios lo hace un escenario complicado.
¿Por qué seguir haciendo teatro en o desde Venezuela?
– Por su adrenalina, que me da la vida. No hay otra razón.
¿Está la dramaturgia actual sintonizada con los aspectos sociales, políticos y culturales de la Venezuela de hoy?
– Una gran pregunta. En el teatro hay de todo y para todos. Actualmente hay una nueva generación de dramaturgos que se está levantando gracias a la necesidad de crear nuevos textos para ser producidos.
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Fango Negro, uno de los montajes de Purroy con Daniel Uribe en el Centro de Directores para el Nuevo teatro
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