Cultura

El efecto Margot Robbie: las actrices convertidas en incómodos pilares

Babylon de Damien Chazelle y Ámsterdam de David O. Russell tienen dos cosas en común: Margot Robbie y que fueron fracasos inesperados de taquilla. Tanto una película como la otra, dejan claro que la antigua fórmula de Hollywood de confiar solo en el atractivo de sus grandes estrellas para triunfar, comienza a fallar

archivo
Publicidad

En dos o tres escenas de la película «Babylon» de Damien Chazelle, la Nellie LaRoy de Margot Robbie es la estrella absoluta de la secuencia. Brilla, con un encanto y un talento que recuerda a las grandes actrices de la época dorada de Hollywood. Que, sin duda, es la intención del director. La criatura fílmica de Chazelle es una mezcla de deliciosa malicia, un dejo erótico y necesidad insatisfecha. Pero también, es talento en estado puro. Nellie canta, baila, llora, ríe y por último, protagoniza su rápida caída a los infiernos de la avaricia mientras la cámara contempla embelesada su rostro.

Sin disimular su intención de ponderar acerca del gozo oscuro de las tentaciones, el guion sigue la evolución de esta mujer que encarna a todas las starlettes de la meca del cine de la década de los años veinte, hasta sus últimas consecuencias. La película de Chazelle es todo oropel y brillo artificial, un melodrama doloroso — otro — sobre la industria cinematográfica, sus miserias y tinieblas.

Pero algo falla en la película de uno de los directores prodigios de Hollywood, autoproclamado rey del nuevo musical. O, mejor dicho, en su estructura pretenciosa, con aires de épica fallida y de estrepitoso derrumbe a la oscuridad de los pecados capitales. El argumento quiere mostrar el sufrimiento a través de la belleza endeble, una a punto de estallar en un fuego fatuo y saltar por los aires en destellos destinados a morir muy pronto. Pero le falta elegancia, un grado de sofisticación a la altura de sus ambiciones. También, algo más: un guion que comprenda mejor a su estrella central.

Otra vez, Margot Robbie es un personaje inclasificable en una historia escrita a su mayor gloria. «Babylon» desea mostrar aspectos distintos de Hollywood. Desde el mundo de los actores y actrices, hasta los malévolos productores. El film profundiza en la precariedad del estrellato. De modo que Chazelle exige a su actriz ser un punto de poder. Sea lo que sea que eso signifique. Y de nuevo, Robbie vuelve a fallar. No porque su actuación no sea espléndida o su carisma cegador, sino por algo más incómodo. Su figura es la que debería sostener la película y no lo logra.

Como en la fallida Ámsterdam de David O. Russell, Robbie es en «Babylon» una figura felina, misteriosa, el centro de gravedad alrededor del cual orbitan el resto del elenco. Esta vez, es Brad Pitt, el hombre que parece suspendido en medio del esplendor de la actriz, una pieza del esquema que el film construye para ella. Y otra vez, toda la construcción falla. La noción acerca de la gran estrella en ciernes, la que es capaz de sostener una película en sus hombros, se desintegra aplastada por el peso excesivo de las exigencias de un argumento vacío.

Margot Robbie

¿Qué es lo que provoca un efecto semejante? Culpar a la actriz, es desde luego excesivo e injusto. Pero en realidad, parece tratarse de la necesidad de Hollywood de llevar el análisis sobre sus miserias a otro nivel y dimensión. Usar, además, a una mujer símbolo para narrar su historia actual. La Industria, herida de gravedad después de dos años de parón obligatorio, mostró en el 2022 sus mejores armas, todas sus herramientas. Y una de ellas, fue volver a las grandes producciones con presupuestos abultados, elencos de la lista AAA y como si eso no fuera suficiente, argumentos creados para la lágrima fácil o el asombro inmediato.

En una casualidad lamentable, Margot Robbie ha sido parte de dos experimentos fallidos que demuestran lo desgastado de la fórmula. Mientras maravillas tecnológicas como «Avatar» deslumbran a la audiencia y los cielos despejados de «Top Gun: Maverick» recordaron a la audiencia épocas más simples y amables, «Ámsterdam» defraudó. Ahora, lo hizo «Babylon», con su reflejo de un Hollywood imposible, lejano, inimaginable a la época de la hipercomunicación a la vulgaridad. Entre ambas historias, hay un hilo conductor. La necesidad de una figura fulgurante, central, que se robe todas las miradas. Robbie podría serlo. Pero hasta ahora, el experimento no ha dado resultado.

Una actriz extraordinaria en medio de los límites de su asombrosa belleza

Margot Robbie es una de las grandes actrices de su generación. Puede parecer una frase cliché que, sin embargo, en esta oportunidad define a la actriz en todo su poder. Robbie no solo es talentosa, polifacética, brillante como productora e intuitiva como artista integral. Es, también, una doble nominada al Oscar y una figura sólida en un Hollywood que necesita urgentemente de ellas.

Su carrera ha sido también, al menos al principio, muy semejante a otras grandes actrices convertidas en sólidos tótems de prestigio en Hollywood. A la manera de Charlize Theron y Cate Blanchett, Margot comenzó con pequeños papeles hasta que I, Tonya de Craig Gillespie demostró toda su osadía y temple. Encarnar a una de las figuras infames de la historia contemporánea de Norteamérica la llevó a nuevos estratos y dejó demostrado su innegable capacidad camaleónica. Mientras tanto, Robbie se atrevía a pasar del cine de animación, al de superhéroes y al drama. Todo con igual encanto e idéntica habilidad.

Pero Margot Robbie, al menos en los estándares de Hollywood, todavía no forma parte de la realeza de Hollywood. No a un nivel como el de Blanchett, que protagonizó «Tar» (2022) para demostrar que su carrera comienza a hacerse tan sólida como su espléndida madurez. Mucho menos como Viola Davis, magnífica y poderosa. Tampoco tiene el peso elegante de Julia Roberts o Amy Adams. Robbie es muy joven aún para llegar a los umbrales de Nicole Kidman y ya es muy mayor para los papeles de frágil ninfa con un trasfondo singular de Anya Taylor-Joy. De modo que la actriz sigue en busca de su lugar. Además, toma decisiones con inteligencia.

En el 2014 comenzó a producir sus propias películas con LuckyChap Entertainment, que se considera una de las mejores productoras de Hollywood y a cargo de la I, Tonya. También lo estará en el probable éxito «Barbie» de Greta Gerwig, a estrenarse en el 2023. Así que la actriz, elabora su carrera con cuidado. La hilvana con buen pulso y tiene la suficiente sensatez para conocer lo que necesita para triunfo mayor. Por eso, sus decisiones en papeles pequeños, cameos, talento vocal, producciones de autor.

Margot Robbie y los pequeños desastres

No obstante, es Hollywood el que parece empujar y forzar a Robbie en producciones cuyo mayor sustento es su cualidad de megaproyecto. «Ámsterdam» contaba con varios de los mejores actores de la industria, un presupuesto inaudito en un film con un guion dramático. Para la ocasión, Robbie encarnaría a la musa, el rostro inolvidable, al centro de un romance delicioso y delicado, que celebraba el bien de la esperanza.

Pero el film fue un fracaso de taquilla y de crítica. Robbie cumplió su papel, pero no fue suficiente su talento para sostener un proyecto sin alma, brillo y mucho menos, personalidad. De hecho, la mayoría de las críticas dejaron claro que la producción era una mezcla de muchos trozos de ideas distintas. La más sólida, la de la espléndida Robbie como un alma libre, una hija espiritual de la Dora Marr de Pablo Picasso, con un taller de obras propias y la capacidad de sostener la historia a cuestas. No obstante, la película carecía de sustancia y fervor. De verdadero sustento y se desplomó al suelo el fin de semana de su estreno.

Mucho peor resultó la aventura dolorosa de «Babylon», que se esperaba como la gran obra de cierre de años e inevitable candidata a los Oscar. Pero se convirtió en un fracaso total: se derrumbó en una ola de crítica a su confusa historia, a su carencia de verdadero sentido narrativo. Babylon, que quiso retratar a Hollywood en su decadencia, únicamente logró demostrar que la meca del cine actual, carece de brújula al tratar de homenajearse a sí mismo.

Y de nuevo, Robbie se encuentra en el centro de un fracaso considerable. Uno que sacude las bases de su mito, creado a partir de una belleza física considerable, junto con una capacidad histriónica indudable. Pero la actriz, parece ser un elemento que la industria intenta utilizar para recordar el brillo que ya no posee. Por eso, los dos fracasos de grandes producciones destinadas a mostrar el músculo de Hollywood resultan tan incómodos. A la vez, demostrar que Robbie en una pieza frágil de un juego mayor. ¿Qué necesita la actriz para encontrar su lugar? Quizás, seguir su instinto, antes de la ambición de una industria que juega a explotar su considerable potencial.

Publicidad
Publicidad