Cine y TV

Más allá de "Simón", ¿cómo le fue al cine venezolano en 2023?

Este año hemos visto que las carteleras venezolanas han mostrado estrenos continuos. Y “Simón” ha generado muchas discusiones afuera y adentro del país. Pero, ¿es representativa esta cinta del actual estado del cine en Venezuela? ¿Cómo se ha movido la taquilla? Varios especialistas responden estas preguntas

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El cine venezolano sigue impulsando las producciones de autor u óperas primas. Este año, el Festival de Cine Venezolano celebrado en Mérida presentó un catálogo de 22 largometrajes, 39 cortometrajes de ficción y 9 cortometrajes documentales y, aunque no es una medida realmente de la situación del cine en el país, es una pequeña muestra de que el esfuerzo por hacer películas se mantiene.

Según Bernardo Rotundo, presidente de Circuito Gran Cine, el cine nacional ha mantenido esfuerzos para hacer posible la realización de producciones considerables porque la realización de una película en Latinoamérica puede costar entre 500 mil dólares o más, y algunos realizadores venezolanos se las ingenian para concluir buenos proyectos con apeas 100.000. Otros a veces con menos. Obviamente estos costos son muy bajos si se comparan con producciones internacionales que superan los millones de dólares.

En 2023, el cine venezolano, según comenta Rotundo, logró estrenar aproximadamente 21 películas, a pesar de las dificultades de postpandemia y de los bajos recursos económicos. Explica que, afortunadamente para el fortalecimiento de la industria cinematográfica del país, se están haciendo muchas películas de producción independiente de muy buena calidad e incluso hay cintas que están siendo remasterizadas y estrenadas nuevamente como fue el caso de “La casa del fin de los tiempos” y “El Exorcismo de Dios”. Esta útima fue reestrenada y se convirtió en la película más taquillera de 2022, superando los dos millones de espectadores a nivel mundial.

Este año, algunas de las películas que se estrenaron fueron “Manchera” de Jackson Gutiérrez; “Mónica entre el cielo y la tierra” de Giovanni Gómez Ysea; “La jaula” de José Ignacio Salaverría; «La Caja” de Lorenzo Vigas; “Despedida de soltera”, dirigida por Alexmir Dordelly; “Yo y las bestias” de Nico Manzano: “Llamada privada”, dirigida por Gabriel Ng y Alex Bries; “Contacto”, una película peruana pero la dirigen las venezolanas Marité Ugás y «La chica de alquiler” de Carlos Caridad Montero, “Amor en el aire” de Carlos Malavé, e «Historia de amor fúnebre” de Carlos Labbad.

Aun así, la película que abrió una nueva discusión para el cine venezolano este 2023, incluso con la posibilidad de cancelación de su proyección, fue “Simón”. La ópera prima de Diego Vicentini superó la cifra de más de 110.000 espectadores, convirtiéndose en una de las películas más vistas en el país. De acuerdo con Rotundo, consiguió un récord importante en la asistencia a salas, superando las cifras de espectadores que ha tenido el cine nacional en los últimos años, que se ubican entre 3.000 de promedio y un máximo de 12.000 a 15.000 espectadores.

Para José Pisano, director general del Trasnocho Cultural y Blancica, hay películas realizadas por venezolanos y que no necesariamente entran en la categoría de venezolanas por las partes involucradas en su producción, pero que han tenido una gran acogida en la crítica internacional. Se trata de una muestra del aporte de la diáspora venezolana al cine.

Pisano pone como ejemplo el caso de las recientes candidaturas a los Premios Goya de Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez, pero sobre todo a los Independent Spirit Awards como un “significativo logro”. Pues, según explica, es la asociación que reconoce lo mejor del cine independiente, y la película “Upon Entry” de estos venezolanos compite como Mejor ópera prima, Mejor primer guion y Mejor montaje.

“(…) ¿Hasta qué punto una película, digamos, es venezolana o no? En el caso de ‘La caja’, efectivamente había razones objetivas para que fuera calificada como venezolana por el baremo, digamos las características que allí se exigen a nivel de financiamiento, cantidad de dinero invertido venezolano, el tema de talento, etc., pero hoy en día también estamos viendo un cine hecho por venezolanos con recursos de otros países en películas que no son necesariamente venezolanas, que están teniendo cada vez más impacto afuera (…)”, explica Pisano.

Además, las venezolanas Claudia Pinto con “Las consecuencias” y Patricia Ortega con “Mamacruz”, quienes compiten en los Premios Goya, también forman parte de esa migración venezolana que sigue haciendo buen cine en otras latitudes.

Calidad y presupuesto

Si bien las películas venezolanas tienen un buen nivel de calidad en su producción, a pesar del bajo presupuesto, Bernardo Rotundo comenta que debería existir un sistema más controlado, sin coartar la libertad de expresión y creación, que permita determinar bien qué películas serán exhibidas en salas de cines y cuáles en otros circuitos como espacios universitarios porque si se presentan trabajos, eso no contribuye al fortalecimiento de la industria.

«No nos ayuda a construir y formar públicos y no es bueno ni para el cineasta ni para el público ni para el distribuidor y exhibidor. Y cuando digo baja calidad es que no tienen los estándares profesionales que las lleve a presentarlas en las salas de cine. Yo creo que debería haber un mecanismo para que las películas seleccionadas que vayan a las salas de cine tengan, pues, un baremo que garantice que la obra es una obra de calidad, como un sello de calidad, sin limitar en ningún momento la libre expresión y la creación que está consagrado también en la ley de cine. Yo creo que ese es un tema difícil, pero hubo altibajos, hubo unas con muy buen nivel y otras no tanto. Pero la tendencia general es que sean películas bastante bien hechas”, analiza Rotundo.

«Creo que debería haber un mecanismo para que las películas seleccionadas que vayan a las salas de cine tengan, pues, un baremo que garantice que la obra es una obra de calidad, como un sello de calidad, sin limitar en ningún momento la libre expresión y la creación que está consagrado también en la ley de cine»

Bernardo Rotundo, presidente de Circuito Gran Cine

A propósito de este punto, Claudia Lepage («La distancia más larga»), cineasta, productora venezolana y cofundadora de JEVAS.ORG, explica que para ella uno de los parámetros que se debe considerar para que una película sea exhibida en cines es la duración, es decir, que todos sean largometrajes; tenga muy buena calidad fotográfica, registro de imagen y sonido.

“La calidad fotográfica, la calidad de registro de imagen y también de sonido porque en algunos períodos, el cine venezolano ha adolecido de un buen registro sonoro y los productores han sufrido mucho. (…) Igualmente la participación autoral, pero creo que la más importante de todas es que se sostenga esa historia que se está contando, que sea una historia que atrape, que enganche. Aunque como hay una obligación de que los distribuidores y los exhibidores estrenen una cantidad de películas al año, muchas veces hemos visto películas que no cuentan con unos grandes estándares de calidad para ser estrenadas y aun así son estrenadas», dice Lepage.

Sin embargo, Lepage añade que el público tiene la última palabra: «El público demuestra con su asistencia a la sala, o no, que esa película que tenga una calidad medianamente aceptable. Aunque en los últimos años por la pandemia, la crisis económica, etcétera, la ausencia de público en las salas de cine tampoco está completamente relacionada con la calidad de la película”.

Mientras tanto, Pisano afirma que, en términos de calidad técnica en las películas venezolanas, Venezuela tiene varios años haciendo cine cuidado y de muy buenos estándares de calidad: “Yo creo que el cine venezolano ya lleva varios años con un cuidado técnico importante de sus producciones a nivel de iluminación, fotografía, producción, sonido más allá de lo actoral y la dirección como tal. Pero creo que técnicamente una película venezolana está al nivel de una buena película internacional. (…) y que no creo que particularmente sea algo a destacar de este 2023”.

«Creo que el cine venezolano ya lleva varios años con un cuidado técnico importante de sus producciones a nivel de iluminación, fotografía, producción, sonido más allá de lo actoral y la dirección como tal. Pero creo que técnicamente una película venezolana está al nivel de una buena película internacional. (…) y que no creo que particularmente sea algo a destacar de este 2023»

José Pisano, director general del Trasnocho Cultural y Blancica

Sin embargo, Ninoska Dávila, especialista en marketing cinematográfico y que ha trabajado por décadas en la promoción de cintas nacionales, abre el panorama aún más explicando que la proyección en salas de cines responde al Reglamento de la Ley de Cinematografía Nacional. Esta ley establece la distribución y proyección de toda obra cinematográfica venezolana, ya sea corto o largometraje, como una forma expresa de garantizar los derechos tanto del espectador como de los realizadores con un lapso mínimo de exhibición de dos semanas.

La ley dice que toda película venezolana tiene que ser exhibida. Entonces, cuando tienes ese producto final y yo digo: ‘Yo quiero que vaya a la sala del cine’, y por ley tiene que estrenarse. O sea, no hay manera de que tú prohíbas a alguien que se estrene. Sin embargo, también está que yo me sincere. Yo puedo hacer la película que yo quiera, pero una vez que yo tengo mi producto, yo tengo que saber cuál es y dónde está el público de ese producto y cuál es la ruta”, refiere Dávila.

«Yo puedo hacer la película que yo quiera, pero una vez que yo tengo mi producto, yo tengo que saber cuál es y dónde está el público de ese producto y cuál es la ruta”

Ninoska Dávila, especialista en marketing cinematográfico

¿Un año de recuperación?

Lo visto en este 2023 representa un gran esfuerzo por hacer cine pese a las considerables crisis que se han manifestado en el país durante muchos años y que, además, se agudizó con la pandemia del Covid-19 y todo lo que involucró su reactivación, una vez levantada las medidas de cuarentena.

Para Dávila, todo apunta a que hay un impulso interesante y explica que percibe que los cineastas no están cómodos con la acostumbrada temática de “putas y malandros” y se están abriendo a contar historias que acompañen cómo el venezolano se está sintiendo actualmente. Sin embargo, efectivamente, no es ni ha sido el mejor año del cine venezolano porque, más allá de la crisis política y económica, el declive comenzó cuando se alteró el hábito del consumidor, cambiando los horarios de las funciones, a lo que se le sumó la inseguridad.

Dávila cuenta que hubo una época previa a este descenso en la que era posible tener funciones de medianoche. Luego, esta dinámica fue disminuyendo, también la asistencia a las salas de cine hasta llegar a la pandemia por el Covid-19. No obstante, comenta que la película “Simón” ha marcado una pauta importante, principalmente en la conexión que ha creado la temática de la película con el público y la movilización hacia las salas de cine.

Dávila, que trabajó en diferentes proyectos del cineasta fallecido Fernando Venturini («Zoológico», «Tres noches», «El show de Willy»), explica que en la industria del cine factores como el streaming y la inmersión en las plataformas digitales (YouTube o Netflix) han cambiado la mecánica de la presencia en las salas de cine a nivel mundial, no sólo en el país. Pues, en pandemia muchos estrenos “se quedaron fríos”. A pesar de ello, asegura que es necesario aplicar estrategias para incentivar más la presencia en las salas de cine como las campañas de incentivo general, tales como proyecciones en espacios alternativos y cine foros, promovidas desde los ministerios y organismos vinculados al cine.

Para Pisano el cine venezolano ha vivido diferentes crisis y este 2023, si bien no es el mejor del cine venezolano, ha sido un año importante para la recuperación de la producción cinematográfica del país, ya que los realizadores han tratado de conectar con el público a través de sus temáticas. ¿Qué queda aún mucho más por hacer? Es cierto, pero comenta que en la industria se ha buscado cumplir con uno de los objetivos de la cinematografía que, según refiere, “es crear memoria, memoria histórica de un país a través de, justamente, lo audiovisual y del cine, particularmente”.

Y señala: “Yo creo que el cine venezolano ha sido afectado por la crisis que toca a la industria nacional a nivel general en lo que tiene que ver la distribución y exhibición, no solamente a nivel de producción. Nosotros veníamos con 30 millones de espectadores de espectadores hasta 2015 aproximadamente y a partir de allí ha habido una disminución significativa de la asistencia al cine. Esto, digamos, viéndolo del punto de vista de la de la exhibición por factores diversos como la crisis eléctrica, la crisis social, la crisis económica, la crisis migratoria, el tema pandemia que afectó significativamente la asistencia del público a las salas de cine al punto que para el 2019, año prepandemia, que apenas estuvimos como sobre unos 11 millones de espectadores a nivel nacional, de esos 30.000.000 que solíamos tener de forma más o menos constante hasta unos cuatro o cinco años antes. (…) Ha sido un año de recuperación, sin duda, pero no creo que haya sido el mejor año del cine venezolano”.

Según Rotundo en Venezuela, desde hace muchos años se ha promovido las óperas primas y se ha estimulado su producción para que los jóvenes venezolanos se incorporen en la industria audiovisual. Sin embargo, comenta que este 2023 no ha sido el mejor año para el cine venezolano, ya que desde el 2016 se ha experimentado un proceso de descenso en la producción y exhibición cinematográfica. Además, asegura que para ese año, con la aprobación de la reforma de la Ley de Cinematografía Nacional se desarrolló una política más coherente que facilitó la realización de un mayor número de películas de calidad y con una presencia importante en los festivales internacionales.

El 2023 fue un año con no más de 20 películas. Algunas de excelente calidad, otras más débiles. Pero estuvo viva la industria y eso se debe al gran esfuerzo que hacen los cineastas y las instituciones del cine, como lo es el Centro Nacional de Cine que forma parte de la comunidad cinematografía nacional. Todavía hay que seguir, desarrollando estos esfuerzos para llegar de nuevo a los niveles que tuvimos entre el 2005 y el 2015, que no solo se hicieron muchas películas, sino que logramos tener mucho más público. Estamos, después de la pandemia, tratando de volver a surgir y seguir adelante. Yo creo que fue un año de mucha resistencia. De lograr que las películas se terminaran, de lograr que las películas llegaran a cartelera y de lograr decir que todavía, pues, el cine nacional sigue produciendo y haciendo cine y estrenándose. (…) Yo creo que fue un año que logró sacar películas, estrenarlas y mantener vivo al cine nacional, pero sigue siendo bastante limitado”, concluye Rotundo.

La visión de Claudia Lapege sobre el momento que vive el cine venezolano es interesante, ya que explica que las plataformas pesadas como Netflix, HBO o Amazon no están interesadas en comprar contenidos venezolanos, lo que dificulta que las producciones venezolanas circulen con mayor presencia como otras. Además de ser un mercado pequeño en el que prácticamente se producen películas para el consumo interno, que está un poco golpeado por las crisis ya comentadas. Aunque refiere que los últimos estrenos “hablan de una recuperación y de un interés del público venezolano de ver ciertas películas en pantalla. Bueno, hablo del caso de ‘Simón’ que ha tenido muy buenos números y una distribución también a nivel internacional, donde ha conectado con la diáspora. Entonces, creo que sí hay como una necesidad de contar nuestras historias y de que nuestro público consuma nuestras historias porque al final del día el cine es cultura, es identidad, nos habla de nosotros mismos y es importante que para la gente eso pueda seguir existiendo”.

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