Cine y TV

"Eric": final explicado de la serie que es un fenómeno en Netflix

"Eric", serie protagonizada por Benedict Cumberbatch, tiene un acelerado cierre que puede confundir al espectador. Aquí explicamos cómo funciona la marioneta para que la trama avance y el significado de una sorprendente imagen final que deja a todos descolocados

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Cada mes, Netflix lanza un producto que tiene algún elemento que se vuelve viral en las redes sociales. Hace poco fue «Bebé Reno», ahora es el turno de «Eric», una serie muy esperada por ser protagonizada por Benedict Cumberbatch. La historia parte de una desaparición, la de un niño llamado Edgar (Ivan Howe), luego de la enésima pelea de sus padres, Vincent (Cumberbatch) y Cassie (Gaby Hoffmann).

Dirigida por Abi Morgan, coguionista de la maravillosa «Shame», la miniserie de seis capítulos peca de ambiciosa. Quiere abarcar muchos temas, como racismo, homofobia, relaciones tóxicas y aporafobia, todo enmarcado en un drama detectivesco que se resuelve de manera abrupta, con personajes que se rehabilitan y cambian de la noche a la mañana.

Pero no estamos aquí para hacer una crítica formal de la serie, sino para explicar algunos puntos que, por ese desarrollo superficial, quedan en el aire o dejan interrogantes en los espectadores. Para ello, advertimos, haremos spoilers, así que si sigues leyendo es bajo tu responsabilidad.

¿»Eric» está basada en un hecho real?

Esta primera pregunta se la hacen muchos espectadores. ¿Esto que están viendo pasó en la vida real? Pues no. La miniserie te puede parecer conocida porque está basada en diferentes hechos que sucedieron en los años 80, como la desaparición de niños y falta de investigación si no eran blancos; la corrupción que imperaba en Nueva York y el VIH que afectaba a la población homosexual, enfermedad que en ese momento no tenía un tratamiento efectivo, lo que estigmatizaba a esta comunidad.

¿De dónde sale Eric?

El título de la serie viene dado por la marioneta que crea Vincent, basándose en los dibujos o prototipos que trazó su hijo, Edgar. De alguna manera tiene una corazonada: si hace real la idea de su pequeño, éste volverá a casa. Pero más allá de que el pálpito se convierte en realidad, este personaje que parece salido de los «Muppets» funciona en diferentes dimensiones.

Primero, es un ser imaginario, lo que le hace creer a otras personas que Vincent tiene una enfermedad mental, que alucina o que sufre los embates del acoholismo. Por otra parte, es un alter ego del propio padre, quien se reprocha su comportamiento tóxico y el daño que le ha hecho a la familia. Vincent sabe que su obsesión por el trabajo, el abandono de su esposa, el abuso de sustancias y la incapacidad de empatizar con Edgar condujo a la crisis que vive y la de todo su entorno.

Por último, Eric es también una metáfora. Simboliza todos los «monstruos» que los seres humanos llevamos adentro, específicamente los adultos y sobre todo -para ser sinceros- los hombres que hemos crecido con ciertas ausencias (amor paterno, empatía, responsabilidad afectiva, etcétera).

Una solución a toda máquina

Antes de hablar de la escena final, hagamos un breve repaso de todo lo que se fue aclarando a ritmo frenético en los dos capítulos finales: Ledroit (McKinley Belcher III) logró resolver el caso de Marlon Rochelle, el chico de 14 años que falleció víctima de la golpiza de un policía y que develó una red de prostitución de menores de edad en la discoteca de The Lux, que manejaba TJ (Stefan Race), tal cual como lo sospechaba el detective.

Para que todo lo anterior se revele, Gator (Wade Allain-Marcus) debe darle una grabación a Ledroit. Allí se ve cuando Nokes (Ryan Hunter) golpea hasta la muerte a Marlon, que lleva la camiseta número 8 (de allí la incógnita con este número durante todo el programa). ¿Por qué el policía actúa así? Por racismo y homofobia, uno de los tantos temas centrales en la trama.

El video, además, revela que Marlon le estaba haciendo sexo oral a un personaje muy importante: el vicealcalde del Ayuntamiento, Richard Costello (Jeff Hephner). De esta manera queda establecida la red de prostitución en la que están otros famosos, entre ellos el compañero de trabajo de Vincent, Lennie (Dan Fogler), quien se había quedado con el programa de marionetas tras el alcoholismo del protagonista y se termina suicidando una vez que salen a la luz los nombres de quienes contrataban a menores de edad para tener sexo.

Como si no fuera suficiente, el video también deja en evidencia a un grupo de mafiosos de origen europeo, encargado de hacer desaparecer el cuerpo de Marlon. Lo tiran a un basurero. De allí que una de las escenas más impactantes de la serie sea la de Ledroit y la madre del joven asesinado, Cecile (Adepero Oduye), viendo extensas capas de desechos. En algún lugar de ese cementerio de basura, está el chico.

¿Qué significa la escena final?

Resueltas las tramas secundarias, los espectadores sabemos que Edgar se encuentra bien. El jovencito había desaparecido siguiendo a Yuusuf (Bamar Kane), un grafitero, al submundo de los habitantes de calle. Básicamente el niño quería alejarse de la relación tóxica que tenían sus padres. Esto le llevó a poner su vida en peligro. Pero Yuusuf no planea hacerle daño. Sí desea, en cambio, la recompensa (25 mil dólares) que la familia publicita en los medios de comunicación por el retorno del pequeño.

Como vemos, la intervención de la policía impide que Yuusuf entregue a Edgar. El grafitero le encarga esta tarea a la otra habitante de calle, Raya (Alexis Molnar), quien le debe dinero a TJ (Stefan Race) por la adicción a las drogas. Raya quiere saldar su deuda con el traficante entregando al niño para que forme parte de la red de prostitución de menores de edad. Sin embargo, en pleno escape por el subterráneo, ella y Edgar caen al agua. Luego nos enteramos de que la adicta se ahogó, mientras que el jovencito sobrevivió.

Mientras tanto, Vincent lleva su duelo íntimo a su máxima expresión, peleando con su alter ego, Eric. Después que sale airoso de un combate imaginario, que, suponemos, también significa un enfrentamiento y posterior superación del alcoholismo, decide vestirse como el personaje que ideó su hijo con la esperanza de convertirse en un faro para que Edgar regrese a casa.

La idea de Vincent es la siguiente: como ha cumplido, y ha hecho un personaje con las ideas que su hijo había esbozado, éste comprenderá que hay una decisión de cambio, que está dispuesto a escucharlo y dejar atrás su comportamiento tóxico. Todo esto, que pasa solo en la mente del protagonista, se convierte en realidad cuando Edgar ve a su padre, disfrazado como Eric, mientras comía en un restaurante. De manera que responde al llamado de la «carrera a casa», tal cual lo hacían antes de la desaparición.

Una vez que Edgar retorna, Vincent decide hacer la paz con su pasado. Lo primero que hace es reunirse en un puente, el mismo que está recreado en el show de marionetas, para decirle a Robert (John Doman), su padre, lo feliz que fue en los años en los que iban al zoológico. De hecho el nombre del programa de televisión de marionetas, «Good Day Sunshine», proviene de una frase que el padre pronunciaba cuando se veían. Pero ni en este momento, el empresario empatiza con su hijo. Por el contrario, le recrimina su sentimentalismo y le habla de cuestiones económicas, refiriéndose al «avance» que debe haber en toda ciudad tomando como ejemplo Central Park. Vincent solo se despide, comprendiendo que nunca va a recibir lo que espera de su progenitor y que lo mejor es avanzar en la vida.

Luego, Vincent encarna a Eric de regreso a su trabajo. Lo hace con solvencia, sentimiento y con la empatía que esperaba de su padre. Incluso recita sus líneas mirando a su hijo y exesposa, quien ahora espera un hijo de otro hombre. Al terminar el programa, en una de las escenas más hermosas de la serie, vemos a Edgar disfrazado de Eric. Es una imagen muy poderosa porque el niño toma de nuevo las riendas del personaje que soñó. De manera que hay una retroalimentación, una comunicación que no existía en el pasado.

Lo que sucede en ese diálogo final, en el que Edgar engola y se presenta como Eric, es algo más que una divertida escena. El padre le sigue la idea, le permite que se exprese, que dé su visión del personaje. ¿Recuerdan que al principio ni siquiera quiere ver la idea que el niño tiene para una nueva marioneta? Pues todo eso queda atrás. Sin embargo, aún hay más.

La cámara se va alejando, en una preciosa toma cenital, y vemos que Eric los está viendo a los dos. A la distancia. Esto puede significar muchas cosas. La primera es que todo está en calma. Se ha logrado un equilibrio. No obstante, también significa que es importante saber que los monstruos no desaparecen para siempre. Que hay que trabajar a diario para mantenerlos donde deben estar. Incluso, saber de su existencia, tener conciencia de ellos, nos puede permitir ser mejores personas, mejores padres.

En una entrevista con RadioTimes, refiriéndose a ese cierre, Cumberbatch dijo: «Creo que hay muchos momentos en los que los personajes entran plenamente en sí mismos y se dan cuenta de su poder en su vulnerabilidad y se enfrentan a la sociedad para hacerlo. Ya sea Ledroit, ya sea el personaje de Adepero [Cecile], ya sea Cassie en su nueva vida con su nueva pareja o si Vincent finalmente se aleja un paso del niño dañado para tratar de asumir con propiedad y responsabilidad quién es y por qué él es como es». Y agrega que lo que gusta del final es «separarse de una relación tóxica con sus padres y tratar de convertirse en un padre menos tóxico para su hijo, dejar que su hijo venga a él y verlo posiblemente por primera vez».

En otra conversación, esta vez con Tudum, el actor dice que al comienzo de la serie, Vincent «ha borrado las conexiones con su esposa [y] la conexión con su hijo. Entonces, ver ese reverso al final, creo que es un final hermoso, hermoso de cuento de hadas, pero [también] un primer paso doloroso, crudo y honesto en el alunizaje de Vincent”. Y añade sobre la conversación final con Edgar: «Ha creado algo a partir de la imaginación de su hijo y luego Edgar vuelve a tomar posesión de ello. Es algo que Edgar debe tener. Creo que [esa es] una muestra muy profunda de lo que es la paternidad: pasar el testigo”.

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