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¿Qué hay detrás de "Mariposa de papel"?Habla su director, Rafael Medina Adalfio

Ganadora del “Premio especial del jurado” en la vigésima edición del Festival de Cine Venezolano, la película se adentra en la dura realidad de los agricultores de La Grita, encargados de traer alimentos al centro del país. El director reflexiona sobre esta obra

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Mariposa de papel

La belleza de «Mariposa de papel» va más allá de la utilización del color. La obra de Rafael Medina Adalfio es una construcción superlativa de la cotidianidad y de los sueños. Está presentada en blanco y negro, con una continuidad de imágenes singular y abre el apetito del espectador por conocer más, por escuchar la voz no sólo de los “ferieros”, agricultores que manejan cerca de 34 horas desde los Andes hasta Caracas para llevar toneladas de alimentos a los conocidos “mercaditos de los gochos”, sino también la de los niños que forman parte de estas familias.

«Mariposa de papel» no es una crítica ni una utopía, el documental es un recorrido muy íntimo entre la vida diaria de quienes hacen posible que cada semana llegue la apetitosa cosecha de hortalizas y frutas de La Grita (Táchira). La producción también plasma cómo las aspiraciones de estos agricultores cambian según las oportunidades que se presentan. Este es el caso de María Quiroz, quien quiere ser cirujano o estudiar alguna carrera de medicina, pero su futuro es incierto.

El estreno en Venezuela de la película y tras haber ganado el «Premio especial del jurado” en la vigésima edición del Festival de Cine Venezolano, realizado en Margarita., El Estímulo conversa con el director.

Para Adalfio, con pasado en la dirección artística y fotográfica de la moda y el diseño, hay un punto familiar que desata su interés por esta historia: «Fallecida mi abuela, yo regreso a Venezuela y en ese segundo viaje me tomó un mes y medio en el cual me desplazo a los Andes, esta segunda oportunidad, sin equipo, sin sonidistas, sin gran gente, sino que llevo una pequeña cámara y pude revisitar esta comunidad que ya había conocido y así poco a poco comienza, digamos, a formarse ese documental”.

-¿Cómo inicia este viaje, esta historia que escapa de los relatos tradicionales?

-Mi abuela. La visita que le hago en el 2019 es la primera vez que se me ocurre, quizás, cinemáticamente considerar a Venezuela como la vía de una historia. Nunca me identifiqué con lo que estaba ocurriendo sociopolíticamente, que quizás eran las voces que se querían escuchar. En el viaje del 2019, cuando hay un apagón, eso me llama la atención más como una historia de desastre, donde ves la representación de cómo sobrevive la gente a un desastre de este tamaño. En ese mismo periodo me llevo gran parte de los libros de mi abuela de autores venezolanos y había un grueso de Rómulo Gallegos y 30 años después asumo esa literatura con mucho placer y mucho gusto.

Fue como un redescubrir una Venezuela de la que hablaba Rómulo Gallegos y sentí que estaba extremadamente contemporánea. La Venezuela de la que hablaba él fue una Venezuela en la que se abandona el campo, donde hay una diáspora, una Venezuela que se acaba y comienza otra, es un poco el planteamiento que él hace y me empiezo a identificar con lo que había vivido en Italia a nivel referencial con ese neorrealismo italiano que surge después de la Segunda Guerra Mundial, y todas esas cosas se mezclan en ese viaje a Venezuela y me presento ese panorama de un neorrealismo latinoamericano. (…) Así se empieza a dar esa sensación de querer contar una historia venezolana.

El director logró ganarse la confianza de los lugareños

-¿Por qué la familia Quiroz y el resto de los personajes?

-Esta es la misma respuesta de por qué te enamoraste tú de Luis y no de Pedro. No lo sabes porque es como enamorarse. Tal cuál como enamorarse. (…) pero finalmente cuando se hizo la edición, tienes que elegir y sacrificar. Se sacrificó mucho de lo que se grabó.

-¿Cómo surgió el nombre de «Mariposa de papel»?

-Creo que te lo refleja mucho el tráiler que se escogió, muy poético y metafórico. Estando allí, tuve la fortuna de estar observando y capturar este momento en que María y José están jugando, haciéndonos origami, una figurita, unas estrellitas, unos animalitos y cuando me percato un poco el tipo de papel que estaba usando, veo que es el papel de la moneda venezolana. Esto es muy curioso y es una imagen muy importante.Dio mucha vuelta en el documental en el orden en el que pudo haber ido, aquí o allá, cómo la usaba y en un final se hizo bastante presente. Estaba el nombre de Los ferieros, El viaje, Una carretera, varias opciones, y creo que fue echar esa mirada más sutil, más infantil que le da a María y José, su hermano, al documental. Que lo hacen quizás más apetecible que cualquier otra cosa, estos niños le brindan esa dulzura a la película.

Adalfio reflexiona sobre su obra: «Quiero que el venezolano se sienta orgulloso de lo que tiene, que a veces quizás es interesante mirar el vaso medio lleno y no lo vacío»

«Estaba el nombre de Los ferieros, El viaje, Una carretera, varias opciones, y creo que fue echar esa mirada más sutil, más infantil que le da a María y José, su hermano, al documental. Que lo hacen quizás más apetecible que cualquier otra cosa, estos niños le brindan esa dulzura a la película»

Rafael Medinda Adalfio

-¿Por qué en blanco y negro?

-Yo siempre respondo que esa idea no fue mía. Esta vaina siempre fue a color hasta el último momento. Estaba el diseñador de títulos, Chris Allies, quien fue un mentor de la London Film School cuando yo estaba muchacho. Y yo le pido el favor a Chris que me ayude con los subtítulos, los títulos y él durante tres meses me enviaba todas sus pruebas de textos y de gráfico y me saturaba el material. Me lo mandaba en blanco y negro con el texto y lo que estábamos haciendo, pero él le cambiaba el color. (…) durante 3 meses que él mandaba en blanco y negro, yo no le preguntaba nada (…) hasta que un día yo llamo. Ellos viven en Inglaterra me atiende la mujer de Chris, la señora Ángela que es una abuelita, y me dice: “Mira, Rafael. Yo estoy muy preocupada, ustedes están por estrenar el documental y Chris no te dice nada, tú no le dices nada a él”. Y me decía: “Es muy colorido, tantos colores de los vegetales lo hacen tan bello que no le dejas ver a la gente el esfuerzo titánico que hay detrás”. Y claro, cuando ella me dejó esas frases ahí, me retumbó porque yo soy un amante de blanco y negro, incluso toda la fotografía que tú ves por ahí de posters son fotografías hechas en celuloide (…). Fue una decisión que al principio… toda la gente va a pensar que fue una decisión estética mía (…) y me asustó mucho embarcarme en esas aguas, pero no pasaron 48 horas y le dije al colorista: “Epa, ¿será que lo podemos hacer en blanco y negro?”. Así.

-¿Cuáles son las voces de «Mariposas de papel»?

-«Mariposas de papel» más que una gran historia, yo creo que es un retrato a dos caras. Por un lado, el retrato de la familia Quiroz, una familia de agricultores en un páramo tachirense y el personaje principal, los ojos que le dan vida a esta historia son de María (9 años) y José (4 años).

El documental retrata la dura vida de los agricultores y el proceso hasta la llegada de los productos a Caracas

-¿Cómo lograste que los participantes aceptaran formar parte del documental?

-Yo creo que es una entrega mutua como cualquier tipo de relación que es honesta y justa, llámese una relación artística, una relación cinematográfica, una relación humana. A medida que tú das y entregas, tú recibes. La franqueza como cineasta también se transmite en un principio y también posiblemente sirvió muchísimo que no había ningún plan determinado ni un mensaje específico que se estaba buscando, sino que era un deseo de compartir más que querer contar una historia en específico. Y ellos empezaron a contar su historia, la que ellos querían contar, a medida que nos fuimos conociendo.

Sí había quizás una primera idea inicial de que me encantaba esta figura femenina de Socorro, la madre, que es una agricultora, una emprendedora, una figura femenina en este mundo de hombres agricultores y me parecía muy atractivo explotar o ir por ese personaje, contar esa historia y resulta que no es seguro. En mi tercer viaje mi conexión más inmediata era con la niña de 9 a 10 años y te das cuenta de eso cuando ves el material porque tú te empeñas en que quieres decir esto y quizás empiezas a ver otra vez el material y dices: “Pero es que la cámara no te miente. Mi conexión emocional es con esta niña”, y es donde hay, quizás, ese puente que son los ojos que nos permiten ver esa vida.

Los niños son protagonistas en la cinta

-¿Qué rescataste de esa mirada de la niña en comparación con la historia que podías haber narrado desde la madre?

-En este caso en particular, me hizo mucho contraste y me hizo mucho ruido en un principio por la vida urbana que llevo y quizás también estas últimas dos décadas viviendo en grandes capitales; me hizo mucho ruido verme a mí aquí en el campo, los niños en Ia fila con los padres, arando, trabajando los animales en el campo. Sí van al colegio, sí tienen sus momentos de ser niños, los tienen. No estoy diciendo que estos niños en los Andes están privados de su niñez, en lo absoluto, pero sí lo conseguí muy curioso de ver a tan temprana edad cómo estas figuras están involucradas en el día a día del trabajo, como quizás la muerte es parte de la vida cotidiana y me refiero a la muerte de sacrificar un animal que viniendo un poco de una vida más urbana los animales son mascotas, la comida siempre la obtienes a través del supermercado. Entonces, eso me hizo un poco de ruido al principio, me pareció curioso y no creo que fuera muy forzado para mí cambiar la perspectiva de uno a otro.

Siento que se benefició muchísimo el documental porque no abandona el mundo de los adultos. Lo que se abandona un poco es el diálogo del adulto. (…) y, a veces, los niños tienen una visión más honesta en la realidad porque están menos condicionados. Entonces es fue lo que sentimos y quizás por eso el documental tiene esa esencia tan romántica y positiva. Tan inocente. Más que positiva, inocente.

-¿Qué cambios generó este trabajo en tu visión humana y como cineasta?

-El primer viaje me afectó muchísimo humanamente. No sé si como cineasta, pero humanamente fue una sacudida. Se me había olvidado el gentilicio. Me lo pregunté muchas veces en ese primer viaje, fueron como 40 días y tú ves el Excel de producción de los gastos y nada más cinco días pagamos por hospedaje y 35 días nos quedamos en casa de gente. Esa esa cuenta del Excel, semanas después me seguía golpeando. De seguir tratando de hacer recuerdo, memoria, de cuáles fueron esos últimos viajes en esos países remotos a los que he ido y sí, la gente muy del campo tiende a ser muy abierta cuando estás allí, pero este gentilicio no lo recordaba. Me afectó, cuando volví sentía que las primeras semanas, en las que vuelves a tu rutina normal, en Estados Unidos todo el mundo parecía como frío, salvaje, materialista, superficial después de ese viaje.

El uso del blanco y negro no fue pensado en un principio

-¿Qué tipo de conversaciones espera generar con este documental?

-Quiero que el venezolano se sienta orgulloso de lo que tiene, que a veces quizás es interesante mirar el vaso medio lleno y no lo vacío. Porque no nos engañemos. El documental tampoco está lleno de flores. O sea, la realidad de estas personas es una realidad fuerte. La vida del campo es una vida muy dura. Venezuela no tiene, digamos, una infraestructura o unas instituciones que apoyen en menor o mayor grado la agricultura. Las carreteras aquí son peligrosísimas. La cantidad de puntos de control, la carencia de gas. Es muy complicado, complejo, pero al mismo tiempo el documental captura esa otra mirada porque creo que es lo que lo hace interesante, porque no te esconde la dificultad, porque sí te la muestra.

El documental Mariposa de papel se estrenó el pasado sábado 22 de junio en el Cine Centro de La Grita con la presencia de cada uno de sus protagonistas, fue interesante ver la ilusión en la mirada de María con tan sólo entrar en la sala del cine. Creo que, sin duda, fue un resultado satisfactorio para ellos. Las sonrisas y el asombro enmarcaban sus rostros.

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