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"Desaparecidos en la noche": final explicado de la película italiana que triunfa en Netflix

La película italiana disponible en el servicio streaming es un remake de la producción española "Séptimo". En las siguientes líneas revisamos su polémico final

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Desaparecen en la noche

«Desaparecidos en la noche» (Svaniti nella notte) es una película italiana, remake de la cinta española «Séptimo» (2013), escrita por Patxi Amezcúa y Alejo Flah y protagonizada por la estrella argentina, Ricardo Darín. El largometraje, que lidera los primeros puestos de lo más visto en Netflix, se centra en Pietro (Ricardo Scamarcio, a quien vimos en «John Wick»), un hombre con un pasado turbulento, que se enfrenta al secuestro de sus dos hijos.

Dirigida por Renato De María y estrenada el 11 de julio, la producción cuenta también con las actuaciones de Annabelle Wallis, Massimiliano Gallo, Gaia Coletti y Lorenzo Ferrante. A continuación puedes ver el tráiler:

¿Cuál es el verdadero enigma de «Desaparecidos en la noche»?

«Desaparecidos en la noche» es un thriller que juega con varias cartas. La principal, sin embargo, es saber si lo que vive Pietro es el resultado de una vida criminal, de la que aparentemente ha salido ileso o si la mente le está jugando al protagonista una mala pasada, en medio de una crisis de separación.

Se insinúa que probó las drogas y el alcohol, pero específicamente que formó partes de grupos delicuenciales. ¿Este pasado le está cobrando su presente? La explicación a todo esto viene en el párrafo siguiente, así que advertimos que haremos spoilers.

Elena, interpretada por la actriz Annabelle Wallis

«Desaparecidos en la noche»: escena final explicada

«Desaparecidos en la noche» no es una película difícil de entender, al menos no hasta el final. De hecho, el personaje principal, Pietro, se encarga de descubrir lo que está sucediendo y lo dice ante las cámaras, en la escena que sucede en el aeropuerto.

La clave de la película es la psiquiatra estadounidense, Elena (la estrella de Peaky Blinders, Annabelle Wallis). Ella desea llevarse a los hijos a Estados Unidos, pues no domina completamente el idioma italiano y no ha podido desarrollar su carrera en este país. Por el contrario, Pietro quiere vivir en Puglia (Italia) donde recupera una vivienda para convertirla en hotel y pagar sus deudas.

Sin embargo, hay que volver al inicio de la película para comprender que las semillas del problema estaban plantadas de manera muy inteligente. Cuando se está discutiendo la custodia de los niños, los abogados sacan a relucir una adicción, aparentemente superada, de Elena a los medicamentos recetados y también las deudas de Pietro.

Así las cosas, Pietro, después de hacer el «trabajo» por los 150 mil euros, destraba el asunto: Elena fue a la casa en la que estaba su exesposo, que es lo suficientemente grande y sola para que no se note su presencia, y droga a sus propios hijos para llevárselos en medio de la noche. Luego, contrata a una persona para que pida un rescate.

Después de que Pietro ha hecho el trabajo sucio, se encuentra con Elena, quien le asegura que está alucinando. Que los niños nunca fueron secuestrados y que todo es producto de un delirio. Pero además, posteriormente, le advierte que ha grabado la conversación en la que habla de las drogas y el dinero y que si no firma los papeles para que ella se quede con la custodia de los niños, le dirá a la justicia que él ha traficado y cobrado esa plata ilegal.

Sin embargo, hay un detalle, Pietro encuentra el pastillero de Elena en su inodoro. ¿Cómo es posible este descuido? Pues hay que volver a la escena en la que el padre le enseña a su hijo que debe darle dos veces al botón para que el agua del inodoro baje. Aparentemente, Elena confió en que bastaba con una sola y no se cercioró de que la prueba hubiera sido eliminada.

Con esta prueba y atando cabos, Pietro enfrenta a Elena en el aeropuerto y le dice que también ha consultado a un doctor, quien le confirmó que si se le hace un análisis a los niños, se encontrarán restos de los medicamentos en el cuerpo de los pequeños. De manera que la mujer tiene una sola opción: renunciar a la custodia de sus hijos y regresar a Estados Unidos sola, pero….

Pietro, interpretado por Riccardo Scamarcio

Una escena inesperada

Antes de hablar de la escena final que deja a los espectadores con la boca abierta, hay que tener en cuenta varios detalles: Pietro no quiere denunciar a su exesposa. Y lo explica así: «No quiero que sepan lo que les hizo su madre». Pero además, ella le dice en el aeropuerto que en el plan no estaba la idea de que recurriera al narcotráfico para conseguir los 150 mil euros. Esa fue una decisión de él. Y en eso tiene razón.

La clave de lo que estamos por ver se encuentra en una confesión. Ella le asegura que de todo el entramado, hay algo que no es falso: el beso que se dan de despedida, cuando Pietro inicia su plan para conseguir el dinero. Aquí se sientan las bases para lo que veremos como «cierre» del film.

Pietro llama al personaje que le había prestado un dinero y que le amenazaba, para decirle que tiene el dinero pendiente de la deuda gracias a los 150 mil euros conseguidos. Después, tras un día tan intenso, le da vía libre a los niños para que jueguen. Así se topa con una foto familiar que parece haberle despertado la nostalgia. En ese momento, la cámara muestra a una personas que se distingue detrás de la puerta de cristal de la cocina.

Si bien es una imagen borrosa, los espectadores pueden distinguir que es una mujer y que lleva el sobretodo que Elena vestía en el aeropuerto. Pietro parece no responder ante tal «aparición». ¿Se trata de la imaginación jugándole una mala pasada? ¿Está dispuesta Elena a resolver las diferencias dado que el beso fue real? o, ¿es el inicio de una nueva jugarreta? La película deja que sea el espectador el que le dé cierre a la trama.

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