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Familia venezolana dividida por la política: "O estás conmigo o contra mí"

Ella es venezolana. Él venezolano. Ella es opositora. Él chavista. Ella es hija. Él padre. Y entre ellos no hablan de política para evitar que la familia se quiebre.

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«De hecho, esta es la primera vez que hablamos de política», dice el padre, en referencia a una entrevista que él y su hija le dieron a BBC Mundo en condición de anonimato.

A ella la llamaremos Sofía. A él Jorge.

Sofía y Jorge accedieron a hablar conmigo después de haberles solicitado la misma entrevista a unas 10 familias que están en la misma condición: divididas en lo que se refiere a la revolución bolivariana que fundó el fallecido presidente Hugo Chávez hace 15 años, reseñó BBC Mundo.

Pero a pesar de la insistencia, las familias se negaron una tras otra, como si les estuviera pidiendo que me permitieran entrar a su intimidad.

Quizá lo estaba. Porque la política, que en teoría trata los asuntos públicos, en Venezuela parece haber permeado cada rincón del país. Incluso, el patio trasero de la gente.

«O estás conmigo o estás contra mí»
Por eso mi primera pregunta es por qué creen que el país está tan polarizado.
Jorge, que tiene poco más de 60 años, me dice que «cuando tú quieres cambiar las cosas, el choque es duro».

«Nosotros teníamos una Constitución, pero no sabíamos qué era y Chávez nos permitió verla», señala.

«Mucha gente vio cómo la revolución le tocó el bolsillo, como las cementeras o los productores de alimentos, y eso dividió a mucha gente», opina.

Sofía, que tiene 32 años, me dice que ha visto cómo las divisiones son cada vez más acentuadas y el tema político más sensible.
«Yo voté por Chávez porque sentía que necesitábamos un cambio», afirma. «Pero siento que eso se fue desvirtuando por el camino desde el momento en que empezó a expropiar cosas».

«¿Por qué tiene que quitarle las cosas a la gente o a cierta gente que ha luchado y trabajado para tener lo que tiene?»
Según ella, Chávez tenía un discurso de «o estás conmigo o estás contra mí» que fomentó esa división.
«Y ahora está esa sensación que leo en las personas de odio o de resentimiento hacia el otro y creo que viene por el lenguaje», dice.

¿Problema de entendimiento?
Las críticas de Sofía al gobierno están en cada una de sus frases, a pesar de que fue chavista hasta hace apenas unos años: se queja de los altos precios, de la inseguridad, de la corrupción. Y la responsabilidad de esos problemas se la atribuye al gobierno.

Por eso le pregunto a su padre qué opina de esas críticas.
«Mucha gente, incluso gente dentro del gobierno, no ha entendido todavía qué significa el socialismo democrático que se está planteando», dice.

Jorge explica aquella famosa frase de Chávez en la que dijo que él no quería ser rico, en el sentido de que no es necesario tener más de lo que se necesita.

«¿Para qué necesito 50 pantalones si no los usaré todos? ¿U 80 camisas?», se pregunta.

Y concluye: «Una revolución no se hace en 10 años ni en 15 años ni en 20 años, y mucha gente eso no lo ha entendido».
Sofía se ríe cuando le pregunto si es que ella no ha entendido de qué se trata la revolución.

Hace una pausa, y dice: «Ahora mismo no entiendo nada. Te digo. Yo, por esto, no voté hace 15 años».

«Sí, yo no necesito 50 pantalones ni 50 kilos de arroz, pero si yo bajo al abasto, tengo que conseguir el kilo de arroz que necesito».

«Pero no, tengo que pasear por ocho supermercados para conseguir el kilo de arroz», asegura.

Sobre eso, Jorge dice que no es que ella no entienda, sino que «tiene su visión y tiene su derecho de tenerla».
Pero, ¿y los problemas del país?

«Ciertamente hay cuestiones que están pasando en el país», dice Jorge. «Sería loco decir que hay papel sanitario, si no lo hay».
«Pero bueno, esas son cuestiones de índole económico, religioso, político. Pienso que son temas a tratarlos en otras entrevistas».

Lo que pasa en la familia, pasa en Venezuela
Sofía y Jorge parecen tener una relación cercana y amorosa, pero el tema de la política, aseguran, está tácitamente vetado en la casa: «Es un acuerdo implícito», dice él.

¿No deberían poder hablar de esto?
«No», dice Jorge, «yo siento que yo me llevo muy bien con ella. No creo que tengamos que poner cuestiones políticas en la mesa. Yo me siento bien con la forma en que nos tratamos y llevamos y conducimos las cuestiones».

Pero su hija no está de acuerdo: «Yo creo que sí hay que hablar, que no hay juzgar al otro por lo que piensa».
Y añade: «Ahora que el país está un poco más en llamas, yo soy la que hace más comentarios. Pero se quedan en el aire, no tienen receptividad».

Para ella, ese fenómeno de «callar los problemas» también se nota en la esfera pública del país: «Hay una ceguera ideológica que le permite a la gente decir ‘sí está pasando, pero que se está trabajando para eso y no hay que hacerle caso'».

Sofía ve dos razones que explican por qué la gente prefiere, como dice ella, pasar por alto la realidad: «Que no dicen las cosas por temor a que les quiten algo» y «porque tenemos miedo de herirnos».

Por eso concluye: «Si bien nosotros no somos un ejemplo, existen familias que están destruidas por este tema».

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