Espectáculos

El sonido honesto de Dermis Tatú, 20 años después (Parte III)

Tras la separación de Sentimiento Muerto, los tres miembros restantes: Carlos Eduardo Troconis “Cayayo” (Guitarra y voz), Héctor Castillo (Bajo) y Sebastián Araujo (Batería), habían tomado su camino con un rock directo, alimentado del funk y el hard rock, sin tapujos y enérgico. Llegados de Argentina mostraron su primer y único hijo musical: La Violó, La Mató, La Picó (1995).

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La escena musical se vio asaltada por un sonido crudo, intimidante, honesto, lleno de la rabia sonora de un power trio que se mostraba desde la honorabilidad de su propia necesidad artística.

Una máquina arrolladora de rock pisó su país natal para subirse a cuantas tarimas le daban espacio con una oncena de canciones que pedían ser tocadas en aquella mitad de los 90s.

La violó, la mató, la picó, a partir de la muerte de Cayayo en 1999 se convirtió en un disco de culto que año tras año cobra vigencia, se cuela en internet constantemente y hasta algunas maquetas de la banda que debían salir para una segunda producción como “Dirección Opuesta”, “Artificial”, “Bazuco”, entre otras, se han dejado escuchar en la red. Se habló de una reedición de este icónico álbum que hasta la fecha no ha salido y Sebastián resume en: “La naturaleza se opuso y no pudimos luchar contra ella”.

Esperan poder conciliar los tiempos, hacer una curaduría especial de sus miembros porque la idea de re lanzarlo con material inédito y demás, sigue siendo el deseo, sobre todo coleccionistas y seguidores de la época. Sin embargo para este año se espera una suerte de documental con reversiones en directo de estos temas a cargo de otros músicos.

Héctor Castillo, ahora productor musical que ha trabajado con Gustavo Cerati, Bjork, Roger Waters o Julieta Venegas, toma una pausa en New York para conversar mientras que Araujo, ex Bacalao Men, hace lo propio desde Caracas. Ambos hurgan en los recuerdos de un disco que fue curtido por la experiencia de sus intérpretes en un ambiente como la ciudad de Buenos Aires y su escena musical que funcionó para ellos. En este álbum se consiguen las colaboraciones en el teclado Pablo Sbaraglia, amigo de la banda y baterista de Charly García. El destacado saxofón de Willy Crook (Los Abuelo de la nada) en “Ausencia” y La Bruja Suárez (armónica).

– ¿Qué recuerdas del lanzamiento de este disco en la época?

Héctor Castillo: – Tengo la memoria un poco nublosa de esa época pero recuerdo que había un entusiasmo, decidimos hacerlo de manera totalmente independiente, imprimimos los discos nosotros mismos, los ensamblamos nosotros con las manos. Me acuerdo que el chiste que hacíamos es que en algunas cajitas de CDs metíamos un poquito de monte ahí adentro a ver si alguien lo desarmaba. No fue un gran lanzamiento, no teníamos recursos para hacer promoción, no había internet en ese momento, no podíamos hacer mucho ruido a parte del boca a boca, los shows; se hizo alguna movida en la tienda Esperanto cuando estaba únicamente por Plaza las Américas (Centro Comercial Vizcaya). Se vendieron 1.000 discos rapidísimo, en una semana. Después de eso tampoco es que hubo una gran movida de venta de discos.

Sebastián Araujo: – Fue un proceso de lanzamiento largo que no se dio en un solo toque desde la llegada a Venezuela teníamos el plan de bautizar el disco y sacarlo por una disquera, todo eso se desmanteló, se fue diluyendo y terminamos tomando la decisión de hacerlo independiente por Tas Sonao Discos. Ese proceso duró un rato lo que nos hizo antes de llegar al lanzamiento tocarlo en vivo. Fue una manera de informar que teníamos el disco y que iba a salir hasta que lo tuvimos formalmente en físico. Durante la primera fase de llagada a Venezuela contamos con la ayuda de Félix Allueva en el Ateneo, luego en la Plaza de Los Museos, eso le dio la potencia para que la gente se interesara por el disco antes de salir. Cuando ya estuvo en físico, no recuerdo la fecha nilo que hicimos. No recuerdo si lo bautizamos con champagne o ron, pero algo hicimos.

– ¿Cómo ves el disco ahora en retrospectiva?

Héctor Castillo: – Para serte honesto, yo no reviso mucho el pasado, tengo mucho tiempo que no escucho nada de eso, las veces que lo he escuchado así que ha sonado o algo, siento que es un trabajo bastante honesto pero me pasa eso como cuando ves una foto de cuando eras teenager y sales con las orejas paradas, la nariz ocupa mas espacio de la que debía ocupar, los pantalones te quedaban brincaposos y jurabas que te quedaban buenísimo, tengo como esa misma sensación. Sé que es un trabajo bien honesto, lo hicimos muy rápido. Ahorita siento que la gente cuando está haciendo un disco delibera mucho y se tardan más. Ese disco se grabó y se mezcló en 15 días que es bastante rápido. Tocamos todo en vivo, no lo pensamos mucho, era como sonaba el grupo básicamente. No experimentamos mucho en realidad, simplemente tocábamos como sonábamos en la sala de ensayo. Por ese lado es un trabajo bastante honesto. Cayayo estaba por primera vez asumiendo las riendas de ser un frontman, un vocalista y creo que lo sacaba adelante con bastante coraje, tiene como su parte bastante naive que está buena en el rock and roll también y con cierta dejadez… pero me cuesta escucharlo.

Sebastián Araujo: – Es un disco que siento muy cercano, muy actual en su sonido y en su espíritu porque es como la represión de muchos sentimientos fuertes, la situación, el contexto en el que vivíamos. Ese momento está reflejado ahí durante mucho tiempo. No es un disco que se compuso en un corto plazo sino que llevó bastante tiempo para ser gestado. Da cuenta de una película larga. Se grabó en 15 días pero veníamos trabajando y buscando ese sonido desde hace mucho tiempo. Es una compresión o una radiografía de esas 10 grabaciones. Una especie de polaroid rápida de cómo era el proceso de gestación largo. Era muy difícil estar contento con una sola grabación es como una versión corta de algo que pasa mucho tiempo. A veces yo decía “¿por qué no habíamos grabado esa otra versión de ´Asco’ que nos gustaba tanto?” Luego digo “¡qué bolas tenía yo, este disco quedó muy arrecho!”

¿Alguna anécdota de su grabación?

Héctor Castillo: – La experiencia. No grabamos en un estudio convencional, nos prestaron una casa, una amiga, la negra Colombres, donde ahorita es Palermo y que no era tan cool como ahora. Era una vieja fábrica de zapatos que ella convirtió como en un loft-casa y tenía como una sala de ensayo muy grande atrás. Nos metimos allí con una consola que tenía Mariano López para hacer monitores en vivo y este sistema de grabación que se llamaba adat que eran como una cinta digital que grababa en 8 canales. Teníamos dos y un tercero. El disco se hizo en 16 canales, totalmente en vivo. Las bases eran en vivo, las guitarras, las voces. Fue muy honesto en el sentido de que no o pensamos, no fue sobre pensado de ninguna manera y yo creo que eso se siente en esa grabación, sin ningún truco de estudio porque no teníamos cómo hacerlo. Todo lo que suena ahí es como podíamos sonar nosotros en una sala.

Sebastián Araujo: – La postproduccioón, masterización se hizo en las afueras de Buenos Aires, en una provincia que no recuerdo el nombre, en una casa de campo de Pablo Sbaraglia, otro de los bastiones y pilares de este disco por brindarnos tanto apoyo. Primero que nada Fernando Samalea (baterista de Charly García) quien nos dio la casa donde llegar, nos muestra la ciudad y nos ampara. Fernando Samalea, Pablo Sbaraglia y Mariano López fueron los personajes que pusieron todo y a quienes le agradezco la amistad y todo el esfuerzo.

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